Visitas a monumentos del Patrimonio Nacional
Quisiera asociarme con las quejas del señor Torres Rodríguez (Cartas al director, 2 de febrero) relativas a los edificios y monumentos regidos por el Patrimonio Nacional. En todos ellos la visita es acompañada por una explicación, como dice el señor Torres Rodríguez, «de papagayo», y a un ritmo tan rápido que resulta imposible una apreciación detenida de los objetos. Por ejemplo, en las Descalzas Reales, se pasa revista a los tapices de Rubens casi «al trote». Para un escritor, o un estudiante, o cualquier persona culta esto es poco provechoso.El Patrimonio, sin duda, contestará que la demanda es tan elevada que no hay otra forma. Pero yo creo que sí, hay otra forma. Permítame sugerir que, tanto los grupos de cincuenta como la explicación «de papagayo» se supriman por completo y que se brinde al público (que no es tan torpe) un sencillo catálogo impreso, con un plano numerado de las salas y demás dependencias. Los empleados, en este caso, podrían limitar su intervención a vigilar los objetos e indicar la ruta. De esta manera, un visitante al Palac-io de Oriente podría dedicar una, dos o tres horas a su visita, según le plugiera, y uno que se interesara por los tapices de Rubens en las Descalzas Reales podría quedarse a contemplarlos todo el tiempo que quisiera durante las horas de apertura.
En segundo lugar, aunque desconozco las finanzas, mi impresión es que el Patrimonio Nacional se preocupa demasiado del aspecto comercial. Es una pena que estos tesoros, que son realmente patrimonio (con «p» minúscula) (le todos, sean sujetos a consideraciones mayormente comerciales.
Londres