Fidelidad, nostalgia y cariño en los cuentos de Lovecraft y Derleth
Como resumen final, definiré La habitación cerrada, de Lovecraft y Derleth, como una recopilación de cuentos de Derleth para lectores que se hayan quedado con ganas de más Lovecraft.August Derleth es una figura oscura y obvia, monolítica y ambigua, que ha merecido la atención del aficionado por la función verdaderamente , ejemplar que desempeñó en la codificación, simplificación., propagación comercialización e -inevitablemente- degradación de los mitos de Cthulhu. Pues Derleth no es sólo el sampablo de la religión cthulhiana, sino también el que vende reliquias de los aledaños del gran santuario oficial. Naturalmente, el ciclo vital de una religión ficticia es mucho más breve que el de una religión verdadera.
La habitación cerrada y otros cuentos de terror,
de H.P. Lovecraft y August Derleth. Madrid. Alianza Editorial. 1976.
Pues bien, como pronto se verá, él libro que comento es precisamente una colección completa de tales reliquias. Eso sí, la brevedad del ciclo mitológico garantiza la rigurosa autenticidad de las mismas.
Comunicación
Derleth empezó siendo y, nunca dejó de ser un admirador de Lovecraft. Tenía dieciséis años de edad cuando por primera vez estableció comunicación -epistolar- con su ídolo. Luego escribió cuentos imitados de los suyos y, animó a otros escritores incipientes y aficionados -a que hicieran lo mismo. Lleno de fervor y entusiasmo, dio cohesión al grupo. inicial de devotos del maestro y trató de sistematizar sus enseñanzas.(Mientras tanto, el guru en cuestion era un ser rarísimo, casi inviable, que sólo sabía soñar y era mantenido a base de helados por su madre y dos tías solteronas en un viejo caserón de Providence.)
Derleth se halla, pues, en el mismísimo epicentro d e la estructuración de los mitos de Cthulhu como poder temporal, es decir, económico. No el de extrañar en tonces que a la muerte de aquel caballero de triste figura que también fue Lovecraft, sus papeles pasaran a manos del fiel escudero, del unamuniano escudero que también fue Derleth.
Cuaderno
Entre tales papeles apareció un cuaderno donde tenía anotados bocetos de ideas y argumentos, descripciones e imágenes insólitas, citas sugestivas, y de este cuaderno procede, en última instancia, la mayoría de los cuentos que figuran en este volumen. Se trata, pues, de luna colaboración póstuma entre Lovecraft y Derleth, o, más exactamte, de cuentos escritos por Derleth sobre una ide -a menudo vaguísima- de Lovecraft.Y aquí aparecen plenamente todas las ambigüedades del principal propagador y beneficiario de los mitos de Cthulhu. Con escrupulosa honestidad reconoce que el relato está basado en una idea del fallecido maestro, por lo que lo firma con los nombres de ambos, el de Lovecraft primero, porque lo contrario no estaría bien. Sin embargo, el consumidor lo que recibe en realidad es un producto elaborado por Derleth.
Fidelidad
¿Qué nos cuentan estos cuentos a este respecto? ¿Pueden aportar algún dato, en primer lugar? Yo creo que sí, si se saben leer.A mí, de lo primero que me hablan es de fidelidad. De fidelidad al estilo, al tono, al ambiente, al lenguaje, a absolutamente todo lo de Lovecraft. También me hablan de cariño real y de nostalgia, y en ellos veo a Derleth intelectualmente más pequeño, pero cordialmente. bastante mayor que Lovecraft. El ambiente de los mitos de Cthulhu resulta muy bien reproducido y hay que reconocer que Derleth fue un gran pastichista, como muy acertadamente, a mi juicio, le definió la crítica americana. A veces, desde luego, el respeto se convierte en acartonamiento y en ocasiones asoman demasiados manierismos pero a éstos tampoco fue ajeno el propio Lovecraft, ni muchísimo menos.
Colaboración
En líneas generales, pues, el lector de estos cuentos, no tiene muchos motivos para sentirse defraudado Podrían haber sido fruto de la colaboración literaria de ambos firmantes de la obra. Mejor dicho, se trata realmente -y aquí llegamos por fin al principio- de una verdadera colaboración -compenetración, asimilación, fusión y confusión de Lovecraft y Derleth, en la que el primero aporta sueños y estilo, y el segundo, el trabajo material de escribir.Aquel profeta, andaba siempre perdido por extrañas y remotas dimensiones y llegó a conocer en vida formas del tiempo que habitualmente el mortal no conoce. No es de extrañar que Té costase tantos esfuerzos el trabajo de vivir -escribir incluido- en este mundo de aquí abajo. Los temas que no llegó a desarrollar en persona tuvieron que ser cultivados -amorosa y artesanamente- por otro.
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