Más datos sobre las difíciles relaciones entre Franco y Hitler en 1940
Es perfectamente conocido para cualquier persona que escribe en periódicos o revistas de divulgación, aunque sean de cierta altura, que los títulos de los artículos o de las series de artículos son preparados y estudiados por la redacción, no por los autores, teniendo como primera mira conseguir un título de garra que despierte la curiosidad del lector. Por ello, el título general «Franco quiso participar en la II Guerra Mundial», que no es falso, aunque no recoja todos los matices, como es lógico, que aparecen sobre todo en el tercer artículo, debe verse bajo esta perspectiva. Sí quiero hacer la siguiente puntualización: la consideración de la entrevista de Hendaya como «una trata de ganado de segunda categoría» no es de Hitler, sino de un personaje importante, el intérprete Paul Otto Schmidt, que no asistió a la conferencia de Hendaya, pero que sí conocía lo que allí se trató. Esta frase la pronunció en una entrevista que tuvo con el profesor Donald Detwiler, el 28 de marzo de 1962 -la copia de esta entrevista está depositada en los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán-. Quede aquí también constancia de mi agradecimiento al profesor Donald Det wiler, gran conocedor de este período, por sus apoyos y ayudas en Estados Unidos.Una aclaración metodológica
En el tema de las fuentes, de lo que hay que desconfiar a priori, desde un punto de vista metodológicos, es de los «monumentos», y eso lo sabe cualquier investigador. Las memorias de personas y personajes, sobre todo si son polémicas, deben siempre ser aceptadas con un cierto grado de provisionalidad y necesitan ser contrastadas con otros «monumentos» y otras fuentes, en especial documentales de la época, buscando si es posible que sean de las mismas fechas en que se producen los acontecimientos e incluso, si ello también es posible, del mismo autor que posteriormente narra sus experiencias en forma de libro.
Solamente una vez que este quehacer riguroso y laborioso se lleva a cabo y que las fuentes documentales diversas y de países con intereses contrapuestos, que previamente han evaluado como buenos documentos, telegramas e informes, coinciden sustancialmente y añaden «sutilezas» que no están en las narraciones corrientes, parece conveniente su publicación. Todo lo cual no excluye cualquier afán legítimo de puntualización que, siempre que sea irrefutable, es muy saludable.
Comenzando con el segundo artículo de Ramón Serrano Suñer, del martes 28 de noviembre -que debería haber sido el primero-, hoy día la documentación consultable no permite el recurso a la exposición que se vuelve a repetir sobre las conversaciones en Berlín. Los artículos de los días 19 y 21 no dicen que estas conversaciones fueron un fracaso. Se limitan a recoger los silencios que sobre el tema existían y se apoyan en manifestaciones y documerrtos nada dudosos. Aquello no fue un fracaso, fue un fiasco, como bien dijo Manuel Halcón. Compárese la versión del día 28 con lo expuesto en los días 19 y 21. Basta con ello.
En cuanto a la entrevista de Hendaya, no parece muy correcto desmarcar la frase «Hitler no pidió a Franco entrar en guerra en Hendaya. Hitler se limitó a repetir sus ideas sobre el inminente aniquilamiento de Inglaterra, sobre Gibraltar, Marruecos y Canarias», para pasar a mostrar que Hitler pidió la colaboración de Franco en el asunto de Gibraltar y que la negativa de Franco a que esto se llevara acabo tuvo enormes consecuencias posteriores. Esto nadie lo ha puesto en duda, y bien claro se dice en el artículo del miércoles 22 que Franco no dio facilidades en el tema de Gibraltar, y que los alemanes presentaron el Protocolo, donde aparece con toda claridad el tema de la entrada de España en guerra. Lo que no se puede mantener es que las ideas de Hitler y la presentación que hace de las mismas en Hendaya giren alrededor del tema de la entrada en guerra, como se vuelve a repetir el día 26, y no en el de la alianza tripartita, en la que no estaba todavía decidido el momento de la intervención en guerra de España con el ataque a Gibraltar, dado el acuerdo previo entre Mussolini y Hitler. Prueba de ello es que Ramón, en diversas ocasiones, también lo denominó «alianza política».
