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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Matar la noche

Matár el día, matar el rato o matar la araña es un deporte nacional y simpático en este país de vagos. Me lo decía una vez Julián Ariza, el líder obrero, en los tiempos heroicos:-A mí, en la fábrica, nunca me dejaron matar la araña.

A lo mejor por eso se hizo de Comisiones, aunque yo le conozco un poco y creo que tenía más graves razones. Matar la noche es otra cosa, matar la noche es lo que hizo Fraga cuando ministro de Gobernación, que escribí yo en el Destino de Baltasar Porcel un artículo titulado así, Matar la noche, que es que uno se repite mucho, y ustedes perdonen, pues ya dicen hasta los manuales que la repetición es la clave del estilo, y dice Eugenio Montes que estrofa es lo que vuelve. Yo no escribo más que estrofas. Como los tiempos eran malos, don Manuel decidió por entonces cerrarlo todo muy temprano, porque la Historia ha recogido ya, con pluma de ave heráldica, que la calle era suya, que los presos eran suyos, pero no ha recogido este dato más importante: la noche también era suya. De don Manuel Fraga. Ahora, el dueño de la noche, o sea Suárez, ha decidido que cerremos temprano y matar la noche, al mismo tiempo que muere Lola, espejo oscuro de la noche madrileña.

¿Por qué cuando hay crisis, cuando hay paro, cuando no hay pasta, cuando no hay energía, nuestros gobernantes, autoritarios o demócratas, deciden siempre matar la. noche? Deben tener una idea noctívaga y golfa del pueblo español, se creen -que nos pasamos la noche por ahí de farra, con las meretrices de la plaza del Carmen, gastando crudos, dilapidando productos energéticos y la herencia de nuestras tías.

Me lo dijo don Francisco de Quevedo en la escalinata de San Felipe, terciado el siglo XVII, mientras un limpia le sacaba brillo a sus espuelas de oro:

-Los políticos son caballeros que trasnochan de día.

. Y como ellos trasnochan de día y se corren sus juergas políticas a media mañana, en la Moncloa, decidiendo si se disuelven o no se disuelven, pues a nosotros nos matan la noche. ¿De verdad creen que un país se salva dando puerta a los nocherniegos de la Gran Vía? Los bancos españoles han ido a comprar bancos enteros a Puerto Rico, y algún banquero español, banquerito valiente, ha comprado dólares a ciento cinco púas. O sea, que hay pasta para lo que hay pasta y algunas fábricas paran, y algunas oficinas de crédito, porque la peseta está en Puerto Rico y otras islas afortunadas, corriéndose una farra caribe y haciendo el travestí del dólar.

¿Se corrige todo eso, tíos, matando la noche, cerrando temprano, pegando puerta al personal, haciéndonos creer de verdad que el país no marcha porque somos unos manirrotos y unos antienergéticos? La televisión también va a cerrar temprano, que es la cara del espejo del alma del Gobierno, y sobre todo para que los trincones esos de las listas tengan menos tiempo de trincar.

Ahora que la noche de Madrid se estaba poniendo buena otra vez, hombre, ahora que había vuelto yo a la noche en busca de los metales nocturnos, ahora que las guías del ocio sin guía vienen llenas de sitios para mucho picar y espectáculos para el rascabucheo, que es como le llama Pepe García Nieto al voyeurismo, ahora van y le ponen candado a la noche, bajan la trampa, matan la noche, que es más una coartada moral que energética, una cosa sicológica, un ejemplo como si dijéramos. Los serenos vuelven, pero el señor Horcajo y Marichari González-Vegas tienen sus dudas sobre cómo y cuándo pueden volver los serenos, de modo que mientras tanto el músculo duerme y la ambición trabaja y rompe escaparates, y mis vecinos los industriales de la Costa Fleming han tenido que financiarse una guardia especial contra los ladrones nocturnos. De nada vale matar la noche, señor Suárez, cuando toda España trasnocha quevedescamente de día gastando carburante, sacando el dinero a Suiza o Puerto Rico, poniéndole lucecitas municipales y anticipadas a la Navidad o aforando primas a Rubén Cano para que meta goles. Las próximas elecciones no las haga usted de noche, Suárez, porque las perderá.

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