La selección brasileña jugará la Copa América tras la caída del presidente de la Federación
Los futbolistas darán un mensaje en el que critican la decisión de organizar el torneo en Brasil, uno de los países con peor gestión de la pandemia
Brasil, finalmente, jugará la Copa América. La decisión de los futbolistas se ha dado tras la suspensión del presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Rogerio Caboclo, y en medio de la polarización política en las redes sociales. La postura de los brasileños ha sido adelantada por el portal Globo (GE) y los jugadores lo harán público en un comunicado después del partido contra Paraguay de este martes en las eliminatorias rumbo a Qatar 2022.
Según Globo, se espera que el manifiesto incluya críticas de los futbolistas, liderados por Neymar, sobre la forma en que se organizó el evento en medio de la pandemia, al ser trasladado a Brasil dos semanas antes de su inicio. Sin embargo, los jugadores quieren evitar una “politización” del asunto, a pesar de que las oleadas de críticas que involucran a los seguidores del presidente Jair Bolsonaro y a Tite, el técnico de la selección. El portal de noticias Globo constató que el mayor motivo de insatisfacción de los jugadores se personificó en el presidente de la Federación brasileña, que no les exteriorizó la posibilidad de que el campeonato se celebrara en Brasil antes del anuncio oficial y sería el responsable de que la discusión política hubiera invadido el ambiente de la selección. Por lo tanto, la caída de Caboclo, por una acusación de abuso, y mantener a Tite en el cargo de entrenador, fueron seguidos por el acuerdo de los jugadores para participar en el torneo.
El debate sobre la celebración de la Copa América en el país sudamericano más afectado por el coronavirus también existe entre los jugadores desde el anuncio de la nueva sede. Los deportistas de las selecciones de Uruguay y Argentina han expresado su preocupación por jugar en Brasil y se ha barajado la posibilidad de un boicot entre las selecciones, pero ha sido descartado por sus propias federaciones. Argentina y Uruguay, por ejemplo, ya han confirmado su participación en el torneo, aunque esta última ha revelado que se concentrará en Buenos Aires. Brasil se prepara para jugar en Brasilia el próximo domingo 13 contra Venezuela, en el arranque de la Copa América.
Presión política
El desenlace, hasta el momento, se produce tras un pulso político que involucra al Gobierno de Bolsonaro y al entrenador de la selección brasileña. Según reveló el periodista de SporTV, André Rizek, el entonces presidente de la Federación, Rogerio Caboclo, prometió a Jair Bolsonaro la destitución del entrenador tras la muestra pública de malestar de Tite y su elenco por la realización de la Copa América en Brasil. Caboclo acabó siendo suspendido por acusaciones de acoso sexual antes de cumplir la promesa, lo que, al menos por ahora, evitó que Bolsonaro repitiera la injerencia de la dictadura militar en la entidad más representativa del fútbol brasileño. En 1970, el dictador Emílio Garrastazu Médici pidió la cabeza de João Saldanha, que dirigía a la selección brasileña meses antes del tricampeonato mundial en México.
El descontento por parte del Gobierno comenzó desde que Tite fue el primero de la delegación brasileña en hablar de la celebración del torneo sudamericano en Brasil. Tras la negativa de Argentina y Colombia, la Conmebol firmó el acuerdo con las autoridades brasileñas para que la edición, a dos semanas de su inicio, se trasladara al país más afectado por la covid-19 en el continente. La decisión ha encendido el debate sobre los problemas de un campeonato de estas proporciones que se está celebrando en estos momentos en Brasil, incluso entre los propios jugadores brasileños. “Tenemos una posición clara, pero no la vamos a exteriorizar ahora”, se limitó a decir Tite el pasado 3 de junio, 48 horas después de la confirmación de la Copa América de Brasil.
A pesar de no haber aclarado la postura, desde entonces el hashtag #TiteComunista se convirtió en uno de los temas más comentados en Twitter. El senador Flavio Bolsonaro, hijo mayor del presidente brasileño, corroboró las protestas calificando al entrenador de “adulador de Lula”. “Bastó que la CBF pidiera permiso al presidente Bolsonaro para que ocurriera aquí en Brasil para que Tite tomara una posición política”, dijo. Hamilton Mourão, vicepresidente, ironizó sobre la posible salida del comandante ofreciéndole el puesto en un club de Mato Grosso que despidió a su entrenador recientemente: “Cuiabá necesita un entrenador”. “El entrenador de fútbol tiene que estar centrado con el fútbol”, dijo Tite en ese lunes intentando encerrar la disputa.
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