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Reportaje:Navidades negras en las dictaduras latinoamericanas / y 3

Uruguay: 300.000 exiliados esperan

La autoridad militar uruguaya, los milicos, ha prohibido de manera tajante y contundente cualquier manifestación artística o texto que se relacione con la escuela pictórica «cubista» por «tratarse de propaganda castrista».Esta disposición -una de las más recientes- del régimen militar uruguayo resume la actitud del Gobierno dictatorial de Montevideo ante la cultura.

Sin embargo, la frase que relaciona la genialidad de Picasso y un determinado régimen político ni siquiera esboza las prácticas de la dictadura contra, todo un pueblo, caracterizado por poseer el mayor número de presos políticos de todo el planeta, desde que en junio de 1973 un golpe de Estado barrió de la dirección ejecutiva uruguaya las cenizas del sistema democrático más estable del hemisferio suramericano desde el siglo pasado. Hoy algo más de 300.000 uruguayos sentirán añoranzas, desde diferentes países, de las Navidades que anos atrás festejaron en el interior de Uruguay. La dictadura militar ha impuesto al 12 % de la población una emigración forzosa.

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Pero la represión interna no deja de aumentar, un régimen al que sele califica sin ambages de fascista ha detenido y torturado desde hace cuatro años a unos 50.000 ciudadanos, hoy convertidos en súbditos.

También las aulas de la universidad, que consiguieron en 1958 una autonomía de gestión, son víctimas de una represión más sofisticada. Uruguay, que hace diez años se situaba entre los países más cultos del mundo, posee en la actualidad una universidad que funciona bajo control militar directo, lo que llevó, consecuentemente, a la «fuga» hacia el exterior o al interior de las cárceles a profesores, investigadores, científicos y técnicos superiores.

El ejército es el dueño absoluto de la, situación, lo que no impide que algunos sectores de las fuerzas armadas, se hayan enfrentado en los últimos meses al sistema represivo implantado, pagando con la cárcel y la tortura su deseo de transformar el papel político de los militares.

En tanto la situación económica ha llegado a los límites del caos, una desfiguración absoluta del panorama económico de hace unos años, cuando Uruguay era calificado, como «la Suiza americana».

El paro, la inflación, la deuda exterior... no impiden, de todas formas, que el ejército y la policía se beneficien de casi la mitad del gasto nacional.

Un síntoma de alto nivel de caos económico lo muestra el hecho de que a pesar de las facilidades dadas a los inversores extranjeros, que les produciría increíbles beneficios, de acuerdo con una reciente medida gubernamental, casi nadie ha respondido a la llamada.

Paralelamente, ha desaparecido gran parte de la mano de obra juvenil, que prefiere trabajar en Australia, Suecia o Canadá a permanecer en el interior de un país cuyo Gobierno, a la hora de elaborar las estadísticas laborales, reconoce un 12 % de parados y considera empleada a toda persona que trabaje al menos cuatro horas al mes.

También la represión se ejerce en el empleo, donde la SIMACO, un organismo policial de control de las personas, estudia cada solicitud de trabajo, pasando informes a las empresas en las cuales se solicita el trabajo.

El comercio exterior, que se fundamenta en los productos cárnicos, ha entrado en picado en el momento en que la Comunidad Económica Europea (CEE) canceló las importaciones procedentes de Uruguay.

La situación económica, pues, es algo mucho más que mala. Sin embargo, según un comentarista uruguayo afincado en Francia, el Estado se las ingenia para inaugurar cada mes una nueva prisión.

El peso de Estados Unidos

Los escarceos políticos han cristalizado en tamizadas declaraciones sobre la «reconstitucionalización» del país y eventuales elecciones para 1981 tras las visitas a Suramérica « del congresista estadounidense Todman y posteriormente del secretario de Estado, Cyrus Vance, después de los continuos enojos del presidente Carter ante el cariz impresentable que toman algunos aliados, caso de Uruguay, quienes diariamente se enfrentan a la comunidad internacional como transgresores permanentes de los derechos humanos.

La presencia de Estados Unidos en la zona es fundamental. La oposición estirna con claridad que sin la aquiescencia de Washington no es posible ningún cambio político en el país.

Pese a ello, la resistencia al régimen militar de Montevideo continúa desde el interior del país y desde el extranjero, donde periódicamente se desarrollan campañas de solidaridad con un pueblo al que le está prohibido, incluso en estas fechas, la solidaridad consigo mismo.

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