El actual régimen pensiones tiende a "igualar en al miseria" a sus beneficiarios
El régimen de prestaciones de la Seguridad Social, tanto las económicas (pensiones y desempleo) como la asistencia sanitaria, es claramente insuficiente, y se encuentra muy alejado de la realidad de necesidades que pretende satisfacer la amplia cobertura del sistema. Además de las deficiencias propias del régimen de prestaciones, la crisis de financiación del sistema aparece como principal causa de la insuficiencia que registra el abanico asistencial de la Seguridad Social.En este sentido, el incumplimiento del pacto de la Moncloa en lo referente a la financiación de la Seguridad Social ha agravado aún más la crisis estructural del sistema. Las previsiones contenidas en dicho pacto sobre el crecimiento de la aportación estatal a la Seguridad Social -para pasar del 2,9 % que había supuesto en 1977 a un 8,2 % en 1978 y llegar, en 1983, al 20 %, que es el porcentaje medio de aportación estatal en los países comunitarios-, no se cumplieron. De esta manera, la, aportación del Estado en el presente año se quedó en un 7,4 %, y, sin-embargo, el crecimiento de las cotizaciones, cuya congelación estaba acordada en un 18 %, llegó hasta un 19,5.
Asimismo, las transferencias negativas de la Seguridad Social no se han eliminado hasta hace unos días, con la aprobación del decreto-ley sobre gestión por el que el Estado se hace cargo de los llamados servicios sociales, que, no obstante, siguen aún financiados por la Seguridad Social (Instituto de Emigración, Instituto de Estudios Laborales, Instituto Social de la Marina, SEAF-PPO y Universidades Laborales).
Todo ello justifica la insuficiencia de las actuales prestaciones económicas, de las que las pensiones suponen un revelador ejemplo: la pensión media durante el presente año gira en torno al 59 % del salario mínimo interprofesional.
Igualar en la miseria
La práctica gubernamental de revalorizar las pensiones a base de congelar los niveles superiores para favorecer los más bajos, origina como causa inmediata lo que los expertos califican de igualdad en la miseria, lo que boca a la vuelta de una Seguridad Social complementaria que permita disfrutar de unas pensiones acordes con el salario que se deja de percibir en el momento de la jubilación, o cuando sobreviene la causa que priva a los trabajadores de su renta de activo.
Es decir, con base en un sistema contributivo diferencial como es el que inspira la estructura de financiación. de la Seguridad Social en la actualidad se presta una asistencia de pensiones igualitarias, prácticamente de beneficencia pública.
Como consecuencia, a más largo plazo, de tal situación surgen unos efectos negativos sobre el mercado de trabajo. En efecto, de seguir adelante la tendencia gubernamental de igualar en mínimos las pensiones con el fin de aumentar el número de beneficiarios sin incrementar proporcionalmente los ingresos, la previsión complementaria a estos mínimos será buscada por los trabajadores a través de la negociación colectiva.
Simultáneamente, aumentará la presencia de la iniciativa privada como cobertura de estas nuevas prestaciones. Al menos, tal es la creencia general de los medios consultados por EL PAIS, los cuales ven en esta maniobra un intento partidista, a través de la reforma emprendida unilateralmente por el Gobierno de UCD, de reducir el sector público que hoy configura la Seguridad Social mediante la vuelta a la presencia de la iniciativa privada que ya existía en el sistema español de Seguridad Social antes de la reforma del 63.
Lo cierto es que las actuales pensiones, por su cuantía, no son sustitutivas de la renta de trabajo Según datos del Ministerio de Sanidad y Seguridad Social, tras la revalorización de pensiones que tuvo efecto el primero de enero último, el 77,5 % de los pensionistas percibían cantidades iguales o inferiores a los mínimos.. Este porcentaje pasa al 80,6 % tras la revalorización de mayo último.
En la mayoría de los países de la Comunidad Económica Europea la financiación estatal a la Seguridad Social se afecta a lo que se conoce como nivel de prestaciones uniformes. Es decir, a la financiación de unos mínimos para todos los beneficiarios, a la financiación de un servicio nacional de la salud o de la asistencia sanitaria, o a la ayuda familiar. En estos países, el nivel contributivo financia las pensiones diferenciales que garantizan la equivalencia entre rentas de activo y rentas de pasivo.
En el caso de nuestro país, lo que el Gobierno aún no ha aclarado -de acuerdo con el esoterismo que caracteriza la reforma de la Seguridad Social emprendida- es la solución prevista para conseguir la necesaria equiparación entre rentas de activo y rentas de pasivo.
Lejos de Europa
Según estimaciones no oficiales, después de la revalorización de pensiones de julio último, un 33,31 % de los pensionistas (1.276.849) percibirá pensiones comprendidas entre el tramo de una a 9.001 pesetas; el 56,23 % (2.152.795) percibía pensiones de entre 9.001 y -13.000 pesetas; el 4,52 % (173.301), entre 13.001 y 16.000 pesetas, y sólo el 5,65 % de los pensionistas cobraban pensiones de más de 16.000 pesetas.
Estos datos justifican la necesidad de un régimen complementario de pensiones, cuya consecución, a través de la negociación colectiva, supone un grave problema a añadir a las ya de por sí difíciles relaciones laborales en un país como el nuestro, en el que el 85 % de los trabajadores se ocupan en pequeñas y medianas empresas. Esta estructura del empleo complica, pues, la consecución, a través de la lucha reivindicativa, de una seguridad social complementaria que la actual tendencia de igualar en la miseria parece forzar.
La pretensión gubernamental de dar entrada a la iniciativa privada en la Seguridad Social, a través de los regímenes complementarios -tal como sospechan los medios de oposición consultados por EL PAIS-, no ha podido ser confirmada por este periódico. Cuando este planteamiento le fue hecho por un redactor de EL PAIS al secretario de Estado para la Seguridad Social, Luis Gamir, este, advertido por su secretaria, seexcusó de interrumpir la entrevista que ambos mantenían, ya que tenía que acudir al despacho del ministro, quien reclamaba su presencia.
En esos momentos, sin embargo, el ministro que reclamaba la ptesencia en su despacho del señor Gamir, se encontraba en visita oficial en las Baleares.
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