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Acuerdo informal para la reapertura en diciembre de la Conferencia de Paz sobre Oriente Próximo

La existencia de un «acuerdo informal» entre Israel, los países árabes, Estados Unidos y la Unión Soviética para reanudar en diciembre la Conferencia de Paz de Ginebra sobre Oriente Próximo, fue revelada ayer por un alto funcionario norteamericano, quien advirtió, sin embargo, que todavía no se ha alcanzado un compromiso definitivo. Según el citado funcionario, que no quiso ser identificado, la discusión de las cuestiones de procedimiento ocupará todavía varias semanas, pero ya se han obtenido importantes avances. El principal progreso logrado en las negociaciones sería la aceptación por los países árabes de participar en la Conferencia de Ginebra formando una delegación conjunta, compuesta por egipcios, sirios, jordanos, libaneses y palestinos.

El problema clave de esta delegación panárabe continúa siendo la representación palestina y, concretamente, el saber quién elegirá a los delegados del pueblo paiestino y hasta qué punto podrán éstos estar vinculados a la OLP. El Gobierno derechista de Israel continúa firme en su negativa a negociar con la Organización palestina, a la que califica de grupo «terrorista», pero podría llegar a aceptar, bajo presión norteamericana, la presencia en Ginebra de delegados palestinos simpatizantes de la OLP o incluso de miembros de segunda fila de la Organización.Mientras el Gobierno de Tel Aviv estudia la «fórmula provisional» elaborada a principios de esta semana por Cyrus Vance y Moshe Dayan, los ministros árabes que asisten a la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, se mostraron optimistas respecto a las posibilidades de que la Conferencia de Ginebra, interrumpida en 1973, se reanude antes de que acabe este año.

Después de tres intensas semanas de negociaciones en Washington y Nueva York, la diplomacia norteamericana trata de hallar uña solución a las cuestiones de procedimiento, que parecen ser ahora las más importantes. Para obviar las susceptibilidades israelíes, la convocatoria para la reapertura de la Conferencia de Ginebra se hará a «todas las partes implicadas en el conflicto », sin citar expresamente a países y menos aún a los palestinos.

Después, la delegación panárabe y la israelí formarían un «grupo plenario» para la inauguración de las sesiones, grupo que posteriormente se dividiría en «grupos de trabajo bilaterales», en los que Israel negociaría sendos tratados de paz con Egipto, Siria, Jordania y Líbano. Por último, los «grupos de trabajo multilaterales», formados por Israel y más de un país árabe en cada uno de ellos, -discutirían el tema palestino y concretamente el futuro de la orilla occidental del Jordán y las compensaciones a los refugiados palestinos. La presidencia de las conversaciones estaría a cargo, alternativamente, de Estados Unidos y de la URSS, quienes ocasionalmente podrían participar en las negociaciones de los grupos de trabajo.

Este complicado sistema de conversaciones no ha obtenido aún el beneplácito de todas las partes implicadas, pero sus líneas generales parecen aceptables tanto para los árabes como para los israelíes, que también aceptan, en principio, que la conferencia de paz se reanude en diciembre. Pero en la práctica, los temas de procedimiento, todavía por discutir, son tan complejos que en Washington se duda mucho de que pueda cumplirse este plazo.

La base para la reapertura de la Conferencia de Ginebra serán las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU, que reconocen el derecho a existir de Israel. Los palestinos se niegan a aceptar dichas resoluciones porque hacen referencia únicamente al problema de los «refugiados», y no al del pueblo palestino. Por ello, la declaración conjunta soviético-norteamericana, que tan criticada fue por los judíos israelies y norteamericanos, serviría Para que los palestinos acudan a la mesa negociadora de Ginebra, ya que en la declaración se habla de los «legítimos derechos del pueblo palestino». Israel, por su parte, podría estar presente también en Ginebra, una vez que Washington reconoció que la declaración conjunta no era un «requisito previo» para la conferencia de paz.

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