Pero lo fundamental de la entrevista de Hendaya es que Franco va mal informado porque el ministro español no se percata del cambio producido en los planes de alemanes e italianos -véanse artículos de los días 21 y 22-. Esto tiene más importancia que mis posteriores afirmaciones de que no hubo presiones en la entrevista y que son aceptados, aunque ello implique una contradicción con su hasta ahora consultable cuarta versión de estos acontecimientos (cfr. Memorias, pp. 295): «Franco hizo en la conferencia de Hendaya todo cuanto pudo para mantener nuestro difícil equilibrio frente a las presiones de Hitler.» Por si todavía quedase alguna duda procedamos a ampliar estos datos:
El gran fraude
En el otoño de 1940, Hitler intentó crear una coalición continental contra Inglaterra, de la que formarían parte Alemania, Italia, España y Francia, pero los intereses contrapuestos en materia territorial de estos países lo hicieron imposible, tal como se narra en mis dos primeros artículos. Hitler, entonces, trató de conseguir el apoyo de Mussolini, Franco y Petain, por medio de lo que él mismo calificó como «grandioserbetrug» (el gran fraude). (1).
El ministro prepara con el general Franco, en un contexto equivocado, la entrevista de Hendaya. Esto es clave, y nunca se ha dicho. y se debió decir. El argumento curioso y revelador que hizo su mella en Franco fue el siguiente: «Durante los últimos siglos, en cada guerra, España había perdido territorios, y el régimen se vería fortalecido a los ojos de los españoles si se pudiera mostrar con una ganancia de territorio, que en la guerra civil no se había luchado en vano.» (2). Estas son las razones por las que Franco, en cuanto Hitler le pregunta si no quería formar una alianza con él -el Protocolo, no lo olvidernos-, Franco, de inmediato, lo interpreta como una petición de entrada en guerra, de ahí lo de la ganancia sustancial de territorio, y sigue en la línea del plan previamente convenido con el ministro, hasta que se da cuenta de su error, y de ahí su precipitada retirada. Las ideas de Franco, evidentemente, diferían de las del ministro. Lo de Gibraltar, en estas condiciones, pierde la fuerza que pretende dársele saltándose los datos posteriores que aparecen en el artículo del día 22 de noviembre. Ramón Serrano Súñer sabe mejor que nadie que si Hitler hubiese dicho, adelante, España habría ido hacia adelante. Por tanto, consideremos el problema en toda su complejidad de piezas, tal como aparece en nuestros artículos, y no desliguemos una de ellas de su contexto, ni recurramos a citar documentos de Nuremberg sobre la importancia de Gibraltar, que nadie niega. Por otra parte, existen más datos, y éstos no documentales, como, por ejemplo, el testimonio de un personaje bien informado sobre el tema español, el mariscal Keitel. Dice textualmente en sus Memorias: «El Führer estaba planeando el apoderarse de Gibraltar con la aquiescencia de España, por descontado.» (3) Si no hay presiones, la resistencia de Hendaya es una resistencia sui generis, que diría el filósofo.
No parece legítimo, por ello, recurrir al fácil argumento de menospreciar la documentación hoy día ya accesible -e irán desclasificándose en el próximo quinquenio materiales fundamentales que todavía no lo han sido- con frases tales como «papeles y manifestaciones ocasionales y secundarias sin valor».
Otro aspecto importante corroborativo es el intento del ministro de ganar el terreno perdido tras la primera conversación entre Franco y Hitler en Hendaya. Citemos, entre otros, el memorándum alemán de la conversación entre Von Ribbentrop y el ministro español. Comienza con estas reveladoras palabras: «Serrano Súñer recalcó desde el principio que el Caudillo no había entendido las cuestiones concretas tratadas en la conversación con el Führer.» (4) ¿Es que el general Franco era un disminuido? ¿Habrá que hacer más caso a otros testimonios, como el del mariscal Keitel, cuando afirma el disgusto de Hitler por el rol jugado por Serrano Súñer en Hendaya, que «tenía a Franco en el bolsillo»? (5)
Además, tampoco es admisible la argumentación siguiente: «Ya estaba próximo a su fin el año 1940 cuando el proyecto de atacar a Rusia no estaba todavía en la cabeza de HitIer, y fue precisamente el fracaso de su plan de ataque a Gibraltar el que le hizo volverse hacia el Este y, con ello, como han señalado autorizados estudiosos del problema, se incubaba el desastre alemán en Rusia y el desembarco angloamericano en Africa.»
