La Iglesia española, durante el franquismo

Proliferan, de un tiempo a esta parte, ensayos históricos sobre la Iglesia durante el franquismo. Como carecemos de análisis y aun de síntesis importantes acerca de la historia de la Iglesia española en los siglos XIX y XX -y antes-, huelga afirmar que casi todos estos ensayos carecen de base y se montan sobre el prejuicio y la superficialidad.En heterogéneo conjunto de ensayos que integran este desigual volumen hay uno -Formas de vida de la Iglesia en España, 1939-1975- debido a Fernando Urbina, que no sólo es importantísimo, sino que -junto con sus antecedentes, merecidamente citados, de Alvarez Bolado y Setién- y al lado de la célebre monografía de monseñor Montero, no reeditada por torpes razones de oportunismo y cobardía, es ya pieza esencial en la historiografía de la Iglesia española contemporánea. Otro estudio, debido a Rafael Belda y centrado sobre la Iglesia y el sindicalismo vertical, es, en tono menor, interesante. El resto de los ensayos puede ir directamente al cesto de los papeles. No sirven para nada. Un historiador de raza como Casi miro Martí escribió su ensayo en horas bajas; no ensambla la historia general con la corriente eclesiástica. Las ingenuidades que otros autores cometen al utilizar términos de economía barata, al combinar manuales de tercera división, al decir, en vez de que los obispos del franquismo eran viejísimos, que «asumían un rol dirigente vitalicio» y pedanterías semejantes, convertiría esta reseña en una antología del disparate y de la superficialidad. Algo anda mal, muy mal, en la cultura oficiosa de la Iglesia española. En este sentido, los ensayitos aludidos adquieren un insospechado valor de contratestimonio. Cuando Velárde los repase tendremos libretilla sonada.

Pero las diatribas se vuelven en elogios cuando se trata del ensayo de Fernando Urbina, que por fortuna ocupa buena parte del libro. Aquí hay un auténtico historiador que conoce su tema y emplea a fondo su oficio. Puede que intente adelantar exageradamente el comienzo del cambio eclesial al comienzo de los años cincuenta, pero están admirablemente insinuadas -en los movimientos apostólicos y en las inquietudes de un reducido núcleo intelectuallas raíces de ese cambio, Noto un vacío acuciante, que no puede cubrirse con media docena de alusiones: el estallido natal del Opus dei como fenómeno de la Iglesia española, porque eso es ante todo.

El estudio -no simplemente ensayo- de Fernando Urbina puede y debe ser el embrión de una gran historia de la Iglesia durante la época de Franco. Le falta, para fundamentar el análisis del nacional-catolicismo -que es muy interesante-, un análisis de la cruzada, que soto se apunta. Pero las etapas están detectadas con originalidad, la documentación buscada a fondo, lospersonajes situados en su punto. Hay muchos nombres, muchas caras, muchas actitudes vivas, muchas sugerencias. Hay una notable serenidad de método y un notable equilibrio en las valoraciones. Hay una desbordante cantidad y una honda calidad de información. Aquí tenemos, sin lugar a dudas, a un historiador de la Iglesia española en nuestro tiempo, que no se deja llevar, como tantos de sus colegas en este libro, de oportunismos muy fáciles de desahogar a toro pasado.