Nadal, un ‘maratoniano’ en Nueva York
El número uno aterriza en las semifinales (22.00) con tres horas y seis kilómetros más sobre la pista que Del Potro. “Me quedo con cómo ha competido, cuando ha sido exigido ha respondido bien”, valora Moyà
“¿Tengo el récord? ¿Soy el primero en eso?”. El instinto competitivo de Rafael Nadal aflora cuando son casi las tres de la madrugada en Nueva York y acaba de reducir a Dominic Thiem después de un pulso de alto voltaje. Se le pregunta sobre el tiempo que ha empleado para desembarcar en el choque de semifinales contra Juan Martín del Potro (22.00, Eurosport), sobre el palizón que arrastra al haber acumulado más horas de las previstas en la pista (casi 16 horas) durante los cinco duelos previos: “No sé cómo estaré, pero lo que es seguro es que si solo hubiera tenido un día de descanso no estaría preparado. No lo sé… el viernes, después del partido, os lo contaré”, contesta el número uno, con los biorritmos todavía disparados.
El mallorquín abandonó el complejo Billie Jean-King de Flushing Meadows poco después de su charla con los periodistas y hasta las seis de la mañana no pudo conciliar definitivamente el sueño. “Se fue a dormir tan tarde por la descarga de adrenalina que llevaba encima”, explica su técnico, Carlos Moyà. Al día siguiente el tenista amaneció a la una del mediodía, trabajó de forma ligera en el gimnasio y por la tarde se fue con su padre (Sebastià), su preparador físico (Rafa Maymó) y su entrenador al centro de hidroterapia AIRE, en el Soho de Manhattan, para darse unos baños de contraste, con agua fría y caliente. El objetivo era relajar lo máximo posible la musculatura tras unos días competitivos de una exigencia mayor.
“El día extra que hemos tenido nos va a venir muy bien porque no solo fue duro el partido de Thiem, sino también los dos anteriores. El estrés al que ha sido sometido Rafa ha sido importante”, cuenta Moyà, más partidario de dosificar que de seguir sobrecargando a su jugador. Por eso decidió liberar a Nadal del trabajo de pista, consciente de que el derroche físico había sido más que considerable en las cinco primeras rondas del torneo. Desgranados, los tiempos son los siguientes: 1h 23m contra David Ferrer, 1h 59 m con Vasek Pospisil, 4h 23m ante Karen Khachanov, 3h 19m frente a Nikoloz Basilashvili y 4h 49m (el partido más largo del evento) contra Thiem.
En Nueva York, hasta ahora, se ha visto a un Nadal maratoniano, estirando sus compromisos bastante más de lo que preveía. Hasta el choque contra Del Potro ha invertido casi 15h 54m, prácticamente tres más que su adversario (12h 49), menos dilatado ante Young, Kudla, Verdasco, Coric e Isner, siendo este último (3h 31m) su encuentro más prolongado. El español, además, ha recorrido 16,8 kilómetos en total, por los 10,5 del oponente. “Me quedo con cómo ha competido, porque ha competido de una forma espectacular”, valora Moyà, que a continuación añade el pero: “Lo menos positivo ha sido que ha jugado demasiado tiempo pasivo, lo que yo entiendo por pasivo: sin intención, intentando salvarse sin tener un objetivo claro; cediendo la iniciativa cuando él la puede llevar perfectamente, porque lo ha demostrado. También es verdad que cuando ha sido exigido la ha tenido”.
Tres referencias recientes, tres victorias
Y el que en su día fuese número uno (1999) prosigue: “Ha sido un tema más mental, porque a veces juegas con tanta confianza que te despistas y bajas un poco la concentración, pero cuando ha sido requerido ha reaccionado bien. Cuando él pone la sexta hay pocos jugadores que le puedan seguir a Rafa. Si te matan a saques o a derechas es más complicado, pero si la mete es muy difícil que le pueda seguir nadie”.
En los 15 precedentes, Del Potro fue capaz de hacerlo en cinco ocasiones. Sin embargo, la última corresponde a los Juegos Olímpicos de hace dos años y en los tres careos más recientes fue derrotado por Nadal en grandes escenarios: el US Open del curso pasado (semifinales), y Roland Garros (semifinales) y Wimbledon (cuartos) esta temporada. El argentino, acompañado estos días neoyorquinos por su pandilla del colegio –15 amigos que se hacen notar en Flushing Meadows–, atraviesa por el que seguramente es el mejor momento de toda su carrera. Llegó a Nueva York con su ranking más alto (3) y habiendo ganado este año su primer Masters 1.000.
“Nadal siempre te corre una más y te la trae, y termina ganándote los partidos que por ahí uno cree que no lo va a hacer”, previene el de Tandil. “Imagino un partido superdifícil, pero si me recupero en los físico y estoy en buenas condiciones, tendré mis chances”, añade. “Juan Martín es un gran jugador en cualquier superficie, pero jugar contra él en dura hace que el desafío sea aún mayor para mí. Nos conocemos mucho y tendré que llevar mi juego al máximo nivel”, responde Nadal. “Sabemos que su derecha es el tiro más definitivo de todo el circuito”, apostilla Moyà después del entrenamiento en la pista 1, con el argentino peloteando en la cancha anexa.
“Rafa aquí no está al cien por cien todavía, pero la progresión ha sido buena”, amplía antes de cerrar e irse a comer y jugar la tradicional partida de parchís: “Me gustaron los dos primeros partidos, que por las condiciones hicieron que fuera más agresivo porque con el calor y la humedad intentó rehuir los puntos largos. El tercero y el cuarto fueron un poco peor. No nos preocupó, pero vimos que era un poco distinto, porque fueron más flojos; flojos para ser Rafa, ¿eh? Luego, el partido de Thiem sí que fue un indicativo de que ha progresado. Hizo un buen tenis. Se recuperó bien mentalmente y hay que tener en cuenta al rival”.
En este caso, el siempre peligroso Del Potro. Otra vez Del Potro.
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