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Exposición de ilustraciones cervantinas de Antonio Winkelhöfer

Con ocasión del Día del Libro, que conmemora la figura de Cervantes, se inauguró, en el Museo Municipal de Madrid, una exposición de la obra cervantina de Antonio Winkelhöfer, pintor austriaco que vive en España.

Bajo el patrocinio del recién creado Instituto Hispanoaustriaco de Cultura, y organizada por el editor de su obra gráfica, Manuel Martín Ramírez, se exponen en esta muestra las ilustraciones de Antonio Winkelhöfer al Quijote, que fueron expuestas el año pasado en la Sala de Nobles de la Biblioteca Nacional, incluidos esta vez los originales, además de sus interpretaciones de Sancho, de las mujeres del Quijote, y las ilustraciones al Avellaneda, que serán próximamente editadas.Antonio Winkelhöfer, que fue miembro de la llamada Escuela secesionista austriaca, al final de la década de los veinte, ha cubierto una curiosa trayectoria estética y vital. Desde la época propiamente expresionista pasó a la intervención nacionalista y antinazi, como caricaturista de varios periódicos socialdemócratas. Movilizado por el Ejército del Reich, tras, la invasión, hizo la guerra en divisiones de frontera, hasta que terminada ésta se refugió en España. Aquí, en Santander, ha vivido de la pintura, que fue plegándose a otros estilos mucho más naturalistas, manteniendo una absoluta discreción en torno a su pasado político, que sólo algunos íntimos conocían.

Las ilustraciones del Quijote fueron hechas en los años cincuenta, por encargo, y sólo la casualidad ha permitido su edición y el descubrimiento del pintor. «Del Quijote -dijo Antonio Winkelhöfer a EL PAÍS- me interesa, sobre todo, el humor que impregna toda su humanidad. Para mí ha sido y es un libro no sólo de lectura, sino de estudio. Creo que lo he leído cuarenta veces.»

«Me sorprende que haya tantos españoles que no lo conozcan. Me sorprende, sobre todo, en gente con bastante nivel cultural. Creo que, además de ser una cima de la literatura española, es un libro muy divertido, y yo, al menos, me lo paso muy bien con él. He tenido algunas dificultades con el castellano del Siglo de Oro al principio, y mi primera lectura fue en alemán, pero ahora lo comprendo bien.»

Parte de los grabados expuestos ilustrarán la edición bilingüe español-alemán que aparecerá bajo el patrocinio de los Ministerios de Cultura de España y Austria, y del Centro Cultural Hispanoaustriaco. Para esa edición está trabajando ahora Antonio Winkelhöfer, que además completa la Biblia que le encargara Pedro Illa, el mismo para el que dibujó el Quijote.

«Las ilustraciones de El Quijote que conozco no me convencen. Creo que les falta pintar desde Cervantes, al menos desde el Cervantes del Quijote. Les falta humor, que es justo lo que yo quiero poner en las mías. No sé por qué todos los periodistas me preguntáis siempre por Doré -sigue Antonio Winkelhöfer- De Doré me interesa más la Biblia o la Divina Comedia que El Quijote, porque Doré sí que no tenía sentido del humor...» El que si tiene sentido del humor es Winkelhöfer, que, a lo largo de estos años de pintura casi secreta ha acumulado una socarfonería, una especie de nihilismo o de estoicismo condescendiente y risueño, a la cervantina: «Y para olvidos injustos -termina-, el del Quijote, llamado apócrifo, de Avellaneda. Yo estoy seguro de que también es de Cervantes, y que fue otra broma ocultarlo con seudónimo. Aunque existiera. Pero esa revelación ya la daré más tarde, en su momento.»

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