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La venta de armas a Marruecos

Las decisiones tomadas por la alta diplomacia norteamericana parecen basadas, demasiado a menudo, en el principio «en la duda, enviamos armamento».. Este parece ser el caso de la posibilidad que el presidente Carter considera de vender al rey de Marruecos, como recompensa a su apoyo a Sadat en la cuestión árabe-israelí, veinticuatro aviones equipados para la lucha anti-guerrilla y veinticuatro helicópteros con ametralladoras. La recompensa es demasiado cara si se considera que este armamento sería utilizado para dominar un territorio sobre el que Marruecos no tiene soberanía.Desde que en 1975 Madrid se retiró, repartiendo el territorio entre Marruecos y Maurítania, el Frente Polisario está luchando por su independencia con armamento soviético proporcionado por Argelia.

El Sahara juega un papel esencial en la lucha por el predominio en el norte de Africa, entre el socialismo de Argelia y la monarquía de Marruecos. Las relaciones entre estos dos países, nunca muy cordiales, están actualmente muy deterioradas y el enfrentamiento entre ambos podría arrastrar a la Unión Soviética y a Estados Un¡dos,que apoyan a bandos opuestos.

Washington, al igual que otros Gobiernos, no reconoce las reclamaciones ni de Marruecos ni de Mauritania, sino que es partidario de el derecho del pueblo saharaui a su autodeterminación, aunque las relaciones con Argelia se han enfriado últimamente, ya que este país apoya a los países árabes que mantienen posturas anti-israelíes, y siendo además un país líder militante en el norte de Africa.

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La Administración Carter no debería expresar su gratitud con armas, ya que éstas serían usadas para impedir, el deseo del pueblo saharaui a expresar su autodetermínación a través de un plebiscito supervisado por las Naciones Unidas.

Dadas las circunstancias, la Administración norteamericana no debe imitar a sus predecelores, dando la espalda a Argelia, ni tampoco debe de tomar decisiones que apoyen al Gobierno marroquí en sus reclamaciones sobre el territorio del Sahara.

La mejor política sería el apoyo del deseo de autodeterminación del territorio en disputa, y una postura neutral ante los países en contienda, negando a Marruecos su petición de armamento y usando su influencia con Francia para que éste país le apoye en esta política de no intervención.

, 6 febrero

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