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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La energía Carter y España

EN EL plazo de tres semanas, el presidente Carter ha tomado dos decisiones de importancia histórica en el terreno de la energía: presentar a su país un plan draconiano tendente a evitar una «catástrofe nacional» y suspender el tratamiento de combustibles nucleares, y el desarrollo del programa de generadores capaces de procesar plutonio.El plan de conservación de energía propuesto por Carter al pueblo y al Congreso americanos constituye un cuerpo de propuestas que originarán oleadas de reacciones emocionales.

Lo que Carter anuncia es una bien dosificada combinación de incentivos al ahorro y de penalizaciones al despilfarro. En forma telegráfica se trata de conseguir para 1985: una reducción de la tasa anual de crecimiento de la demanda de energía del 5% anual actual al 2%; del 10% anual en el consumo de gasolina, estabilizar el ritmo anual de importaciones de crudos -más de siete millones de barriles actualmente- en seis millones de barriles, diarios; establecer una reserva estratégica de mil millones de barriles -unos seis meses de consumo-; incrementar la producción de carbón; apoyar el aislamiento térmico del 90% de los hogares existentes y de todos los que se construyan en el futuro, y utilizar la energía solar en más de dos millones de hogares.

Objetivos tan ambiciosos no podrán, lójicamente, lograrse sin el apoyo del pueblo americano; objetivo no fácil de conseguir si se piensa que los estadounidenses constituyen el ejemplo más claro de una sociedad, devoradora de energía. Convencerles de que, subyaciendo a la prosperidad actual, se cierne una grave crisis, no será empresa fácil. Precisamente esa actitud potencial será aprovechada por muchos congresistas, para encerrarse en posturas negativas cuya justificación final reside en la comprensible resistencia de muchos votantes a aceptar un encarecimiento considerable de la gasolina.

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El plan tiene otra vertiente no menos problemática: sus efectos sobre la economía. Para los hombres de la.Administración, el plan «incrementará el producto nacional sin afectar significativamente la tasa de inflación». Esta afirmación no es compartida por todos los expertos, muchos de los cuales insisten en que la elevación de los precios de los productos energéticos prevista en las medídas incidirá forzosamente sobre los precios al consumo.

Pero si lo hasta aquí examinado del plan Carter tiene .sobre todo una proyección interna, su declaración del 7 de abril, anunciando la suspensión sine die del tratamiento de combustibles nucleares y retrasando el desarrollo del programa de generadores, al objeto de limitar la utilización del plutonio, ha concitado una tormenta de críticas y protestas a nivel internacional.

La decisión americana tiene en este terreno la ventaja de contar con,el apoyo de núcleos de opinión influyentes, que van desde los ecologistas hasta los enemigos; de la proliferación de armamento ñuclear. También ha levantado las iras de sectores empresariales influyentes, precisamente aquellos que, como la Westinghouse o la General Electric, en el caso español, tenían contratos de suministro de centrales nucleares a naciones extranjeras. Ahora bien, la reacción más fuerte proviene de países como Alemania Federal o Francia, que estaban tratando en el desarrollo de un tipo de generadores capaces, si utilizan plutonio, de gerrerar energía y producir más combustible atómico que el que consumen.

Aquí reside la clave polémica de la decisión de Carter. Considérese el caso de una central nuclear semejante a las actualmente funcionando en España. Dicha central utiliza como combustible uranio enriquecido. Se trata de un tipo dc uranio que contiene, aproximadamente, un 93% del isótopo conocido con el nombre de U-235. El uranio, como cualquier tipo de combustible, es escaso y por lo tanto caro. Pero a diferencia del petróleo. es, en gran parte, recuperable. Este proceso de recuperación presenta, sin embargo, el gravísimo inconveniente de que en él se puede lograr plutonio.El plutonio es un minéral radiactivo, conseguido al bombardear uranio con neutrones. Tiene 24.360 años de v¡da, es tóxico por vía interna -una mil millonésima parte cle un gramo de plutonio hace gravemente tóxico un litro cle agua- y, sobre todo, sirve para fabricar bombas atómicas. Por otro lado, el plutonio presenta una característica muy importante a efectos de la solución del problema de la energía, y es que puede multiplicarse. Es clecir, su uso generalizado resolvería, quizá, el pavoroso problema de energía con que se enfrenta actualmente el niundo: el agotamiento de sus fuentes. Pero es, al mismo tiempo, un arma de dos filos al poder ser base de armas nucleares que destruirán, caso de utilizarse, ese mundo que se pretende conservar.

Este es el dilema en cuya solución está atenazada España dada su total dependencia exterior de suministro de fijentes energéticas, ya sean éstas petróleo o uranio. Hoy en día funcionan ya en nuestro país tres centrales nucleares, y está prevista la entrada en funcionamiento de otras cuatro antes de 1980. Si Carter mantiene su decisión, nuestras autoridades no tendrán más re-medio que rectirrir a otros paises, para reprocesar el uranio -decisión cuyo éxito no está asegurado-, cerrar las centrales y renunciar al plan de sustitución de petróleo por energía nuelear -plan que haría que al final de 1984 las centrales en funcionamiento suministraran más de 21.000 megavatios- o seguir importando una cantídad creciente de petróleo, con el riesgo de que el país no tenga divisas suficientes para pagar esas importaciones. Una operación nada sencilla.

Cada megawatio equivale en producción de energía a 1,5 millones de toneladas de crudo de petróleo.

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