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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

En busca del predominio

LAS RELACIONES entre Norteamérica y la Unión Soviética han entrado en una fase de deterioro que se hace pública de día en día. Tras las dificultades de la reunión preliminar de Belgrado, Brejnev ha hecho llegar sus quejas al presidente Carter. Tres son los puntos de fricción entre USA y URSS: el problema de los derechos del hombre, enarbolado por la Casa Blanca como condición previa de toda gran negociación internacional; la congelación de los intercambios industriales y tecnológicos entre las dos superpotencias; y la política de limitación de armamentos estratégicos, modificada últimamente por las decisiones del presidente norteamericano.El bombardero B-1, supersónico (Mach 2) y pilotado, ha sido sacrificado por una decisión del presidente Carter, en favor del misil crucero, infrasónico y no pilotado. ¿Qué interés puede tener esta decisión para los países que se pueden sentir más o menos protegidos por la sombrilla nuclear norteamericana? ¿Qué interés, aparte del ahorro de las decenas de miles de millones de dólares del contribuyente norteamericano, que ya no se van a emplear en construir el bombardero de los años noventa, y la pérdida de 40.000 puestos potenciales de trabajo?

Es difícil evaluarlo. Sin embargo, un rasgo aparece a primera vista. En este caso, se ha optado por una tecnología relativamente sencilla (el misil crucero es como una bomba volante de la segunda guerra mundial perfeccionada) y relativamente barata (los mayores misiles cruceros pueden costar, a precios de hoy, un millón de dólares), abandonando una tecnología de punta (grandes pesos, grandes velocidades, grandes distancias) a precios exorbitantes (un B-1 cuesta lo que doscientos misiles cruceros Ello quiere decir que la brecha de la tecnología militar entre los países no se abrirá, en este caso, todo lo que hacía temer el desarrollo del B-1. Las nacionas del común pueden desarrollar con dificultades sus misiles cruceros, pero no podrían alcanzar sus B- 1 particulares. No es bueno que se propaguen las armas más poderosas, pero ya que existen, es bueno que al menos otras se democraticen

En la tríada disuasoria norteamericana (bombarderos, cohetes balísticos intercontinentales y submarinos nucleares) se puede producir de modo definitivo la retirada del ser humano en la conducción del ataque. En efecto, ni los cohetes intercontinentales ni los submarinos están pilotados en su trayectoria; no ocurría así con los bomba deros estratégicos, los B-52, que debían acercarse por medios clásicos de vuelo al objetivo, con todos los riesgos que ello comporta; ahora, el desarrollo del midil crucero permite que los B-52 los lancen a distancias que varían entre 1.200 y 3.000 km. del blanco, confiando al automatismo del misil su trayectoria. En esta trayectoria, así como en las medidas de defensa contra esos misiles, intervienen de modo particular y decisivo los elementos meteriales y teóricos de la electrónica, lo que acentúa otro rasgo más de la tendencia creciente a la deshumanización de a guerra.

La deshumanización de la guerra no implica que ésta necesariamente se haga más inhumana. No hay medidas fáciles para discernir grados mayores o menores de inhumnidad, una vez que las armas atómicas existen. La deshumanización queda igualmente patente en la decisión del Senado norteamericano de proceder con la fabricación de la bomba de neutrones, lo que no quiere de ir que sea más inhumana. En efecto, la bomba de neutrones mata a los seres humanos por radiación, pero, dado que su explosión es pequeña, su efecto destructor sobre el medio físico es menor; los hombres mueren, pero las propiedades y los armamentos permanecen intactos. No hace falta caer en el cinismo para reconocer que tal arma introduce una mejora sobre las armas nucleares clásicas que también matan al ser humano, pero, ade más, destruyen sus ciudades, industrias y obras públicas.

El desarrollo del misil crucero y su entrada en la tríada estratégica norteamericana aleja un poco más la posibilidad de contener las conversaciones sobre limitación de las armas estratégicas (SAALT II), dentro de las consideraciones númericas.

En la actual coyuntura internacional, con una crisis a la vista en la cumbre del poder soviético y un ingeniero nuclear en la Casa Blanca, hay que observar con suma atnción los movimientos que puedan alterar el equilibrio de fuerzas entre los dos grandes. Mientras las mesas deconferencia siguen manejando los tópicos de rigor, se trbaja bajo la superficie para lograr un «golpe final» en la carrera de la tecnología bélica.

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