Qatar 2022, último baile Mundial
La primera Copa del Mundo en un país árabe despedirá a los ganadores de los últimos 14 Balones de Oro —Messi, Cristiano, Modric y Benzema—, y espera la coronación de Neymar y la explosión de Vinicius y Mbappé
A cuatro meses del Mundial de Qatar que comienza el domingo, Leo Messi apareció este verano en la ciudad deportiva del PSG antes de lo esperado, dispuesto como nunca al tedio de la pretemporada. Cristiano Ronaldo tardó varias semanas más en presentarse en las instalaciones del Manchester United. No por esquivar las carreras estivales. Se encontraba a la espera. Jorge Mendes, su agente, hacía ronda de llamadas a oficinas de clubes europeos en busca de un destino donde su cliente jugara la Champions y ocupara el lugar central que acostumbra. Cristiano regresó al redil con las competiciones ya en marcha.
Aquel verano tan distinto de ambos, y también tan diferente de lo que han acostumbrado a lo largo de su carrera, determina las condiciones en las que afrontan una cita extraordinaria. Los dos jugadores que han marcado los últimos 15 años del fútbol afrontan su quinta cita mundialista. Se trata de algo insólito por separado, para cada uno de ellos —solo había cuatro casos antes—, pero la ocasión es aún más especial al coincidir en el mismo torneo. Nunca antes había sucedido. El portero mexicano Carbajal, Buffon, Matthäus y Rafa Márquez alcanzaron la marca en torneos distintos. En Qatar cumplirán cinco también Guardado y Ochoa. Pero sobre todo nunca antes la Copa del Mundo se disponía a despedir, después de acogerlas cinco veces, a dos leyendas de este peso.
La última función a la vera del trofeo Jules Rimet de Messi, con 35 años, y de Cristiano, con 37, se perfila también como el último baile de otros grandes. Parece difícil que no sea la sesión de despedida de Luka Modric (37) y de Karim Benzema (34), los dos futbolistas que completan, con el argentino y el portugués, los últimos 14 Balones de Oro.
La cita de Doha acumula señales de cambio de era. Será difícil volver a ver en un Mundial a otros grandes talentos de esta época, como Robert Lewandowski (34), que opositaba al Balón de Oro que no se otorgó por la pandemia, o al incombustible Cavani (35). Y luego está Neymar Jr., el más joven de este grupo de notables. Aún tiene 30, pero siempre le ha costado atravesar los tramos de competición insulsa que llevan de un gran torneo al siguiente, y su tercer Mundial bien podría ser también el último que peleara. Lo que viene después asoma precisamente en los alrededores de algunas de estas figuras. Neymar confía en que Vinicius lo ayude a levantar La Hexa. Benzema, fuera de punto, mira a la ambición de símbolo nacional de Mbappé. Cristiano tendrá cerca a João Félix, otro tipo desesperado tratando de escapar de un club.
Qatar dispone un escenario absurdo de verano en el otoño del desierto para este cambio de guardia, esta oportunidad de fuga, esta despedida soñada, en la que faltará por segunda vez consecutiva la tetracampeona Italia. Todo se anticipa frenético. La rareza de su ubicación en el mapa y en el calendario anuncia el Mundial con los jugadores menos cansados de la historia. La temporada está aún en su tramo inicial, y el tamaño minúsculo de Qatar no requiere vuelos eternos como en Rusia, en los que se esfumaban noches y descanso. Solo el celo de la FIFA con el VAR, que multiplicará las visitas del árbitro a la pantalla, proporcionará una pausa, anticlimática, al fútbol de presión alta y transición fulgurante que se extiende por el planeta, practicado por una vez en plenas condiciones físicas.
Fuera del campo, el celo de la FIFA se aplica en evitar rasguños al anfitrión: quiso persuadir a los participantes de que no hablen de derechos humanos, y ha escondido la cerveza. Para dentro del campo queda la anticipación del goce de los empeños que aquí confluyen: Messi, Cristiano, Neymar, Benzema, Vinicius, Mbappé. Y la añoranza de Haaland, el único emergente que falta.
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