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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

"La bahía de los ángeles"

Sucede a veces que el oficio de lector tiene ciertas compensaciones. Limitadas en el caso de la literatura de creación, sobre todo en los últimos tiempos. Topar con una novela entretenida, escrita correctamente y que refleje un mundo original, no es fácil. El experimentalismo y el consumismo amenazan gravemente la estabilidad del género. Nunca se leyeron tantas novelas, es cierto, pero nunca el nivel medio ha sido tan bajo. A la larga, semejante situación hará crisis. No es de extrañar, pues, que los apasionados del género novelístico deban recurrir a los maestros del XIX para ahogar las frustraciones del presente. Si la novela es un género burgués y trasnochado, como aseguran algunos críticos, y los experimentos formales sólo son remedios caseros, no habrá más remedio que olvidarse de ella o volver a degustar la prosa de los maestros.Esta entradilla un tanto teórica sirve, al menos, para referirse a una excepción que de alguna manera nos reconcilia con la novela, pero no en abstracto. Estoy intentando decir que La bahía de los ángeles, obra literaria del historiador francés Max Gallo, recientemente traducida al castellano, es un libro considerable, entretenido, correctamente escrito, que nos conduce, a través del túnel del tiempo, hasta los mejores frutos de la literatura decimonónica, es decir, de los maestros del género. Este libro sencillo y sugeridor, que fue un best-seller en Francia durante bastantes meses, merecería mejor destino que el ser clasificado como un producto híbrido de literato e historiador. Porque, esencialmente, la belleza literaria, la eficacia narrativa, el clima que es capaz de evocar los caracteres de los personajes trazados con mano tenue tienen entidad autónoma.

La bahía de los ángeles,

de Max Gallo. Barcelona. Editorial Argós-Vergara. 1976, 374 páginas.

Gallo, historiador del fascismo italiano y español, autor de otras novelas como el Cortejo de los vencedores y Un paso hacia el mar, pretende con la trilogía que abre La bahía de los ángeles contar la historia de una ciudad, Niza, a través de una serie de personajes, y sobre todo, de tres hermanos, los Revelli, emigrantes piamonteses que llegan a la bella ciudad cuando agoniza el siglo XIX. La bahía de los ángeles, que según anuncia su autor, dará título a la trilogía, abarca desde 1890 a 1917. Dos obras seguirán: El palacio de las fiestas (1920-1944) y El paseo de los ingleses (1944-1974). La segunda entrega de esta trilogía ha sido ya publicada en Francia. La tercera se editará este otoño.

Peligro

Gallo ha sabido conjurar un peligro al escribir La bahía de los ángeles: la minuciosidad del fresco histórico. El trasfondo de la obra, el escenario en el que los personajes se mueven ha sido estudiado con meticulosa observancia de la tradición científica. Pero el lector agradece que no se note. Nadie sería capaz de poner en duda la relevancia de Gallo, como profesor universitario, pero el autor asume antes que nada su condición de novelista y es .la acción, lo imaginario, lo que priva sobre la erudición. Los personajes, apenas trazados, cobran vida propia y atraviesan históricamente el escenario, sin que ello exija prolijas explicaciones o descripciones de ambiente. El lector entra en la complicidad del novelista (toda lectura verdadera de una novela exige cierta forma de complicidad) que se atreve a dar saltos en el tiempo y que hace suponer a su partenaire -el lector- obvias modificaciones, tanto en la conducta de los protagonistas como en su entorno vital. No se trata, pues, de una narración clásica-lineal sino de varios trancos sabiamente administrados y extensos, a los que la frase breve y tajante, la evocación poética y cierto deje sentimental fortalecen y potencian. Este sentimentalismo, esta forma ciertamente cándida de enfrentar los recuerdos y los conflictos resulta también renovador. Gallo desea entroncar la estética fin de siglo con su tono literario. Penetra en el mundo que crea con los esquemas de conocimiento vigentes en el tiempo que pretende evocar. Ahí radica uno de los valores más sorprendentes de esta obra, fresca y apasionante, que nos reconcilia, temporalmente al menos, con esa costumbre cada día menos rentable de leer novelas.

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