El miniparaíso fiscal navarro

Estoy, en general, de acuerdo con el editorial del día 18. La preautonomía vasca, en el congelador. Habría que matizar ciertos extremos y, sobre todo, conocer mejor la historia lejana y reciente para no caer en ciertos juicios demasiado, simplistas. Por ejemplo, lo sucedido con el estatuto navarro y vasco-navarro en 1931-32, la compleja gestación del pacto autonómico reciente entre el PNV y el PSOE.Me parece también peligroso hablar de «sedicente españolismo»de algunos sectores de Navarra, porque esto llevará a otros a hablar de «sedicente vasquismo», «sedicente catalanismo», etcétera, y tendremos así una letanía de sedicentes. Más peligrosa me parece aún la referencia a los «deseos, sólidos y materiales, de perpetuar un miniparaíso fiscal, al que se han acogido personas y empresas procedentes de otros lugares de la Península». No creo que estos deseos sólidos y materiales sean característica exclusiva de quienes rechazan la vinculación de Navarra con Euskadi, ni mucho menos. Ni esta vinculación tendría, en principio, por qué mermar las ventajas del miniparaíso. Al revés: quienes son partidarios de la integración aseguran y reaseguran en las páginas de EL PAIS del mismo día que ella defenderá y potenciará la autonomía de Navarra.

Esta es una cuestión delicada y grave, que no puede plantearse en las lides preautonómicas. Para muchos navarros, partidarios o no de Euskadi, el fuero es ante todo el huevo. Que sea el huevo para todos p para unos pocos, que sea sólo para los navarros o para todos los españoles, no depende sólo del navarrismo o del aberizalismo de unos y otros, sino de un replanteamiento total del concepto de autonomía, que para muchos de nosotros pasa por la socialización y, cuando lo hagamos posible por el socialismo.