El funcionario soviético que desertó quiere vender informes secretos
Arkady Shevchenko, el alto funcionario soviético que abandonó su puesto en las Naciones Unidas la semana pasada y se negó a volver a su país, mantuvo contactos durante varios años con los servicios de espionaje norteamericanos, según informó ayer el diario The New York Times.
Citando como fuente a un antiguo agente de los servicios secretos de Estados Unidos, el Times establece no conocer la naturaleza exacta de estos contactos, pero que incluyeron «algún grado de cooperación y, por parte del diplomático ruso, el de más alto rango dentro de la ONU y un experto en temas de desarme.
Por otra parte, el semanario Time informa en su edición de esta semana que Arkady Shevehenko estaría dispuesto a vender un importante secreto por 100.000 dólares anuales y que además del espionaje norteamericano hay servicios secretos de cinco naciones interesados en la «mercancía» que ofrece el desertor soviético.
Al parecer, la información que estaría dispuesto a vender Shevchenko se refiere a un doble agente, que durante años proporcionó falsa información al espionaje norteamericano, que creía que trabajaba para ellos cuando en realidad les suministraba los datos que quería el KGB. Los servicios secretos norteamericanos con los que presumiblemente mantuvo Shevchenko sus contactos, la CIA y la FBI, rehusaron ayer comentar la información aparecida en el diario neoyorquino.
El doble agente sobre el que Shevchenko podría facilitar información es conocido como Fedora en el argot de los servicios de inteligencia, y durante años pasó por ser el topo, o agente infiltrado en una organización enemiga, que tenía la FBI, hasta que en los últimos tiempos surgieron serias sospechas de que en realidad Fedora era un agente del espionaje ruso que pasaba datos falsos a los norteamericanos.
En cualquier caso, Shevchenko es una fuente de información de gran valor para el espionaje estadounidense. ya que no sólo es un experto en negociaciones de desarme. sino que conoce a fondo el proceso de decisiones políticas en el interior del Kremlin.
Desde que Arkady Shevchenko abandonara su cargo de subsecretario general para Asuntos Políticos y del Consejo de Seguridad de la ONU, el pasado lunes, corrieron diversas especulaciones sobre los motivos que habrían llevado a un brillante diplomático de carrera a tomar esta drástica decisión. Se dijo incluso que Shevchenko tenía un asunto amoroso en Nueva York y que se había excedido en la bebida en los últimos meses, por lo que fue llamado a Moscú, a lo que el diplomático, que gana unos siete millones de pesetas anuales en la ONU y vive en una lujosa zona de Manhattan, se negó en rotundo.
Shevchenko sigue oculto en algún lugar cercano a Nueva York, y al parecer está protegido por agentes de la FBI. Noticias sin confirmar aseguraban ayer que el desertor soviético se entrevistó en secreto con los embajadores rusos en Washington y en la ONU, que le pidieron que regresara a su país, a lo que él se negó. Las autoridades soviéticas dijeron la semana pasada que Shevchenko era prisionero del espionaje norteamericano.
Las revelaciones de la prensa estadounidense ofrecen una nueva visión del escándalo Shevchenko, que parece cada vez más entrar en el oscuro terreno de las luchas entre los servicios de inteligencia y que supondría -de confirmarse totalmente- un serio revés para los soviéticos: que nunca hasta ahora habían perdido un peón de tanta importancia.
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