Veto de Carter al superbombardero B1
El presidente Carter cumplió ayer una de sus promesas electorales al suspender el programa de construcción del nuevo y costoso bombardero estratégico «B-1», con lo que se puso al lado de los sectores más liberales del Congreso y se enfrentó a la industria bélica y los sindicatos, que habían defendido la realización del proyecto militar más caro de la historia.Carter anuncio su oposicion al B-1 en su décima conferencia de prensa, que fue televisada en directo a todo el país en la tarde de ayer. Tras calificar su decisión como una de las «más difíciles» que habia tenido que tomar en sus cinco meses en la Casa Blanca, el presidente argumentó que el bombardero era un arma muy cara, pensada antes de que existiera el misil «Crucero», lo que hacía desaconsejable su fabricación en serie, que hubiera costado a los contribuyentes norteamericanos 100.000 millones de dólares. Sin embargo, el actual programa de pruebas del B-1 continuará adelante, según anunció Carter.
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La decisión de Carter sobre el "B-1" condicionada a la evolución de las relaciones con la URSS
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La decisión presidencial causó sorpresa en los medios políticos y periodísticos de Washington, ya que la opinión más extendida era que Carter optaría por aprobar un desarrollo parcial del programa, en el que se construiría tan sólo la mitad aproximadamente de los 244 aparatos solicitados por la Fuerza Aérea. Diversos congresistas, que visitaron a Carter en la Casa Blanca en las pasadas semanas, coincidieron también en afirmar que creían que el presidente iba a dar su visto bueno al programa del nuevo bombardero.
Carter explicó que se había acercado con «mentalidad abierta» al problema y que había estudiado concienzudamente los documentos secretos en los que se detallan las características del B-1. Sus promesas electorales de suspender el programa no influyeron en su decisión, dijo, porque él busca lo mejor para el país y no le hubiera importado cambiar de opinión.
Preguntado si la suspensión del proyecto era una señal dirigida a los soviéticos, de cara a las conversaciones SALT, el presidente respondió que no negaba que eso hubiera podido ser un factor potencial, pero que no había influido en su decisión. «Si hubiera querido utilizar el B- 1 como una mercancía para negociar hubiera dicho que adelante con el proyecto.»
Carter volvió a repetir que le gustaría entrevistarse próximamente con el presidente soviético, Leónidas Brejnev, pero dijo que aún no había fecha ni lugar fijados para el encuentro, con lo que desmintió los rumores que anunciaban una pronta entrevista que se celebraría en Alaska.
El presidente expresó su confianza en que el Senado y la Cámara de Representantes apoyen su decisión sobre el bombardero estratégico y reconoció que si las relaciones con la Unión Soviética se deterioran «drásticamente» en el futuro, tal vez se viera obligado a cambiar de opinión respecto al B-1. La Cámara de Representantes había aprobado el miércoles por notable mayoría la provisión de fondos para la construcción de cinco nuevas unidades experimentales del aparato.
La defensa de Estados Unidos, continuó Carter, seguirá estando basada en la «triada» actual: misiles balísticos intercontinentales, misiles disparados desde submarinos y bombarderos pilotados. Sin embargo, el presidente se mostró partidario de un mayor desarrollo del misil «Crucero», un proyectil de gran precisión que puede «leer» los accidentes geográficos del suelo mediante un computador y que vuela a baja altura.
El «Crucero» puede ser disparado también desde aviones, y Carter se pronunció por un programa de perfeccionamiento de los actuales bombarderos B-52 para que puedan incorporar este misil a su armamento, así como por la creación de versiones militares de reactores comerciales, como el Jumbo, con el mismo fin.
Los partidarios del B-1 argumentan en su favor la efectividad de esta arma que, dada su capacidad de vuelo a baja altura, puede pasar inadvertida a los radares de la Unión Soviética.
Por su parte, aquellos que se oponen a la fabricación del sustituto del B-52 están de acuerdo con Carter en que resulta demasiado caro el proyecto, y agregan además que el B-1 resulta innecesario en una época en la que la estrategia se establece en base a los misiles.
Bases en Europa
Por su parte el Senado aprobó el miércoles en votación nominal un presupuesto de 3.130 millones de dólares, que comprende 420 millones (29.400 millones de pesetas). para el ejército y las instalaciones estadounidenses en Europa.
También se incluyen sumas para refugios, hangares, aeropuertos y otras obras de construcción en España, República Federal de Alemania e Inglaterra.
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