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La Copa América sigue en el desconcierto

Los jugadores de Brasil se amotinan para no jugar en su país el torneo que descartaron por el virus Colombia y Argentina

Casemiro, en un entrenamiento con Brasil.
Casemiro, en un entrenamiento con Brasil.DPA vía Europa Press (Europa Press)
Juan I. Irigoyen

Los jugadores de la selección brasilera de fútbol se rebelan frente a la Conmebol. Preocupados por la situación de la pandemia y ante el inminente inicio de la Copa América que, en principio, se jugará en su país a partir del día 13 de junio, la plantilla de la Canarinha se negó a comparecer en la previa del duelo de las eliminatorias sudamericanas entre Brasil y Ecuador. Un motín en toda regla, liderado Casemiro. Todo se destapó cuando el seleccionador de la Canarinha, Tite, apareció solo en la rueda de prensa. Sin embargo, unas horas antes, en el entrenamiento, Casemiro, Neymar y compañía ya habían dejado clara su postura. “No queremos jugar la Copa”, insistieron. Misma decisión que le habían comunicado al presidente de la CBF, Rogerio Caboclo, cuando Brasil tomó el testigo de Colombia y Argentina para organizar el torneo continental.

“Fue una conversación muy clara”, explicó Tite, sobre la charla que tuvo su grupo con Caboclo. Y justificó la ausencia del futbolista del Madrid. “Ellos tienen una opinión, se la expresaron al presidente y van a expresarla al público en el momento oportuno”, añadió el seleccionador. En principio, la idea de la plantilla es explicar públicamente su desacuerdo de disputar la Copa después del encuentro ante Paraguay del próximo miércoles. “No tiene ningún sentido jugar cuando en Brasil pasa lo que pasa”, le dijo uno de los líderes de la Canarinha a su entorno. En el grupo del otro gigante de América, sin embargo, no piensan lo mismo. Argentina quiere disputar la Copa. “Ya estamos concentrados. Se están jugando las eliminatorias y necesitamos competir. Si se respetan los protocolos, todo debería salir bien”, asegura un jugador de la Albiceleste.

Los uruguayos piden “garantías y tranquilidad”. “Queremos que pueda ser un grandísimo espectáculo”, aseguró Diego Godín. En un principio, la Copa América estaba organizada por Colombia y Argentina. El primero que perdió su plaza fue Colombia, como consecuencia de la grave crisis sanitaria y social. Argentina quedó, entonces, como único anfitrión. No duró mucho. También golpeado por la pandemia —una media de 31.602 casos nuevos de coronavirus en la última semana— optó por no organizar la Copa. Brasil y su presidente, Jair Bolsonaro, levantaron la mano.

Y aunque no todos los estados estaban de acuerdo con volver a acoger la Copa (se había realizado la edición de 2019), Bolsonaro presionó por el sí. “Hay partidos de Copa Libertadores, de Sudamericana, ahora vienen las eliminatorias, y nadie dice nada de eso”, expresó el presidente brasileño. En la Conmebol coinciden en el diagnóstico: “Si se pueden jugar las competiciones continentales cuando también se juegan las locales, ¿por qué no se puede disputar la Copa América cuando los jugadores van a estar en las burbujas sanitarias de las cinco sedes?”, cuestionan desde el máximo organismo del fútbol sudamericano.  

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La Copa América se suspendió en 2020, cuando la pandemia todavía no acechaba en Sudamérica como sí lo hace ahora. En junio del año pasado, la cifra media de nuevos contagios en Argentina fue de 1.540. En Brasil, de 20.570. Argentina tiene una población de 211 millones por los 45 millones de Argentina. “El año pasado no había tanta información del virus y de cómo controlarlo como sí lo hay este año. Conmebol fue la primera confederación en suspender sus competencias. Se construyeron estrictos protocolos de bio-seguridad y desde la reanudación de los torneos de clubes se han jugado más de 500 partidos, con más de 35.000 pruebas PCR y una efectividad de más de 99,5%. A eso se le suma un esquema de vacunación de 50.000 vacunas a disposición del fútbol sudamericano”, argumentan desde la Conmebol.

Según el organismo que rigue el fútbol sudamericano, esta edición de la Copa generará pérdidas. Sin embargo, insisten en jugar porque creen que sus selecciones tienen que competir. La idea de la Conmebol era igualar el calendario a Europa porque entendían que era una de las maneras para igualar fuerzas. “Antes, la Copa se jugaba después del Mundial. Era bueno para los que tenían un equipo armado, pero malo para los que lo tenían que construir. Si se juega dos años antes del Mundial, las selecciones pueden preparar las plantillas de cara a la Copa del Mundo. Fue un pedido de los entrenadores”, aseguran fuentes de la Conmebol.

Argentina quiere jugar; Brasil, no quiere saber nada. A falta de nueve días para el pistoletazo inicial, la Copa América vive en el desconcierto.


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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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