Traducir poesía
Octavio Paz ha estudiado con particular lucidez lo que de creativo y retador tiene el trabajo de traducción, y muy especialmente, cuando se trata de cambiar a otra lengua -recodificar, dice Luis Carlos Benito Cardenal- esa especial construcción de palabras, obligadas hasta en el significado, que constituyen la poesía. El mismo Luis Carlos Benito Cardenal, se ha enfrentado con un poeta tradicionalmente difícil, y de oscuras influencias en la joven poesía española: aparece prologado y firmado por él, y bajo el sello de Carlos Barral, la Poesía erótica, de John Donne. Un libro a felicitar, con una sola pega: su precio excesivo, pese a la cuidadísima edición.Mucho más barato, y primicia en la edición española, el primer tomo de la poesía de André Breton (Colección Visor de Poesía), que sólo podía haber sido transcrita al castellano por un poeta importante y' coherente y tan buen conocedor de la poesía francesa como es Manuel Alvarez Ortega. Un andaluz desgajado del Grupo Cántico, con una voz personalísima, y al que este año dio calabazas el Premio de la Crítica, pese a que eI suyo -Fiel infiel- es seguramente uno de los más bellos libros aparecidos.
Pere Gimferrer, que este año tradujo su propia obra catalana al castellano, ha realizado la selección y traducción de ese desconocido y citadísimo gran poeta que es Ausías March, en la hermosa edición de Alfaguara, que prologa Joaquín Molas. Y que sigue en la línea de los libros caros.
Para terminar, otra traducción igualmente ambiciosa: la de la Obra poética completa de Constantino Kavafis, por José María Alvarez, que casi inaugura la nueva andadura de la Editorial Hiperión, que ensaya un nuevo y elegante diseño y que, al parecer, está vendiendo profusamente. Como se sabe, Kavafis ha pasado al conocimiento generalizado, fuera de las torres de marfil de los poetas cultos, en los que se puede reconocer su lectura, por el Itaca de Lluis Llach. Una muestra de lo que la música puede tomar y devolver a la poesía. Otra manera de traducir.
Babelia
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