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“La Copa América en Brasil es inaceptable para la salud pública y puede acelerar la tercera ola”

El epidemiólogo brasileño Bruno Gualano advierte sobre el riesgo sanitario de organizar un torneo continental cuando la pandemia arrecia en su país

Diogo Magri
Copa América Philippe Coutinho
Philippe Coutinho cobra un tiro libre en la Copa América 2019, en la arena Corinthians.Chris Brunskill/Fantasista (Getty)

En los últimos días, Brasil ha superado los 460.000 muertos y los 16,5 millones de infectados por la covid-19. Ha detectado además en su territorio variantes de las cepas brasileña e india, tiene retrasos en la vacunación y una subida de la ocupación en los hospitales. El escenario preocupa a los expertos, que prevén la inminencia de una tercera ole aún más mortífera que las anteriores. Aún así, el Gobierno de Jair Bolsonaro, un negacionista de la pandemia, celebra la decisión de ser anfitrión de la Copa América, luego de que Argentina y Colombia declinaran ser anfitriones.

Mientras los críticos de Bolsonaro tienen la esperanza de que la Corte Suprema de Brasil prohíba el principal evento deportivo sudamericano, previsto para junio y julio, expertos y epidemiólogos advierten sobre sus consecuencias. Bruno Gualano, profesor e investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP) advierte que “la Copa América puede acelerar la tercera ola de la covid”. “La celebración de este torneo en Brasil es absolutamente irracional, inaceptable desde el punto de vista de la salud pública, y solo podría ocurrir en un país que no respeta la vida”, afirma.

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Lo más grave, remarca Gualano, es que Brasil no ha adoptado las pruebas y el rastreo de casos como política para combatir la pandemia. “Si no se hacen pruebas, no se conoce el alcance del problema. Al final solo veremos la punta del iceberg, que será el aumento de las muertes y las UCI abarrotadas”, dice el especialista.

Gualano coordina, desde el año pasado, un grupo de estudio en la USP que busca dimensionar los impactos que el fútbol tiene, con todos sus protocolos, en la crisis sanitaria brasileña. En un estudio publicado en marzo de 2021, el grupo analizó las pruebas realizadas a más de 4.000 atletas masculinos y femeninos de ocho torneos celebrados por la Federación Paulista de Fútbol (FPF) en 2020. Llegó a la conclusión de que el índice de infección entre estos jugadores (11,7%) es equivalente a la de los profesionales de la salud que trabajan en la primera línea de la pandemia.

Fueron 25 brotes detectados solo en el fútbol paulista —el fútbol de Qatar, que se utilizó como comparación por tener una realidad similar a la de Brasil, no tuvo ningún brote entre 549 atletas y la tasa de casos positivos fue del 4,4%. “Es importante recordar que este estudio se hizo en 2020, antes de la segunda ola, antes de las variantes de cepas y antes de la relajación de las restricciones. Y sólo en São Paulo. Todo indica que en 2021 fue mucho peor”, aclara Gualano.

Para el experto, la investigación demuestra que los protocolos y las medidas sanitarias adoptadas por el fútbol para mantenerse en funcionamiento “no sirvieron de nada”. La apertura, además, influyeron en el aumento de las transmisiones en la sociedad, teniendo en cuenta sólo los datos de los jugadores directamente involucrados en el deporte. Sin embargo, estos protocolos son el argumento que utiliza el Gobierno para que los cientos de personas que participan en las delegaciones de diez equipos sudamericanos, así como todo el personal y la prensa responsable de trabajar en un evento de estas proporciones, asistan a los partidos en diferentes Estados de Brasil.

Vacunas a corto plazo

La Conmebol cerró un acuerdo para recibir 50.000 dosis de la vacuna del laboratorio chino Sinovac e inmunizar así a los equipos y delegaciones que compiten en sus torneos continentales. El Atlético-MG y el Atlético-GO, que juegan competiciones sudamericanas, fueron los dos brasileños que ya inmunizaron a sus atletas con las dosis de la Conmebol. “Es un problema ético, porque estos chicos están cortando la fila para que pase el circo”, opina Gualano, que recuerda que, aunque los jugadores son peligrosos vectores de transmisión, no forman parte de los grupos de riesgo, mientras que muchos de estos grupos ni siquiera han recibido la primera dosis en Brasil.

En el caso de la selección brasileña, gran parte de la delegación no se vacunó dos semanas antes del inicio de la competición. Como se inmunizarán la próxima semana no alcanzarán la inmunidad adecuada antes de la Copa América. “Todo es una medida simbólica, que transmite una falsa sensación de seguridad. Resume cómo las prioridades son el fútbol, el bar, el centro comercial y no las UCI o las medicinas de intubación. Los protocolos son solo un cebo”, concluye el investigador.

Independientemente de las vacunas, la postura adoptada por la Conmebol durante la pandemia es objeto de nuevas críticas. En la final de la Copa Libertadores, celebrada en el estadio Maracaná el 30 de enero, la entidad permitió la presencia de 5.000 personas en las gradas —un precedente que puede servir para la apertura en la final de la Copa América, que debe jugarse en el mismo estadio. Más recientemente, la Conmebol forzó la celebración de partidos de la misma competición en Colombia, donde los jugadores del Atlético Mineiro y del América de Cali detuvieron el partido debido a los gases lacrimógenos procedentes de la represión de las protestas sociales que tenían lugar en el exterior; y en Argentina, saltándose el decreto federal que paralizó el fútbol local durante los últimos días de mayo.

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Sobre la firma

Diogo Magri
Reportero de la edición brasileña de EL PAÍS desde noviembre de 2017. Escribe principalmente sobre deportes, política y sociedad. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de São Paulo.

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