Los SALT, como testimonio de la voluntad de paz
LAS CONVERSACIONEs entre Es tados Unidos y la URSS sobre limitación de armamentos nucleares -SALT- van a indicar el nivel actual de relaciones entre los dos países. Al empezar la semana, Brejnev ha dicho que la Unión Soviética continuaba considerando este tema como esencial para el establecimiento de la paz mundial. Unos días antes había dicho que veía un camino -I can see a way- para resolver las diferencias que consideraba menores, que aún le separaban de la URSS para conseguir la firma de un tratado: «Si los soviéticos se aproximan, creo que el retraso será mínimo.» El retraso existe ya, y la alusión de Brejnev podría considerarse como la primera señal de alarma. La Casa Blanca había anunciado que el tratado podría estar concluido antes de fin de año; ahora habla de que a principios de enero -y tal vez tras una entrevista de Vance y Gromiko en Ginebra- podría estar dispuesto el borrador, pero que en ningún caso se llegaría a la firma antes de que Carter celebre su entrevista -teóricamente, sobre el sistema monetario mundial y algunas cuestiones financieras y económicas; más realmente, sobre la globalidad de la política internacional- con los dirigentes de Gran Bretaña, Francia y Alemania Federal, de cuyos países han surgido ya algunas reticencias acerca del tratado. En la «sesión de invierno» de la OTAN -que terminó en Bruselas el 8 de diciembre- se manifestaron ya extraoficialmente preocupaciones europeas militares de que el acuerdo de Estados Unidos con la URSS se limite a las armas de alcance intercontinental que preocupan a Estados Unidos, pero deje en libertad a los soviéticos para multiplicar armas de alcance medio que apuntan directamente a Europa. El comunicado final de la OTAN señalaba ya esta preocupación, suavemente, al expresar sus deseos de que el acuerdo posible, además de «mejorar la estabilidad estratégica» y «mantener la disuasión», «tenga en cuenta los intereses y las preocupaciones de los aliados en el aspecto de la seguridad y se haga en el interés común». Previamente, el comunicado dejaba constancia del «desarrollo de las fuerzas y los armamentos del Pacto de Varsovia, tanto desde el punto de vista convencional como desde el nuclear».La resistencia europea puede no ser mas que relativa -dentro de sus posibilidades-; la del Senado de Estados Unidos puede ser mayor. La lucha de la Casa Blanca por la ratificación -obligatoria- del Senado al tratado SALT ha comenzado ya, y el presidente, el secretario de Estado, el asesor presidencial Brzezinski y otros altos funcionarios ha comenzado ya una campaña, sobre todo con los nuevos senadores, para que lo apoyen. La sensibilidad hacia la posible dureza de una situación internacional diferente como consecuencia de la aproximación con Chína; más la sabida y persistente oposición del complejo militar-industrial.
La inquietud de Brejnev procede, esencialmente, de que toda su política está puesta en la ahora amenazada reducción de la «détente». Una ruptura o un aplazamiento largo de las negociaciones, que, además, le van a poner en contacto directo -están previstos cuatro o cinco días de diálogo Brejnev-Carter, probablemente en Alaska, aunque algunas fuentes de información creen que la entrevista y la firma se haría en Washington- con el presidente de Estados Unidos. La necesidad del acuerdo para la política de Brejnev es doble: por una parte, supondría un importante ahorro económico que podría dedicar a la mejora del nivel de vida en el país; por otra parte, se vería en mejores condiciones para enfrentarse a la posible amenaza china. Pero el frente «duro» de Moscú, que preconiza una vuelta a los orígenes, un nuevo «comunismo de guerra», quizá prefiriese romper los acuerdos SALT y dedicar todo el esfuerzo soviético al desarme. Para lo cual tendría que destituir a Brejnev, que el martes cumplió 72 años y que está siendo acusado continuamente de debilidad y de un decaimiento físico que le impide hacer frente a la situación difícil de la URSS en estos momentos.
Por eso, el desarrollo de los acontecimientos en torno a este tema en los próximos días tiene una significación importante. Un acuerdo de limitación de armas estratégicas y una larga y amplia entrevista entre Carter y Brejnev podrían ayudar a disipar las inquietudes producidas después del acuerdo con China, que, sin duda, tienen su parte en la nueva caída del dólar, aunque ésta se atribuya técnicamente al anuncio de la subida de los precios del petróleo.
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