El entremés de Warhol y el SOS de Buades
No deja de ser lastimoso (y más, cuanto más precaria) que ésta sea la primera exposición de Andy Warhol en Madrid, y tras la del pasado año en Barcelona, la primera también en España. Todo un triste ejemplo de desconexión para con lo que por el mundo del arte (ateneo y mercado) va y viene y, entre fisga y gracia, ironia y denuncia, mitificación y publicidad..., conforma y reconforma el entorno de nuestra mirada y de nuestra propia incardinación en el mundo (que, pese a todo pesar, sigue siendo, como en sus días dijo Leibniz y hoy repite Robert Indiana, de cara ala producción de Warhol, el mejor de los posibles).¿Andy Warhol en Madrid? ¿El que falsificó, más por razón de arte que con ánimo de estafa, un puñado de billetes de dólar y dotó de estética condición a la etiqueta publicitaria de una marca de sopas? ¿El de las series y alternancias en torno a la faz de Marilyn? ¿Warhol, el de La fábrica, el de las flores, el de las vacas, el de Flash, el de Trash, de las películas-retrato, de las sillas eléctricas, de las cajas de brillo, de los accidentes, del Underground, de la Novela A..., el que suscitó pasiones en alguna de las grandes avenidas de Nueva York y provocó colas interminables ante la Stable Gallery?
Andy Warhol, Galería Buades
Claudio Coello, 43 (interior)
Primacía madrileña
No. Se trata, una vez más, del anuncio de un nombre resonante para congregar en torno a él unas cuantas serigrafías. Un Warhol, digamos, de relleno, de bolsillo ode entremés. Un Warhol en precario. Entre exposición y exposición. la galería que nos ocupa decidió intercalar (sin el menor deterioro de su impenitente y plausible línea vanguardista) esta mini-exposición de Andy Warhol, a modo de pausa o interludio. Nada, pues. que objetar a las aguerridas gentes de Buades; lamentar, a secas, el que haya de darse en tales condiciones la primicia madrileña de un significado protagonista del arte de nuestro tiempo.
No sé, llegado a este punto, si dedicar mi comentario a las serigrafías de Warhol, o convertir en elogio lo que, de haberse expuesto en alguna otra de nuestras galerías, hubiera adquirido acento de censura. Si en más de una ocasión se ha denunciado aquí el habitual escamoteo del quehacer de un artista reconocido, al amparo exclusivo o bajo el relumbrón de su firma, las especialísimas circunstancias que en este caso concurren me inducen decididamente al panegérico. Traer de relleno o entremés a Andy Warhol (no al vecino de enfrente) es síntoma de congruencia, y motivo de gracias el que ello ocurra por vez primera en Madrid.
Sentido de la vanguardia
En verdad que sobran dedos de una mano a la hora de hacer la cuenta y recuenta de los maestros internacionales (o artistas simplemente reconocidos o meros exponentes de la vanguardia) que se dejan anualmente ver por nuestras galerías. Y cuando ello sucede. suele ser, como digo, a merced de escamoteo o apaño (tres grabados por aquí, dos litografías por allá, un monotipo de ocasión... y una obra original, al fondo, en olor de tabernáculo) y para desencanto del asiduo visitante. Nada, en fin, es más de temer, salvo excepción contada, que el anuncio a bombo y platillo de un famoso en la cartelera de nuestras salas de arte.Sí, de acuerdo, ese es también el caso de Warhol expuesto en Buades. Pero con un par de salvedades. Y la primera de ellas resulta ser la perfecta concordancia del entremés con la línea habitual de sus otras exposiciones. En vez de recurrir al acostumbrado relleno de la colectiva ocasional (¡con la participación de todos los artistas de la galería!) nuestra galería ha cedido el interim al testimonio de un artista internacional que, por responder estrictamente al sentido de la vanguardia, se acomoda al impenitente estilo que, contra viento, marea y ruina, ha decidido mantener desde hace no pocos años.
La otra salvedad quedó ya apuntada. Tardía, anacrónica, fragmentaria, de relleno, remiendo o entremés..., esta mini-exposición significa ni más ni menos que la presencia, a título individual, de Andy Warhol ¡por primera vez en Madrid! (acentúe el lector, cuanto le venga en gana, las tintas de las tragi-cómico-circenses admiraciones augurales). Hasta para el interludio, y cuando la ruina es más que amenaza, han tenido a bien las aguerridas gentes de Buades traernos el regalo navideño de las sopas Cambell's, si menguada su sazón, acrecido y bien acrecido el risueño tiente encarnado de la envoltura publicitaria.
Publicidad, sí, sin disimulos, tanto del lado de Warhol como por cuenta mía, aunque con diverso signo. Si él, con la propuesta pública de los mitos cotidianos, hizo el caldo gordo (y nunca mejor traído el dicho) a una poderosa marca de sopas, trato yo de avisar, a los amigos del arte nuevo y de la iniciativa, acerca de la posible desaparición de una galería que ha venido arriesgando lo suyo en beneficio ajeno, siempre y cuando obedeciera a exigencia inexcusable. de nuestro tiempo y a la promoción de jóvenes generaciones (que no son pocos los nuevos artistas divulgados en Buades o dados, desde Buades, a mayores vuelos).
La dirección Del SOS
Entre bote y bote de Campbell's soup, y entre guiño sonrisa y denuncia de Warhol, algo tiene esta exposición de solicitud o de ruego. Han sido unos cuantos los años dedicados por Buades a la divulgación de la vanguardia como para verse ahora obligada a cerrar sus puertas por desahucio. El SOS va en primer lugar, dirigido a los artistas que en ella encontraron apoyo y de ella recibieron nombre. Y en segundo lugar, a las galerías de mayor prestigio y más saneada economía. ¿No sería de lamentar la desaparición de una galería (una pequeña historia de todos) que siempre estuvo al lado del arte nuevo y de las nuevas generaciones?
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