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La izquierda chilena propone un Gobierno provisional

Los medios de comunicación señalan estos días que nunca como ahora ha sido tan débil la situación política específica del general Augusto Pinochet al frente de la política chilena. Tanto la prensa norteamericana como la europea destacan lo endeble de su posición en el poder, simultáneamente al fortalecimiento de la oposición interior y exterior a la Junta, tras las huelgas de hambre a escala mun dial por los desaparecidos y el avance de las investigaciones sobre las implicaciones del asesinato en Washington del canciller Orlando Letelier.Sobre la actual situación y sobre el tipo de alternativa política que se gesta para Chile hemos conversado con Luis Mayra, de 37 años, responsable de la política exterior de Izquierda Cristiana y uno de los máximos dirigentes de la Unidad Popular chilena.

-La Unidad Popular avanza hacia la concreción de un Gobierno provisional de gestión, capaz de desarrollar un programa básico y que se vea simultaneado por una Asamblea Nacional Constituyente que defina los aspectos relativos a los distintos poderes, el esquema económico y el rostro de la nueva democracia chilena. En esta dirección se dieron grandes pasos en la reunión de la Unidad Popular recientemente celebrada en Roma. Pinochet -prosigue Mayra- ha aventado mucho la idea de vacío de poder que supondría, para él, su desaparición de la escena política. Algo así como un después de mí, el caos.

Sin embargo, después de Pinochet está Chile y la izquierda chilena se plantea no únicamente su recambio, sino también la sustitución corrilileta de todo el régimen surgido del golpe de estado de 1973. Esta es la idea eje de nuestra política, agrega Luis Mayra, para quien los años posteriores al derrocamiento de la dictadura van a ser realmente duros para todos los chilenos, «con el fin de que todo nuestro pueblo salga exitosamente del caos económico y la ruina política bajo los que vive», señala.

-El tipo de democracia que queremos para Chile, dice Mayra, tendrá un carácter netamente antifascista y será capaz de erradicar la base material de sustentación del fascismo en nuestro país. Asumirá una posición democrática activa que evitará la expresión de tendencias fascistas y regresivas en el seno de la sociedad chilena. Asimismo -agrega- se basará en una participación más activa de los movimientos populares en la gestión de los problemas económicos y políticos cardinales para Chile.

En cuanto a las fuerzas armadas y a su papel dentro de esa democracia, el líder de la Izquierda Cristiana se refiere a la necesidad de asegurar unas fuerzas armadas efectivamente nacionales, capaces de entender que su tarea profesional específica sólo puede cumplirse solventemente si existe un Estado capaz, a su vez, de ejercitar la soberanía nacional en el ámbito económico y de guiar su comportamiento por la decisión del pueblo, en el plano político.

-Estas serían a grandes rasgos las ideas-fuerza compartidas por toda la oposición unitaria chilena y sobre su cauce discurren los proyectos políticos que preconizamos para nuestro país. Ahora bien -establece Mayra- si sectores muy amplios del pueblo que resisten la dictadura de un modo específico pero no activo, no asumen una conducta política plenamente activa para forzar ese derrocamiento global de Pinochet y de su régimen, la alternativa política que postulamos no va a ser posible. Las recientes experiencias, como la huelga de hambre por los desaparecidos, ponen de relieve la enorme fuerza de las acciones de masas contra la Junta y sus apoyos.

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En base a todo ello, concluye el dirigente izquierdista cristiano, el problema del entendimiento democrático entre las fuerzas de oposición a la dictadura cobra una importancia enorme, tanta, que se convierte en el supuesto ineludible para que la dictadura caiga y la democracia sea nuevamente recuperada para Chile.

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