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Tribuna
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La sinceridad soviética, puesta a prueba

Leónidas Brejnev ha iniciado en Belgrado la segunda etapa de sus conversaciones destinadas a fortalecer los lazos entre la URSS y el resto de las democracias populares. Primero fue Gieret, ahora Tito y a finales de mes, el secretario general del Partido Comunista Soviético se entrevistará con Ceaucescu.Tres hombres, que representan a tres países que en la actualidad y por determinadas circunstancias podrían ser un problema para la cohesión del bloque socialista.

Brejnev, firmemente instalado al frente del partido y el Estado soviético, emprende un camino de normalización con las democracias populares, dirigido, en principio, a plantear un frente común en la segunda fase de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación europea que debe celebrarse el año próximo en Belgrado.

(1) Ivan Friss, cerebro de la reforma económica húngara, se venía refiriendo en los últimos meses al experimento en términos desprovistos de cualquier contenido marxista- leninista

Realizada por Liliana Cavani, según el guión escrito por Bárbara AIberti, Amadeo Pagani, Italo Moscati y Liliana Cavani. Fotografia: Alfio Contini. Música: Daniele París. Intérpretes: Dirk Bogarde, Charlotte Rampling, Philippe Leroy, Gabriele Ferzetti, Isa Miranda. Estreno en el cine Urquijo.

Más información
Moscú busca una actuación internacional socialista

De la capital de la República Democrática Alemana parte quizá el nuevo camino de normalidad entre los autonomistas yugoslavos y rumanos con la Unión Soviética. El caso polaco se planteó semanas más tarde.

La URSS ha debido ceder ante Yugoslavia, concretamente, en los dos problemas más candentes: la subversión kominformista y el reconocimiento de la vía autogestionaria. En relación con lo primero, la URSS no comenta desde hace meses ninguna de las detenciones de kominformistas, incluido el célebre caso de VIado Dapcevic, y, respecto a lo segundo, Pravda reconocía en vísperas del viaje de Brejnev el camino independiente yugoslavo. Ahora bien, la renuncia a la agresión, (si es que alguna vez los soviéticos tuvieron intención de atacar Yugoslavia), o en todo caso a la presión ideológica, tiene una contrapartida de Be1grado; reforzar la cooperación con Moscú en el terreno económico, el militar, y en el diplomático, de cara a una presumible ofensiva occidental en el terreno de las ideas.

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Después de Checoslovaquia, Brejnev ha comprendido que lo importante no reside en el único camino hacia el socialismo made in URSS, sino en la cohesión internacional del bloque, y que podrían permitirse fórmulas particulares, siempre y cuando éstas no atenten a las «cuestiones principales», como ha dicho el secretario soviético en Belgrado. Estas no son otras que, el poder en manos de un sólo partido. Si esta «cuestión principal» se mantiene, el riesgo de agresión soviética es nulo. En Yugoslavia, la Liga de los Comunistas controla perfectamente el aparato estatal, y, lo mismo ocurre en Rumania. Sin embargo, el riesgo radica en el desarrollo económico que posibilita formas de liberalización, que a su vez que llevan a poner en entredicho la gestión económica y política del marxismo- leninismo. Es lo que venía sucediendo en Hungría (1) que ha frenado en seco la reforma económica emprendida en 1968.

Respecto a Polonia, Brejnev ha comprendido las dificultades de Gierek y la pasada semana hizo votos para que «sus objetivos se cumplan», pero a continuación advirtió que nadie «podría romper las relaciones mutuas basadas en la vía del socialismo y el comunismo».

Así pues, el camino descentralizado yugoslavo o el férreo control rumano con sus respectivas independencias no ofrecen peligro a la URSS, mientras sus partidos únicos controlen el poder de arriba a abajo.

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