Un delfín para un dictador
El régimen de Anastasio Somoza II busca su perpetuación en su hijo, Anastasio Somoza Portocarrero, mayor de la Guardia Nacional y aficionado a dirigir los interrogatorios de los prisioneros políticos. El. régimen somocista, que se yergue encima de centenares de víctimas entre los campesinos y los trabajadores, que se le enfrentan desde su llegada al poder, se encuentra de bruces ante su futuro. Rafael Fraguas concluye hoy su serie sobre los Somoza.
Tachito Somoza posee aproxirnadamente el 30% de la súperficie cultivable de Nicaragua, cuyo 10% ha entregado a los altos jefes de su Guardia Nacional, como los generales Montiel, Samuel Yeni; Nogueras y otros, a los cuales, cuando ya los ha enriquecido suficientemente, los retira de las carteras ministeriales que antes les había otorgado. Se da el caso de que el segundo de estos generales no poseía casa propia hace diez años y hoy, gracias a Somoza, se ha convertido en uno de los hacendados más ricos del país.Desde hace quince años, las calles de las ciudades nicaragüenses no se asfaltan, ya que Somoza posee el monopolio de los pavimentos. Desde entonces, las calles se adoquinan. Controla la industria del cemento, las textiles, las alimenticias, los grandes monopolios financieros, represenllaciones de las grandes multinacionales en el país, el monopolio del plasma sanguíneo -cuya sede Plasmaféresis en Managua fue incendiada por los manifestantes tras el asesinato del dirigente de la oposición Pedro Joaquín Chamorro el pasado mes de febrero-, las compañías navieras, una línea aérea, un banco que polariza la administración del tesoro público, la industria del papel, y un laberíntico y enorme etcétera.
Es curioso destacar que durante años los trabajadores empleados por Somoza en las explotaciones agropecuarias, cuyo monopolio detenta, eran pagados con dinero destinado a la Guardia Nacional.
Fuentes de la oposición sandinista nicaragüense, han puesto de relieve que durante el mandato militar y luego político de Somoza II, más de 15.000 campesinos fueron pasados por las armas en Nicaragua en el curso de distintos alzamientos contra el dictador. La cifra resultaría increíble de no mediar otras denuncias de frailes franciscanos, según las cuales más de 3.500 campesinos de la región de las Cordilleras desaparecieron tras distintas acciones de represalia por parte de la Guardia Nacional, por el supuesto apoyo de los paisanos a los guerrilleros sandinistas. Hace meses, la deserción del teniente de la Guardia Nacional Robleto Siles sirvió para que explicara la malanza de trescientos campesinos en el noroeste selvático de Nicaragua.
Rapiña después del terremoto
Episodio que merece mención aparte lo constituyó el terrible terremoto de Managua. La ayuda internacional se volcó sobre el castigado pueblo nicaragüense. Se cuenta que un general de los más hacendados de la Guardia Nacional comunicó a Somoza que la mitad del país había sido destruida por el terremoto. Somoza, con sorna, respondió: «¿Qué mitad, la tuya o la mía?»
Lo cierto es que poco antes del terremoto, los norteamericanos recomendaron a Somoza la constitución de un triunvirato, compuesto por los políticos Lobo Cordero, Lacayo y Fernando Agüero. Somoza aprovechó el terremoto para autoproclamarse presidente del Comité de Emergencia Nacional y centralizar y distribuir la ayuda internacional. Miles de toneladas de alimentos enlatados ycongelados fueron retenidos por Tachito y sus militares privilegiados. Mientras al pueblo se le distribuía -con parsimonia- fríjoles negros, avena Y maíz, altos oficiales, dirigidos por el propio Somoza, acopiaban velozmente desde casas prefabricadas hasta telas, alimentos de elevado poder calorífico, mantas y equipos de socorro. Cuando se decretó la ley marcial, fuentes consultadas señalan que la Guardia Nacional provocó centenares de muertos entre la población para evitar que la gente denunciase el pillaje protagonizado por su propia oficialidad. Se calcula que Somoza y sus beneficiados absorbieron cuatrocientos millones de dólares tras el terremoto, en concepto de ayuda internacional al pueblo de Nicaragua. Nunca dieron cuenta del destino de esta ayuda.
A estos detalles hay que sumar otros, realmente pintorescos, que caracterizan sus actuaciones públicas. Gran aficionado al whisky, hasta que sus dolencias cardiacas se lo impidieron, Somoza frecuentaba con asiduidad las casas de citas de su amante, Dinora Sampson, quitadora y ponedora de ministros durante algunos años. En estos burdeles de la señora Sampson y cuya propiedad comparte en ocasiones con personas del clan Somoza o la cúspide de la Guardia Nacional, eran célebres los escándalos protagonizados por Alejandro Somoza Portocarrero, conocido como el Chigüín, hijo de Somoza Debayle y su esposa, Hope Portocarrero. De no alterarse la historia futura nicaragüense, con certeza será llamado Anastasio Somoza III.
Somoza II acostumbra realizar ruedas de prensa en un español difícilmente inteligible. Si habla en público, lo hace siempre detrás de un cristal antibalas. Los nicaragüenses dicen que piensa en norteamericano y habla en español, muy mal, por cierto. En las ruedas de prensa le gusta enfadarse tras las preguntas imprevistas y si la cuestión que se le demanda rebasa un límite que él impone, cornienza a insultar al periodista. En ocasiones ha llegado a las manos, aunque, por otra parte, le gusta agasajar a los que le muestran lealtad. Realiza numerosos festejos, y es célebre la costumbre vigente en sus fiestas, según la cual no importa detener un avión de línea en el aeropuerto de Managua para que viaje un pariente, un huésped o un amigo. Si va completo, no es la primera vez que se expulsa un pasajero para que su butaca la ocupe el invitado, pariente o huésped del dictador de Nicaragua.
Existe en Nicaragua un ejemplo de corrupción conocido por todos. Consiste en la jefatura de tránsito, prebenda así denominada y que actualmente rota entre coroneles o generales de la Guardia Nacional. Quien posee esta prebenda puede apropiarse cada año de unos doce millones de córdobas, a base de que cada usuario de automóvil, al atravesar un punto neurálgico del tránsito rodado de Managua, ha de depositar dos o tres monedas para pagar el denominado peso del comandante. Si no paga, no continuará sutrayecto.
La vida política nicaragüense se desenvuelve atravesada por corruptelas de este tipo. Su más firme bastión, la Guardia Nacional, es uno de los cuerpos más afectados por estas prácticas. Gracias a una de ellas, Anastasio Somoza Portocarrero, llamado también Tachitín o Chígüin -que signifiica aprendiz, alevín o cachorro-, pudo saltarse el escalafón y acceder hasta elcoronelato de este ejército al servicio de la familia Somoza. Actualmente es jefe de la Escuela de Entrenamiento, Institución creada hace dos años y de la cual ha sido su primer jefe. Es uno de los reductos, evidentemente, más somocistas del país. Fuentes de la oposición nicaragüense señalan que el Chigüin, de veintiocho años de edad, muy inclinado también al alcohol, participa en los interropatorios de los prisioneros políticos, y acostumbra visitar las cárceles para estos cometidos. Ha pasado algunas temporadas en España y se le atribuyen algunas prometidas españolas. Las mismas fuentes han indicado que participa directamente en la represión de las manifestaciones, junto al jefe policial, Alesio Gutiérrez.
Según todos los indicios, Anastasio Somoza II piensa prornover al máximo rango del poder a su hijo Tachitín, al cual ya ha situado excelentemente en la cúpula de la Guardia Nacional.
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