"Comprendo la amargura del ejército al abandonar el Sahara"
El turno de preguntas y respuestas al término de la intervención del diputado Antonio Carro no fue falto de interés ni de emoción. Hubo tensiones en la discusión, similares a las que los señores Carro y Piniés protagonizaron en la sesión de la mañana, y todas ellas fueron justificadas por el propio orador, quien excusó repetidas veces su temperamento.
El señor Carro inició el turno de preguntas con una aclaración en relación a la discusión mantenida en la mañana con el embajador Piniés. Dijo que por su parte hubo un error de interpretación y reconoció como ciertas las declaraciones de Piniés de que el 28 de abril Hassan habló de una marcha que luego confirmaría formalmente el 16 de octubre de 1975. Añadió que, en su juicio, la declaración de abril no podía interpretarse exactamente como el anuncio de la marcha, y luego se deshizo en elogios de la gestión diplomática del señor Piniés y de su persona, pidiéndole toda clase de disculpas.Incidente con Lasuén
Inmediatamente después se inició un turno de preguntas por parte de UCD, que fueron iniciadas por el diputado José Ramón Lasuén, protagonista de un nuevo incidente. Lasuén presentó una pregunta de más de cincuenta líneas en la que se criticaba toda la política del Gobierno descolonizador del Sahara, utilizando argumentos presentados por los anteriores informadores. El diputado Carro contestó a Lasuén que no comprendía cimo un diputado de UCD lo veía todo tan crítico y tan negativo, y que el Gobierno tiene archivos y argumentos necesarios para contestar a UCD, por lo cual no estaba dispuesto a responder. Vino el revuelo; el diputado socialista Luis Yáñez se ofreció para apadrinar las palabras en nombre de su grupo, Lasuén pidió la palabra por alusiones, y el presidente de la Comisión, Ignacio Camuñas, solicitó tranquilidad al diputado ucedista.
Aparte de este incidente y de otros dos que discurrieron en el largo interrogatorio de más de cincuenta preguntas entre el señor Carro y los diputados Lluchs y Martínez Pujalte (de Socialistas de Cataluña y UCD, respectivamente), cabe señalar las siguientes respuestas del señor Carro:
La Operación Golondrina estaba preparada ante cualquier eventualidad para retirar a los españoles del Sahara y no sólo para ceder la administración del Sahara a Marruecos.
-Las operaciones de la negociación con Márruecos fueron llevadas conjuntamente entre Asuntos Exteriores y Presidencia, y hubo solidaridad en el Gobierno.
-Mi viaje a Marruecos para conversar con el rey Hassan estuvo solamente destinado a conseguir la retirada de la marcha verde. No hablé bajo presión ni ofrecí nada a cambio. El rey Hassan aceptó retirar la marcha verde y yo le entregué una carta (que consulté a Madrid) en la que señalaba que las negociaciones podrían reanudarse una vez retirada la marcha verde. Así mismo me ofrecí a llevar al príncipe de España una carta de Hassan II, en la que éste reiteraba sus ambiciones territoriales.
-La decisión de abandonar el Sahara incluyó el análisis de la defensa de Canarias por la Junta de Defensa Nacional, en la que se acordó que el Sahara no era tan importante, aunque toda base enfrentada siempre es útil.
-Existió la posibilidad de haber transferido el Sahara a una administración de las Naciones Unidas con soldados españoles portadores de cascos azules, lo que en realidad era el plan Waldheim; pero ello fue una posibilidad inoperante, ya que cuando nos fue ofrecida (noviembre del 75) la situación en el Sahara era candente. La ONU reveló una vez más su ineficacia.
-Todas las altas jerarquías de Estado tomaron parte en la decisión del cambio de óptica del proceso de descolonización del Sahara.
-Todos sabemos que el régimen anterior estaba impregnado por el personalismo del jefe del Estado, que tenía facultades legislativas especiales. Por ello, al ponerse enfermo no pudo aprobarse el estatuto de autonomía del Sahara. Además, el Príncipe de España no tenía los mismos poderes estatales.
-El proceso de descolonización del Sahara no está terminado, falta la autodeterminación. El procesó para España sí está terminado.
(Pasa a la página 12 )
(Viene de la página 11)
-Comprendo que él Ejército español estuviera decepcionado y sufriera con amargura el abandono del territorio del Sahara. Pero estoy seguro de que lo hizo con alegría y que lo aceptó como la mejor de las soluciones. Es interesante un informe de la jefatura de información del Alto Estado Mayor Central, donde se reconoce el malestar, pero donde se dan como razones de las ventajas de la solución descolonizadora última la actuación de la ONU, el agotamiento de posibilidades democráticas, las ventajas de fosfatos y pesca del acuerdo, la autodeterminación pendiente saharaui y las injerencias e intrigas de Argelia y Marruecos en el proceso, así como el agotamiento de todas las posibilidades diplomáticas.
-Es cierto que existió en el Ejército un sector integrista («que pensaba al parecer lo mismo que el PSOE lo hace hoy», dijo, refiriéndose a una pregunta del señor Yáñez sobre la indignación del Ejército), que atacó duramente mi gestión y mi participación en el proceso descolonizador. En esta línea se inscribe el artículo publicado en El Alcázar por Jerges. A raíz de ese artículo, el teniente general Gutiérrez Mellado me escribió una carta personal en la que declaraba su indignación por este artículo.
-La retirada no fue una derrota, y una victoria sólo podía haberse conseguido con agresividad. No habría sido prudente que nuestras fuerzas ocuparan Rabat o Casablanca o Argel, para luego retirarse a sus fronteras. La rentabilidad de esta operación habría sido inútil.
-Existía la posibilidad de que un Ejército desgastado o derrotado, con la moral baja, y sin las banderas desplegadas, podría, a la vuelta del Sahara, ser un elemento desestabilizador del régimen anterior. Pero al régimen anterior no había más alternativa que la democrática.
- La decisión de poner las minas en el Sahara a siete kilómetros de la frontera, ante la marcha verde, correspondió al Ejército y no fue estrategia del Gobierno para dejar entrar la marcha dentro de la frontera.
Por último, el diputado socialista Lluchs le preguntó al señor Carro si el Gobierno no se había limitado a distribuir una cascada de elogios al Ejército en el momento de la retirada, a la vez que colgaba en sus espaldas la responsabilidad del abandono del Sahara. Antonio Carro, nervioso, y exaltado, dijo: «No le conviene hacer esta pregunta. ¿A quién se le pueden exigir responsabilidades? ¿Quieren manchar una página limpia de la Historia de España?»
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