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SEMANA DE CINE IBEROAMERICANO DE HUELVA

El imposible homenaje a Luis Buñuel

Ángel S. Harguindey

El miércoles se inauguró en Huelva la exposición-homenaje a Luis Buñuel. Fotografía, manuscritos del director. carteles de sus películas y una sección bibliográfica sobre él y su obra conforman, a grandes trazos, una parte importante de la biografía del homenajeado.Allí se pueden ver los comienzos de la Residencia de Estudiantes representando con Salvador Dalí una Profanación del Tenorio que era ya una pista para el inmediato quehacer conjunto: El perro andaluz y La Edad de Oro, dos películas clásicas del surrealismo más radical, en el supuesto de que términos como clásico y surrealismo puedan compaginarse. Dalí escribiría en el programa M estreno, en el Cinema Studio de París, en 1928, que «mi idea general al escribir el argumento de La Edad de Oro, con Buñuel, fue la de presentar la trayectoria directa y pura de la conducta de un ser humano persiguiendo el amor como contraposición a los innobles ideales del humanitarismo, patriotismo y todos los miserables mecanismos de la realidad». La fidelidad de Buñuel a sus propios orígenes culturales o si se prefiere a su inicial concepción del mundo, ha sido analizada en numerosas ocasiones. En cualquier caso es un hecho constatable tanto en sus obras posteriores como en sus declaraciones. En 1967, con motivo de la Mostra Cinematográfica de Venecia manifestaba -y en la exposición se exhibe el manuscrito su convicción de que los cuatro hombres más relevantes e influyentes en el siglo XX habían sido Freud, Einstein, Lenin y Bretón, dos de los cuales, Freud y Bretón, resultan claves para comprender el surrealismo. Inmediatamente después añadiría que «el erotismo sin catolicismo es un erotismo a medias, porque le falta el sentimiento del pecado. Creo que Santo Tomás dice que incluso entre cónyuges casados cristianamente el acto de la cd pula es pecado venial». Sus películas El discreto encanto de la burguesía y El fantasma de la libertad entroncan nuevamente con sus preocupaciones sobre el erotismo, el catolicismo y el desmadre regocijante de la Residencia de Estudiantes.

En la exposición se muestra también una fotografía de la cena-homenaje al pintor Hernando Viñes en 1936. Ahí está una parte importante de la cultura española de este siglo, al menos de la más viva e imperecedera. En otra se puede contemplar cómo Buero Vallejo observa el corte de pelo

Buñuel durante el rodaje de Llanto por un bandido, de Carlos Saura, en la que el realizador de Calanda actuaba de verdugo en una secuencia perdida para siempre para el cine por obra y gracia de una censura administrativa más preocupada, entonces, por preservar la pureza imperial del espectador español que por inducirle a votar para que hable.Buñuel y Einstein, en Hollywood (1950), Buñuel con Berlanga, con Ferreri, con Camus y Bardem, con los hermanos Saura, con sus actores favoritos. con su director de fotografía en España, José Aguayo. Los dibujos preparatorios del rodaje de La Vía Lactea, realizados por su guionista Jean Claude Carriere. Buñuel, y Calanda, y Toledo, y Chinchón, y sus amigos de siempre. Y los carteles de sus películas, que van desde los más puros ejemplos kitch al virtuosismo grafista polaco y cubano; Buñuel y «Viridiana», la única película española que alcanzó el primer premio del festival de Cannes y que todavía no ha sido estrenada por estos pagos; Buñuel y el desprecio por la cultura, la incompresión, la ferrazón y la animosidad inquisitorial que en ocasiones se llama España.

Homenajear a Buñuel es probablemente una de las paradojas más notables que se pueden hacer hoy día. En alguna medida se rinde homenaje a la heterodoxia creativa, a la negación de to dos los homenajes y mitificaciones, a un concepto del, mundo en el que no tienen cabida los dog mas, las veneraciones -divinas o humanas- de cualquier signo. Sin embargo, los organizadores de la Semana han querido rendir tributo a una de las personalidades más atractivas y sugerentes de este siglo y, posiblemente, el único lugar que puede admitir la justificación del acto es precisamente este país al que el realizador se siente vinculado «como el árbol a la tierra».

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