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Editorial:El viaje del presidente Suárez / y 2
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Estados Unidos

EL SEÑOR Suárez es el primer jefe de Gobierno español que visita oficialmente Estados Unidos.Las relaciones y compromisos entre Norteamérica y España son de tal entidad que absorben hoy, podría decirse, la mayor parte de nuestra actividad diplomática y nuestra dotación militar. En el frente económico, España no puede planear razonablemente su salida de la crisis ni articular un plan de largo alcance sin un entendimiento con USA.

Un gran columnista americano se preguntaba a qué iba el presidente español a Estados Unidos. Puede ser un viaje con contenido concreto -venía a decir- o una operación de relaciones públicas. El perfil del señor Suárez en la prensa americana es el de un hombre del Rey, sumamente pragmático, joven, trabajador y realista, no avezado en economía, ni especialmente experto en estrategia o política exterior, pero muy ducho en el manejo de los rodamientos internos españoles. Para la clase política americana, Adolfo Suárez ha impulsado notablemente la democratización y se piensa que sus antecedentes y características dan una imagen claramente inclinada hacia los Estados Unidos.

Pero más que la política de las personas interesa la de los intereses nacionales. Y aquí es donde hay que preguntarse si nos hallamos o no ante un viaje de Estado. En cuatro vertientes básicas se desarrolla la relación bilateral entre España y Estados Unidos.

* En el terreno estratégico España sigue siendo hoy pieza importante en el dispositivo de la defensa occidental. La situación privilegiada de nuestra península y sus archipiélagos fue malvendida en 1953 cuando, en el fondo del pozo diplomático, España se agarró al primer cable para volver al mundo. No se han estudiado aún las consecuencias que cuarenta años de franquismo produjeron en la acción exterior de España, y se olvida que la última retirada de embajadores se produjo en 1975. Con las puertas de Europa cerradas, la inexistencia de relaciones con el Este, una amistad verbal -y a veces desmentida- con los hermanos árabes y unas relaciones demasiado remotas con los pueblos hispánicos, USA supo obtener condiciones casi leoninas al firmar, hace veinticuatro año, su primer acuerdo con Madrid. El espíritu del primer pacto no se rompió hasta la muerte de Franco. Pero bastó el final de la dictadura para que España se viera en situación de exigir un tratado, multiplicar por cuatro la dotación crediticia y establecer un calendario para sacar los proyectiles atómicos de suelo español. Que nuestro país opte por su vinculación decidida al dispositivo estratégico occidental no justifica un trato de pequeña colonia, con cabezas nucelares almacenadas en su territorio. Por eso parece obligado que Suárez trate con Carter del calendario de retirada nuclear, y del futuro de Rota y Torrejón.

* El segundo punto es el económico. Con sus inversiones, su apoyo financiero, y la modificación de las restricciones en los intercambios comerciales, Estados Unidos puede prestar al relanzamiento español un impulso decisivo, capaz de restablecer en tres años el panorama económico peninsular. Estados Unidos lo sabe, naturalmente, y utilizan la baza como arma de presión. Hoy el déficit comercial con USA alcanza los 100.000 millones de pesetas anuales.

El señor Suárez debe tener presente que no se trata sólo de lograr que el capital de Wall Street inyecte nuevas vitaminas en algunos negocios españoles. Se trata, sobre todo, de una colaboración de país a país, destinada a todo el mundo empresarial; lo cual tiene poco que ver -por ejemplo- con los proyectos de ayuda económica del senador Humphrey hacia sus amigos tecnócratas.

La política inversora debe ser impulsada, pero también revisada en su normativa actual. Hay que preservar la dignidad económica nacional y evitar que se repita la experiencia de una gran firma americana instalada en el Levante español, gracias a los créditos concedidos por nuestro propio Estado español a uno de los más colosales imperios financieros del mundo.

* El tercer punto es la cooperación tecnológica. La presencia norteamericana en la industria española de punta es múltiple y dominante: en la cibernética, la telecomunicacion, la bioquímica, la automoción, los alimentos... A este panorama se suma ahora el contencioso producido por la decisión de Carter sobre la reconversión de los residuos nucleares. Estados Unidos no dará uranio a España si ésta mantiene su negativa a firmar el tratado de no proliferación. En abril de 1976 España ya contestó negativamente a la petición de la anterior administración norteamericana, señalando que la firma del compromiso amputaba su soberanía y su independencia. Ahora la Casa Blanca amenaza con paralizar las centrales españolas por falta de suministro.

* Por último, la política. Estados Unidos no puede aspirar ya a una relación especial con España que le facilite las cosas desde un plano de total superioridad. España puede ahora cotizar fuertemente su papel estratégico y su normalidad política: posiblemente va a hacerlo.

Con unas Fuerzas Armadas que han aceptado, en su mayor parte, el cambio democrático, el argumento dialéctico «USA versus democracia» es muy importante porque es el que defienden los núcleos reaccionarios cuando recuerdan el apoyo americano a Pinochet y Videla. Es preciso destruir esa imagen si se cree -siquiera un poco- en el renovado contenido ético de la nueva política de la Casa Blanca. La cooperación con USA debe basarse en una escrupulosa no intervención por parte de Washington en los asuntos internos españoles. Si se ha cerrado la etapa Nixon habrá que considerar clausurado el tiempo de los embajadores aficionados a dar consejos de república frutera como aquel del jefe de la diplomacia americana: «No hagan ustedes caso a los. europeos, que no paran de marearse con eso de la democracia y las libertades ... »

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