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Crítica:FESTIVAL DE SANTANDER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Recuperación de un compositor de Cantabria

Dos compositores cántabros han sido recordados en el festival este año: Don Cándido Alegría y Arturo Duo Vital. Los Pequeños poemas descriptivos, del segundo, suenan en la tarde dominguera del día 27, dentro del ciclo estival de música coral y de órgano del santuario de la Bien Aparecida. Y aunque tal audición no es propiamente del festival podemos considerarla dentro del conjunto de actividades musicales santanderinas. Precisamente, creo que sumar esfuerzos, a la vez que se diversifican escenarios, ha de ser una de las vías de enriquecimiento y transformación de los festivales. Por otra parte, gracias a los organizadores de la serie que comentamos, se añade a los ciclos de la capital algo que le falta: la presencia de autores contemporáneos, españoles y extranjeros. Con Dúo Vital, se escuchan en el santuario páginas de Oliver, Garbizu, Ibarrondo, Aragües, Rodrigo y Marco, además de otras de Ginastera, Hovaness, Alain, Honegger o Daetwyler.Cantabria, de Cándido Alegría

La orquesta nacional, dirigida por Gómez Martínez, interpretó en el concierto segundo del festival, el «scherzo» de la «suite» Cantabria, de don Cándido Alegría, que fuera organista de la parroquia de Santa Lucía y muy distinguido compositor. Poco s sabe y se escucha de don Cándido, aun cuando para los santanderinos está vivo el recuerdo de su afable y humanísima personalidad. De la calidad profesional y bien hacer del maestro Alegría da testimonio un suceso poco divulgado. Allá por 1934, don Cándido decide instrumentar la «Montañesa», de Falla. Cuando envía el original a don Manuel, recibe de él las mejores opiniones, porque le escribe: «con mucha satisfacción he recibido su tan amable carta, y luego, su orquestación de la Montañesa, por cuya labor le felicito muy sinceramente. Hasta ahora sólo puedo referirme a una simple lectura..., pero pienso idealmente desde ahora que lejos de tener usted que recluirla en su armario de música (y me sirvo de sus mismas palabras) el destino de su obra sólo está en los atriles de una buena orquesta.» Conociendo la exigencia de Falla para quienes orquestaban sus partituras, tales palabras han de estimarse como un muy alto juicio de valor. ¿Dónde está esa orquestación? Hay que suponer que don Manuel la devolvería a su realizador. Creo sería interesante recuperarla y hacerla sonar.

El «Scherzo» que escuchamos ahora, muy bien llevado por Gómez Martínez, que tuvo el detalle responsable y afectivo de dirigirla de memoria, denota un talento orquestal muy rico y colorista, dentro de lo que podríamos denominar influencia hispano-francesa. Lo primero, por el empleo muy directo de material folklórico: lo segundo, por la disposición instrumental, rica, clara, expresiva y diversificada.

El director granadino, tan instalado en los grandes medios europeos a pesar de su juventud, acertó a ofrecer una vivísima versión de la «Quinta» beethoveniana. Aludo con esa vivacidad a una pulsación interior y a una forma expositiva que, sin restar fidelidad a lo escrito, añade ese «algo» que los intérpretes con personalidad ponen en su trabajo. Expresivo y ceñido resultó el acompañamiento del segundo concierto de Chopín, del que Joaquín Soriano supo extraer valores de refinada sensibilidad.

Jessye Norman

En el primer concierto de la Nacional, con García Navarro al frente, la parte principal corrió a cargo de la gran Jessye Norman, de Georgia. Tanto en los trozos operísticos (Aida, Dido y Eneas, Cavallería, Muerte de Isolda), como en el recital del claustro, acompañada magníficamente por Phillip Moll, la Norman lució todo género de posibilidades. Si en el género dramático justifica la candente americana la fama que, en breve tiempo, ha alcanzado, en el «lied» (Schubert), en los «espirituales negros», o en la cantata Ariadna en Naxos, de Haydn, supo plegar potencia, estilo y color a las necesidades expresivas de todas y cada una de las páginas. Hay que anotar la excelente colaboración de García Navarro, traductor también de una «segunda sinfonía», de Brahms, lírica y comunicativa.

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