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XXV FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIAN

"Pieza imcompleta para piano mecánico", Concha de Oro

La Concha de Oro al mejor cortometraje la mereció Expediente, de Carlos Rodríguez Sanz y Manolo Coronado; el premio especial del Jurado, a La question, de Laurent Heyneman, por su importancia política, y la Concha de Plata a la Dirección fue concedida a Bernard Sinkel y Alf Brustellin, codirectores de La guerra de las muchachas.La Perla del Cantábrico a la mejor película en español la mereció A un dios desconocido, de Jaime Chávarri, cuyo protagonista, Héctor Alterio, obtuvo además el premio de interpretación masculina. El de interpretación femenina fue para Katerine Hunter, por su interpretación en La guerra de las muchachas. Una nueva Concha de Oro, «a una vida dedicada al cine», fue concedida a Luis Buñuel, con motivo de la presentación de su película Cel obscur objet du desir y su presencia en el festival.

Todos los festivales tienen un filme revelación, todos deben contar con alguna historia que, concebida y contada fuera de lo normal, al margen de los cauces tradicionales, venga a justificar, en cierto modo, tantas horas de proyección trivial por caminos ya conocidos de antemano.

Tal es el caso de Tigres de papel, filme nuevo de Fernando Colomo que ya venía precedido de cierta fama desde antes del certamen Hay que reconocer que tal fama no ha sido defraudada. Presentada en la sección de nuevos creadores, es la película que mejor, y más rápidamente ha llegado al público por su espontaneidad y humor, tanto como por la vigencia de su tema y la forma de tratarlo. Basado, a la manera de Lelouch, en unas cuantas situaciones y unos diálogos recreados por los mismos actores, su sensación de realidad va creciendo desde las primeras imágenes hasta componer un retrato de Carmen Maura, sobre todo, que aquí, al final, ha encontrado un papel a su medida, un personaje que es ella misma a la vez y al que sabe dar validez en todo momento, desde los momentos más íntimos hasta los más triviales.

Mezcla de ficción y realidad documental allí donde ésta acaba, la película continúa retratando momentos claves de nuestra sociedad actual no sólo en la actual peripecia política, sino en las variantes amo rosas de esos dos matrimonios que más allá de la moral convencional, ofrecen, por fin, una sincera representación de la vida, a la vez lúcida sincera y divertida.

Heinrich von Kleist, a. caballo entre dos épocas, precursor delel romanticismo, cruzó por la vida sin apenas dejar huella entre sus contemporáneos. Sólo Goethe puso en escena alguna de sus obras y sin embargo hoy su original personalidad, en la que ética y pasión se enfrentan, se reconoce como las más importantes de su siglo en Alemania. Su exaltación del individuo le llevará, a través de una rica experiencia humana, a través de la angustia y la soledad, hasta las puertas mismas del existencialismo.

Una vida tal entre vacilaciones y amores varios que habría de llevarle desde los brazos de sus amigos íntimos hasta los también hombrunos de su hermana, ha acabado inevitablemente en el cine narrada un tanto púdicamente y de modo tan prolijo que para un público no iniciado corre el riesgo de parecer monótona. Quizá para los espectadores alemanes no resulte tal y es preciso añadir que bien realizada, salvo alguna ingenuidad evidente, se nos presenta como una obra total.

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