Es necesario conocer que, en julio de 1940, Hitler encargó a su Estado Mayor que estudiase los planes para un ataque a Rusia, y será a principios de diciembre de 1940, tras la visita de Molotov, cuando Hitler tome esta decisión definitiva. No se puede poner en conexión desencadenante «el fracaso de su plan de ataque a Gibraltar» y la campaña del Este, como Serrano Súñer afirma. (6)
En cuanto a los bombardeos de Inglaterra y el tono propagandístico de Hitler en Hendaya, conviene hacer también algunas precisiones. En el reciente libro de Memorias, página 294, se afirma también que Hitler aseguró que el aniquilamiento de Inglaterra era cuestión de muy poco tiempo, y en el libro Entre Hendaya y Gibraltar se pone de nuevo en boca de Hitler, en la entrevista en Berghof, las siguientes frases: «La aviación únicamente tiene en contra suya las condiciones meteorológicas, y a pesar de ellas el ataque contra Inglaterra no cesa ni un solo día y esperamos únicamente una bonanza duradera para llevar a cabo el ataque total sobre la Gran Bretaña con 4.000 aviones», que concuerdan con la minuta alemana de la conversación. Asimismo se debe recordar que el famoso bombardeo de Coventry tiene lugar el 14-15 de noviembre y que la operación denominada SEALION, de invasión de Inglaterra, no es definitivamente pospuesta hasta 1941, dadas las seguridades que ofrecía Göring (7).
La entrevista en Berghof
La carta de Franco a Hitler, tras la entrevista de Hendaya, tiene más importancia de la que se atribuye en los artículos del día 26 y 29 de noviembre. Esta carta, donde aparecen las reivindicaciones españolas sobre Francia y el mejor derecho español, curiosamente no se entregó a la embajada alemana en Madrid, sino que fue llevada en mano por la señorita Mari Carmen Fernández de Heredia, perteneciente a la secretaría privada del ministro de Asuntos Exteriores. Resulta difícil admitir que esta carta no tenga ninguna finalidad negociadora en aquellos momentos y sólo expositiva, como veremos.
En efecto, Ramón Serrano Súñer llega a Berghof llamado por Hitler -esto nadie lo niega- y es recibido en primer lugar por Von Ribbentrop, cuya tirantez con Serrano era ya conocida, tras lo ocurrido en Berlín. La cita exacta de lo expuesto en el artículo del día 22 y que Ramón niega pertenece a una conversación del propio Ramón Serrano Súñer en enero de 1944 con motivo del discurso de Franco del día 6, y que los servicios de inteligencia americanos evaluaron muy alto (13-2) y no más alto por tener algunas inexactitudes de fechas y lugares. (Aparte de esto el contenido contrastado con otros documentos es fiable.) Dice así: «... Ribbentrop trató de darme sus puntos de vista y sugirió que no existía necesidad de ver al Führer a menos que yo pudiese llegar a algún tipo de acuerdo («reach some agreement») con el Ministerio alemán de Asuntos Exteriores. Yo le dije que había venido para ver al Führer y que estaba preparado a dejar Berlín inmediatamente a menos que pudiese hablar con él en persona ... » (8).
Pero veamos cuál es la información que envía el embajador inglés, Sir Samuel Hoare, que no era ciertamente un exaltado, a Londres, y que el Foreign Office consideró digna de ser impresa junto con otros pocos documentos del año 1940 (143 en total). Comienza así el telegrama: «Hitler llamó a Súñer para informarle que no sería aconsejable que España invadiese el Marruecos francés, ya que esto trastornaría la presente política de Hitler, quien también expreso su indignación por el movimiento español en Tánger.
Súñer replicó que España relvindicaba el derecho a ocupar el Marruecos francés y recordó a Hitler que España había contribuido directamente a la derrota de Francia manteniendo un numeroso ejército en los Pirineos...» (9). Sigue un resumen de la conversación y las opiniones de Ciano y Laval sobre el tema de la invasión del Marrueco francés.
Con estas breves puntualizaciones y a la vista de las diferentes versiones del tema, que el lector sea el que juzgue. Quede constancia de que no existe por mi parte ningún tipo de mala fe o animadversión para Ramón Serrano Súñer. Lo único que se ha querido mostrar con estos artículos es que lo escrito hasta ahora es perfectible.
Por otra parte, es muy encomiable la valentía de un personaje de la categoría de Ramón Serrano Súñer al escribir sus recuerdos de esta época, que sin ningún género de dudas quedó hace mucho tiempo muy lejos de su talante, como convincentemente muestra en sus Memorias.
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