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Subsisten los criterios antagónicos entre la URSS y Yugoslavia

Moscú busca una actuación internacional socialista

Las conversaciones entre Brejnev Y Tito en Belgrado constituyen el diálogo más importante y también (dejando aparte las declaraciones formales), uno de los más trascendentes de los próximos meses. Tito, el primer líder comunista que se enfrentó a Stalin y que se libró de él, tiene ahora 84 años y no se encuentra blen de salud, pese a ocasionales demostraciones de una notable vitalidad. La agenda de sus conversaciones está dominada por un solo tema: la política post-mortem. ¿Respetará Moscú la declaración de 1955, reconociendo la integridad, la independencia y la igualdad de uno de los más pequeños estados eslavos? Si es así -Y Brejnev ha insistido en ello- ¿puede confiar el agudo y anciano Tito en esta declaración? Después de todo, Tito ha tenido sus más y sus menos con Stalin, el gran maestro del ajedrez político eslavo. El mismo Kruschev eliminó a los políticos húngaros que se habían refugiado bajo la bandera yugoslava en 1956, acusados de un crimen semejante al de sus diplomáticos anfitriones: el titoismo.

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¿Hay una contradicción entre las promesas de Brejnev y su aplicación? Yugoslavia es un buen Estado marxista y tiene derecho a practicar su propia interpretación del dogma de acuerdo a sus necesidades nacionales.

Sin embargo, su aplicación puede ser más crítica visto lo suceoido en Checoslovaquia con Dubcek en 1968. El Gobierno de Dubcek era miembro del Pacto de Varsovia y el de Tito no lo es. Hace cinco años Brejnev visitó Belgrado y tuvo cuatro encuentros con Tito. Lo significativo de esta reunión es que se desarrolla en territorio yugoslavo y que los posibles sucesores de Tito participan en las conversaciones, aunque los rusos no sepan a qué atenerse sobre ellos.

Durante la luna de miel entre Stalin y Tito, Milovan Djilas fue el favorito de Moscú entre los jóvenes acólitos yugoslavos. Djilas de mostró rápidamente ser demasiado liberal y demasiado patriota para desempeñar este papel. Entonces los rusos (que han tenido y tienen todavía un grupo de admiradores clandestinos en Yugoslavia) hicieron el infructuoso juego a Alejandro Rankovic, que tenía sus diferencias con Tito, pero que no llegó nunca a traicionarlo. También intentaron atraer en vano a Stane Dolanc, que era una estrella ascendente dentro del partido. Veintiocho años después de afirmar su independencia política en relación a Moscú, los yugoslavos están preparándose con mucha sutileza para mantener su independencia. Se dan cuenta de lo que es una comunidad socialista y recuerdan precisamente lo que esta teoría significó en su aplicación en Checoslovaquia.

Yugoslavia está muy lejos de China, pero no es por casualidad que el amo de Albania, Enver Hoxha, que se muestra neutral en la lucha por la sucesión de Mao, ha prometido apoyar a Yugoslavia en caso de dificultades con Moscú.

En consecuencia, el fondo de las conversaciones Brejnev-Tito es intrincado. Justamente el hábil líder yugoslavo ha dejado entender a Occidente que permanecerá firme en la defensa de su libertad contra cualquiera, lo que incluye a Estados Unidosen el caso de que negocien las esferas de influencia con Moscú.

El presidente electo Carter no hizo nada para deshacer esta impresión durante su campaña electoral. Sin embargo, vía Grecia, Belgrado ha solicitado algún armamento aprovechable en Occidente.

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