La Iglesia lanza una gran campaña en Italia contra la ley del aborto
Las fuerzas políticas hicieron todo lo posible para aprobar la ley que despenaliza el aborto porque temían que un referéndum sobre este tema hubiese dividido al país en una cruzada entre laicos y católicos. Pero el peligro de esta cruzada no ha desaparecido porque la Iglesia italiana está dispuesta a dar batalla, incluso con la intervención del propio Papa, como ocurrió ayer. Si al principio se pensó que la actitud de Benelli, que habló incluso de «excomunión», podría ser un gesto temperamental y aislado, hoy no cabe duda de que su posición tenía un buen respaldo. Lo demuestra la declaración de Ugo Poletti, cardenal y vicario de Roma, publicada ayer en L'Osservatore Romano; una declaración con el máximo de autoridad porque el día anterior Poletti mantuvo una audiencia privada con Pablo VI, y porque se trata del cardenal que está al frente de la diócesis cuyo verdadero obispo es el Papa.
No cabe duda, por lo tanto, que este gesto de Poletti será recogido por los demás obispos como «voluntad del Papa». Poletti habla de «excomunión» sin medias tintas. Dice que serán excomulgados, no sólo la mujer que acepte la práctica del aborto, sino también los médicos y todo el personal que de alguna forma colaboren en la operación. Dice que la ley es «inicua» y que la Iglesia tiene el «derecho y el deber» de pronunciarse, y que trabajará con todas sus fuerzas para que el aborto, «tanto legal como clandestino», desaparezca. Pide a todos los «hombres de recta conciencia» que se acojan inmediatamente a la cláusula que permite la «objeción de conciencia», y explica qué deben hacer para poder ponerla en práctica.
Reacción comunista
El sindicato social-comunista CGIL emitió ayer un comunicado en el cual se afirma «que es necesario hacer todos los esfuerzos posibles para que la ley pueda ser aplicada». Se habla también de una reunión urgente y a puertas cerradas de los comunistas. Ante el temor de que esta actitud de la Iglesia pueda, en el terreno de los hechos, paralizar la puesta en marcha de la ley, se empieza a hablar de intromisión anticonstitucional de la Iglesia en una cuestión de Estado. En un editorial, Paese Sera señala: «desconcierta que la autoridad eclesiástica, que hasta ayer actuaba como si ignorase la vergüenza de los abortos clandestinos y de los gigantescos intereses que prosperaban en torno a ellos, intervenga tan duramente en el momento en que una plaga social tan grave es afrontada con una ley tan esperada.» Ante hechos tan graves, añade el diario romano, «es necesario ratificar el principio de que la ley votada por el Parlamento es una ley de Estado, y que por lo tanto las estructuras y las organizaciones hospitalarias tienen el deber de aplicarla».
Declaración de la ministro de Salud
Los contrarios a la ley responden que la cláusula que autoriza la «Objeción de conciencia» es sólo una parte de la ley. La ministro de Salud, Tina Anselmi, en una entrevista con la radio, dijo tajantemente que si todos los médicos aceptasen la objeción de conciencia el Parlamento tendría que tomar en cuenta esa decisión del país. Pero la gente se pregunta si los obispos y los médicos son la verdadera expresión de todos los italianos.
Intervención de Pablo VI
En el momento de despachar esta crónica, el propio Pablo VI ha decidido intervenir en el asunto. En un discurso dirigido a unos 10.000 fieles que acudieron a una audiencia colectiva en el Vaticano, el Papa dijo que la ley sobre el aborto «es una gran ofensa a la ley de Dios», y recordó que el principal mandamiento del cristiano obliga a respetar la vida humana.El Papa subrayó que el derecho a la vida es «un derecho fundamental de la persona humana» y exhortó a los peregrinos a amar la vida humana, explicándoles que la verdadera piedad por las dificultades y angustias de la vida humana, no consiste en suprimir su fruto, sino en consolar y eliminar la miseria, pero nunca matar.
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