Las ratas
El Ayuntamiento ha contado las ratas y parece que hay unos cinco millones en Madrid. El Ayuntamiento, como no ha leído a Camus (el Ayuntamiento sólo lee a don Mariano de Cavia, para estar al día), no sabe que por las ratas empezó la peste en Orán, y que con la peste Camus se hizo existencialista y rojo. O sea, que cuidado con las ratas.- ¿Y si no fueran ratas?
- Eso digo yo. ¿Y si fueran comunistas infiltrados?
Porque en plan enano ya no te infiltras en el bunker. Don Santiago Carrillo quería pasar la frontera con el achaque de que viene al sastre de Madrid a hacerse ropa de invierno, que el exilio es muy crudo, y le han dicho que se vaya a las Galerías Lafayette de París, que se han recibido buenos paños en la planta de caballeros.
El Ayuntamiento ha iniciado la caza de la rata y el Gobierno la caza del rojo. Hay que desratizar Madrid, y para ello lo primero es excomulgar al Partido Comunista, aunque se duda que el Partido Comunista haya hecho la primera comunión. Durante cuarenta años hemos convivido con las ratas madrileñas, con nuestras queridas ratas, que al fin y al cabo son demócrata-orgánicas como nosotros, pues han soportado los mismos discursos y se han hecho fuertes ante los mismos raticidas, y ahora de pronto le entra al Ayuntamiento la furia inquisitorial de las ratas. ¿Por qué quieren desratizar Madrid, que es el coto de Doñana de las ratas?
Está claro que no se fían de las ratas. Seguramente las ratas son de la oposición. Dice que por el Gran San Blas se han visto ratas de Coordinación Democrática. La expulsión de las ratas por Arespacochaga me recuerda la expulsión de los judíos por Isabel la Católica, no sé por qué. Parece que el alcalde no tiene bastante con cargarse el Viaducto, sino que además quiere privar a Madrid de otro elemento tan castizo v genuino como la rata.
- Me importa tres cominos la arquitectura del Viaducto- ha dicho.
Recuerdo que siendo alcalde Arias Navarro, le encarecían el mérito de aquella escultura de Chillida que tenía que instalarse en el Musco al Aire Libre.
- Si no me preocupa Goya, no me va a preocupar Chillida- dijo el futuro gestor de la apertura nefrítica.
A nuestros alcaldes no les preocupa Goya ni Chillida ni el Viaducto ni nada. ¿Qué es lo que les preocupa a nuestros alcaldes? La infiltración comunista de las ratas, claro. que son todas de Comisiones Obreras, no hay más que verlas. Las ratas siempre andan entre los pobres, y de los pobres no se te puede pegar nada bueno.
-Si es necesario demoler el Viaducto, no hay que ponerse a pensar en que se trata de un monumento, cuya monumentalidad, por otra parte, no la veo- ha añadido el alcalde.
El otro día denunciaba yo aquí la mala sintaxis de un cura. Hoy tengo que denunciar la de un alcalde. «Cuya monumentalidad no la veo». Un señor que ignora la construcción de una frase, es natural que desprecie la construcción de un Viaducto. Mi querido amigo y maestro Lázaro Carreter ha denunciado en Informaciones la mala prosa del alcalde de Barcelona, señor Viola, en un artículo magistral. Bueno, pues ahí tiene usted el de Madrid, querido Lázaro.
Me lo dIjo una vez Paul Valéry, cuando estuve en Francia a trabajar en la vendimia:
-Mon Petit, la sintaxis es una facultad del alma.
No sé si nuestros alcaldes tienen alma, pero desde luego no tienen sintaxis. Por eso, aunque no han leído a Cámus, sospechan con instinto municipal que las ratas deben ser todas de Comisiones Obreras. Pero aquí como en la peste como en los barcos, la proliferación de las ratas -insólita este verano - anuncia la putrefacción y el hundimiento de algo. ¿De qué? El señor Suárez nos lo dirá por la tele, quizá, la próxima semana.
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