Cuenca: un relato para el conociento colectivo

Un libro sobre Cuenca -como un libro sobre cualquier otra provincia de carácter parecido, esto es, de esas provincias cenicientas de los últimos lustros- es un acontecimiento.En las entrañas culturales de una provincia -de un país-, un libro, y especialmente cuando ese libro aborda la temática del conjunto provincial, no sólo supone un hito en el acontecer de esa tierra, sino que se integra en su propia historia. Este es el caso de Cuenca: cosas y gentes. Trescientas setenta y seis páginas de texto y fotos sobre La Serranía, La Mancha, La Alcarria, La capital, de las andanzas de Don Quijote por tierras de Cuenca, del yantar en esta tierra y de cómo esta tierra llegó a ser provincia de Cuenca, podrían no haber estado -como lo están- bien presentadas en una encuaderhación cuidada y una maquetación con gusto. El resultado sería el mismo: Cuenca tendría su libro. Y ya lo tiene.

Cuando los territorios más prepotentes o concienciados reafirman su identidad y buscan sus autonomías, en provincias como Cuenca, dejádas de la mano de Dios, se parte de los primeros presupuestos de la lucha: la sistematización de datos para el conocimiento colectivo. Este texto récién editado supone para el conquense y para el lector en general un acercamiento a las esencias del terruño y un puente para otras empresas.

El libro, tanto en el relato como en las fotografías e ilustraciones, «no es objetivo ni frío, sino que nace de lo más profundo del amor que provoca esta tierra en quienes se acercan a ella con afán de entendimiento y comprensión». Así se dice en el prólogo y así se advierte a lo largo de sus páginas, que son como el recorrer rincones y rocas, pinos, chopos y trigales, ríos y alfares, lagunas y cañadas, hoces y torcas, oteros y lomas, sembrados y casas nobiliarias, cosas y gentes.

Igual los autores que el grupo editorial son gentes jóvenes de Cuenca. Profesionales inquietos que intentan, desde hace unos tres años, dar un nuevo sesgo al mecanismo de la comunicación social en Cuenca, bastante anquilosado a pesar de ser la capital un foco de aisladas llamaradas artísticas.