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"No creo que estemos en la decadencia de la novela Iatinoamericana"

Entrevista con Fernando del Paso

El escritor mexicano Fernando del Paso está estos días en Madrid para intervenir en un programa de la televisión española sobre Palinuro de México, su última novela, editada aquí por Alfaguara. Palinuro fue unánimemente elegido Premio México de novela por un jurado internacional reunido en 1976. El dinero de ese premio le ha permitido a Fernando del Paso aliviar sus ocupaciones profesionales -trabaja en los servicios latinoamericanos de la BBC de Londres- y dedicarse a recopilar material para su tercera novela. Su primer libro, José Trigo, publicado en 1966, fue un gran éxito de crítica. El triunfo no hizo variar la naturaleza tímida y la ironía que sobre sí mismo muestra este escritor de 42 años. Juan Cruz Ruiz dialogó con él.

Palinuro de México está próximo a conocer su segunda edición, lo cual es notable en un libro de sus dimensiones -727 páginas, novecientas pesetas de precio y publicado hace sólo unos meses- «No cabe duda -dice Fernando del Paso- que, con respecto a José Trigo, Palinuro resulta más accesible a los lectores. En efecto, sorprende la aceptación que ha tenido si se tienen en cuenta las circunstancias del volumen. Creo que el público que se ha acercado a Palinuro es fundamentalmente distinto al que leyó José Trigo, porque son dos novelas básicamente distintas. José Trigo tenía como protagonista al lenguaje, mientras que en Palinuro existe la voluntad de crear una o varias historias con personajes que tienen nombre propio.»José Trigo fue una sensación dentro del mundo de la cultura latinoamericana. La falta de entusiasmo por las relaciones públicas que tiene Fernando del Paso hizo que la obra se leyera y se comentara, pero impidió que su autor saliera constantemente en los periódicos como integrante de lo que entonces -1966- comenzaba a ser el pleno boom literario latinoamericano. «Me he separado de las obsesiones formales de José Trigo porque quería escribir Palinuro. Si hubiera seguido pensando que el lenguaje debía permanecer como protagonista hubiera escrito durante toda mi vida la misma novela.»

La disciplina literaria de Fernando del Paso es muy estricta. «Me siento a la máquina de dos a tres horas diarias, aunque no tenga nada que decir. Y cuando me parece que tengo menos que decir, esas dos o tres horas resultan más fructíferas. Por otra parte, creo que se escriben libros no sólo cuando se escriben físicamente, sino cuando uno se informa, sueña, vive, camina y lee.»

En el caso de Palinuro, Fernando del Paso se ha documentado en el conocimiento de la medicina, que se halla presente con insistencia en la novela. Los datos que aporta sobre la vida cotidiana son, por otro lado, precisos y obsesivos. Es un reflejo del carácter de Fernando del Paso, que habla con la misma minuciosidad y precisión que narra.

«Vivir fuera de mi país me ha afectado muchísimo, pero resulta difícil apreciar en qué grado. Yo estoy de acuerdo con Ernesto Sábato en el sentido de que la ausencia del propio país aumenta la perspectiva. Hasta qué punto tal perspectiva se acentúa depende de la edad y del tiempo en que uno viva fuera, así como del lugar en el que se produzca el trasplante. Yo proyecto ahora regresar a México y estar allí, en la capital, el tiempo que me permita la propia estructura de la ciudad, que es ahora invivible.»

Venir a Europa fue para Fernando del Paso «la oportunidad de reafirmar todo lo que de occidental tengo. Londres, donde resido desde al menos ocho años, contribuye mucho a enriquecer el espíritu. Las experiencias son allí múltiples y no se reducen sólo al ámbito de la vida personal, sino que se producen a través de vehículos culturales que en Inglaterra son excepcionales, como la prensa y la televisión. Ahora me va a ser difícil salir de Londres, porque allí se han producido vínculos que son más que nada culturales, porque el mundo personal de los ingleses es algo en lo que no he podido penetrar».

La vitalidad de la novela latinoamericana, cree Fernando del Paso «es un fenómeno presente. En el caso de nuestra novelística, el mito precedió a la realidad. Yo no creo que haya habido un auge y ahora nos hallemos en la decadencia. En todo caso, no se puede hacer ningún juicio en este tono hasta que no pase algún tiempo. De las novelas latinoamericanas que se han publicado hasta ahora yo no podía escoger una en particular como más representativa. ¿Rulfo? Sí, ha sido una influencia fundamental y debe hallarse presente en alto grado en mi obra, porque cuando escribí José Trigo incluí un pastiche en el que lo imitaba. Quienes leyeron la obra vieron a Juan Rulfo en muchos sitios de José Trigo, pero no lo hallaron en el pastiche».

Tercera novela

Fernando del Paso no ha empezado a escribir físicamente su tercera novela. «Tengo cada vez una idea más clara de lo que va a ser. Mis ideas de la novela surgen mucho antes de que comience a escribir. Estará basada en la la realidad histórica llamada «imperio mexicano», pero no será una novela histórica ni una historia novelada, sino una novela, simplemente. Para mí la novela es imaginación. Esta obra que voy a escribir se abrirá con una frase: «La imaginación, la loca de la casa». Y estará llena de historias, porque, igual que Borges, yo podría decir que me apasionan las anécdotas.»Fernando del Paso es también un pintor al que se le puede notar un cierto celo por su otra obra cuando uno insiste demasiado en su trabajo como novelista y se olvida de la pintura. «Ahora voy a iniciar una nueva etapa en mi pintura. Pretendo dibujar parte de lo que he escrito, sin que esto quiera decir que voy a ilustrar mis libros.» En Palinuro es obvia la obsesión pictórica de Fernando del Paso, aunque quizá sea más fuerte el sentido del humor, un elemento que uno descubre pronto en la manera de ser de este mexicano tímido que ha escrito una obra de gran coherencia y que se sigue manifestando como si continuamente fuera a escribir su primer libro.

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