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Desinterés de las grandes potencias por la asamblea de la ONU sobre desarme

El evidente desinterés de Estados Unidos y de la Unión Soviética y la dura actitud crítica hacia las grandes potencias por parte de los países no alineados son hasta ahora los elementos más destacables de la sesión especial sobre desarme de la Asamblea General de la ONU, que se inició el martes en Nueva York.

Aunque una veintena de jefes de Estado o de Gobierno intervendrán ante la Asamblea General, la ausencia de Jimmy Carter y de Leónidas Brejnev, líderes de los países que gastan más de la mitad de las inversiones mundiales en armamento, redujo considerablemente el interés de la sesión especial.Cuando parece próximo un nuevo acuerdo SALT sobre limitación de armas estratégicas entre las dos superpotencias y cuando simultáneamente se enrarecen las relaciones a causa de los acontecimientos en Africa, es obvio que Washington y Moscú prefieren discutir sus problemas directamente, lejos de un foro internacional.

Carter, que hace un año proponía ante las Naciones Unidas «borrar las armas atómicas de la faz de la Tierra», envió a su vicepresidente, Walter Mondale, a la sesión especial sobre desarme. La próxima semana, durante la cumbre de la OTAN, en Washington, el presidente norteamericano defenderá el aumento del presupuesto militar de la alianza y un incremento de las armas norteamericanas en Europa.

La propuesta de Walter Mondale de ofrecer «ojos y oídos» electrónicos a, los países que lo soliciten, para prever y evitar conflictos regionales, fue recibida con frialdad por los delegados del Tercer Mundo y de los países no alineados, principales defensores de la conferencia sobre desarme. Idéntico escepticismo recibió la propuesta del presidente francés, Giscard d'Estaing, sobre un sistema mundial de vigilancia mediante satélites.

Mejor acogida parece tener, sin embargo, la propuesta francesa de buscar un foro internacional sobre desarme distinto a la conferencia de Ginebra, donde participan 31 naciones y norteamericanos y soviéticos llevan la voz cantante. Francia se retiró de Ginebra en los tiempos de De Gaulle y tanto Moscú como Washinton miran con inquietud la proposición de Giscard d'Estaing, que podría privarles de su privilegiada postura en las conversaciones de Ginebra.

Mientras se oyen los primeros discursos ante la Asamblea General, los delegados de las 149 naciones que forman la ONU tienen para entretenerse una agenda con 120 temas y unas actas de las reuniones preparatorias, en los seis idiomas oficiales, que ocupan un total de 2.800 páginas. Las comparaciones entre esta sesión especial y la fallida conferencia de desarme de Ginebra, en 1932-34, son frecuentes en los medios informativos, que coinciden en señalar que las esperanzas de algún resultado notable son ahora incluso menores que en aquella primera reunión mundial sobre desarme.

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