El almirante Massera, un militar con futuro político en Argentina
«El poder corrompe, y el poder ejercido absolutamente corrompe absolutamente.» Esta frase pronunciada por el almirante Massera en su despedida de la Junta Militar causó un gran impactó entre la opinión pública. El almirante Massera se retiró, en un acto que dejó de ser protocolario, para convertirse en una especie de anuncio de postura de cara al futuro.
El almirante afirmó que el proceso militar, en su primera etapa, no había podido cumplir con dos objetivos fundamentales, el educativo y el económico. El doctor Catalán, que abandonó en el pasado verano su puesto de ministro de Educación, no ha sido responsabilizado a nivel popular de los incumplimientos de que habló Emilio Massera. Martínez de Hoz, ministro de Economía, a quien se consideró en la cuerda floja hace dos meses, ha salvado la pasada remodelación del Gabinete de Videla y, por tanto, su posición se ha afianzado.El militar que goza de un mayor predicamento entre la población civil argentina es hoy el retirado almirante Massera. Su posición no es en estos momentos la del hombre que se aparta de toda actividad política. El peronismo moderado ve en él la posibilidad de una futura apertura. Para eso sería necesario que la Junta Militar encontrase esa fórmula de democratización de que habla. Para los peronistas, Massera sería el salvoconducto que condujera a un proceso similar al seguido por el general Lanusse.
La Junta Militar tiene, en sus supuestos políticos, la intención de atraerse a aquellos grupos de opinión menos comprometidos con el pasado, que puedan propiciar una imagen, de cara al exterior, mucho menos militarista. Según el ex ministro de Asuntos Exteriores Oscar Montes, «el almirante Massera podría ser, en un momento determinado, la cabeza visible de un movimiento de opinión que se convierta después en un partido político y tenga en sus bases fundamentales la cabida de ciudadanos de diversas ideologías».
Peronismo domesticado
Hay un peronismo más o menos domesticado al que los militares argentinos presentan ante los organismos internacionales como sindicalistas libres. Hay un peronismo que reconoce los grandes errores cometidos durante la última etapa del general Perón y la de su viuda, que está dispuesto a convivir con un mínimo de garantías sindicales, que le permita devolver a sus organizaciones el poder que en otro tiempo tuvieron. Argentina sigue siendo un país peronista. Seguramente porque los radicales de Balbín nunca llegaron a ofrecer serias garantías. Seguramente porque el peronismo acabó siendo un auténtico mito. Hasta tal punto que aún hoy, cuando al ciudadano medio se le pregunta si sería capaz de votar peronismo en unas hipotéticas elecciones, responde afirmativamente. El argumento es este: «Por sentimiento.»Si el almirante Massera persiste en esa actitud de aceptar las lisonjas del peronismo moderado, en un futuro, eso sí, más lejano que próximo, podrá contar con el suficiente número de sufragios para catapultarle hacia el poder. Massera es, de alguna manera, la esperanza. Martínez de Hoz, el ministro de Economía, es, hoy por hoy, todo lo contrario. Es el hombre sobre el que recaen todas las críticas del ciudadano medio.
Argentina finalizará el año con una inflación superior al 100%. Martínez de Hoz, a quien la Junta Militar, al parecer, llamó la atención a principios de septiembre y como consecuencia de ello tuvo que disertar durante más de tres horas frente a los responsables del poder, para convencerles de que sus métodos eran los adecuados, se ganó las antipatías generales cuando afirmó que el salario medio del obrero argentino estaba alrededor de los treinta millones de pesos viejos, cantidad inferior a las 30.000 pesetas.
En el ámbito oficial se estimó que el salario del que hablaba Martínez de Hoz estaba redondeado, considerando lo que el obrero recibe en bruto más los beneficios sociales y beneficios indirectos. Los defensores de Martínez de Hoz, uno de los cuales -el director de la revista Mercado, Julián Delgado- desapareció el pasado mes de junio, afirman que no es responsable de los desajustes económicos porque, entre otras cosas, son los propios presupuestos militares los que le impiden moderar el gasto. Martínez de Hoz ha anunciado que en los presupuestos generales del próximo año habrá una gran reducción del gasto público. La última noticia esperanzadora que económicamente han recibido los argentinos habla de un superávit en comercio exterior de 2.000 millones de dólares en los últimos ocho meses.
Con todo, en los últimos tiempos varias empresas multinacionales, especialmente las del sector automotriz, han anunciado el desmantelamiento de sus factorías. La ley de alquileres, que ha permitido, desde agosto, revisar todas las rentas, ha puesto en la calle a miles de familias. Los nuevos precios solamente son soportables por familias en las que trabaje más de una persona. Por contra, la carne y el pan todavía no han sufrido los efectos multiplicadores de otros productos. Es lo único que alimenta la política del «no te metás».
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