Los ganaderos españoles exigen garantías para la lidia en Quito
Hasta ahora mismo, y durante años, ha existido el negocio -redondo negocio- de la exportación solapada de sementales de bravo a Ecuador, con sustancioso beneficio para el que hacía las veces de exportador y con perjuicio para el ganadero español. Pero se va a acabar. La Agrupación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, exige garantías. Si no se le dan, no venderá ni un solo ejemplar para las corridas que se programen en aquel país.La mecánica, practicada por los hermanos Lozano que son los empresarios de la plaza de Quito, es ingeniosa: compran a ganaderos españoles corridas para la feria de aquella capital. Las compran, naturalmente, al precio normal de una corrida de toros que va a ser lidiada en cosos americanos, y con este fin, según contrato. Cuando se celebra la corrida, al toro que da juego en la proporción y características convenientes, se le indulta. Y se vende, en subasta, a los ganaderos del país, para que puedan utilizarlo como semental. Una parte del producto de esta venta es para obras benéficas (así lo dispone la legislación del país) y otra para el empresario. Ninguna para el ganadero español.
La exportación de sementales de la ganadería española de bravo a América está autorizada, pero, naturalmente, el ganadero fija un precio, que generalmente es elevado, puesto que no tanto el ejemplar en sí como su casta tiene un gran valor, y además hay que solicitar licencia de exportación al Ministerio de Comercio, por los trámites, vicisitudes y abonos de derechos que son del caso. Con la fórmula de los señores Lozano, en cambio, todos estos pasos y pagos no existen, porque les es más directo y ganancioso el cauce que han encontrado de disfrazar de toro de muerte al que será semental.
A los ganaderos ecuatorianos les viene muy bien el truco, pues en cada feria encuentran sangre brava, contrastada en plena lidia, de toro español para mejorar sus productos que, según tenemos entendido, tiran a moruchos. Y muy mal a los españoles, a quienes les queda la sensación de que les han dado el timo, porque por el precio de seis toros de muerte venden espectáculo y un lote del que pueden salir, y de hecho salen, uno o varios sementales. Pero han decidido cortar por lo sano. Se han reunido y han acordado no vender ni un solo toro para la plaza de Quito, si el empresario no les ofrece garantías previas de varia índole (entre ellas económicas) para el caso de que cualquiera de los ejemplares vaya a ser destinado a semental.
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