‘Un fantasma en la batalla’: buen cine retratando a otra infiltrada
Me parece un guion complejo, una dirección potente, la evidencia de que existe un autor haciendo cine de verdad. O al menos, el que a mí me gusta

Ignoro a quien se le ocurrió primero (Arantxa Echevarría o Agustín Díaz Yanes) escribir un guion sobre esa pesadilla colectiva que duró infinito tiempo llamada ETA, sembró de cadáveres, familias devastadas, angustia de casi todo dios ante un monstruo incontrolable e indestructible durante tantas décadas, que culminó su salvajismo volando un supermercado abarrotado de gente inocente. Pero los dos decidieron que la protagonista debía de ser una policía infiltrada en la macabra organización, ciudadana anónima y responsable en gran parte del progresivo derrumbe de esta, mediante un arma tan poderosa como la información. El tema, a pesar de su similitud, da para muchas películas. Y el público, masivo en el caso de La infiltrada, agradecerá seguir con interés algo que ocurrió aquí y entonces, sabiendo que hace 10 años llegó el gozoso final de una barbarie que parecía eterna.
Estuve entretenido con La infiltrada y fascinado, como siempre, con la interpretación de Carolina Yuste, una actriz que, al igual que Patricia López Arnaiz, justifica el precio de la entrada.
Con Un fantasma en la batalla mis sensaciones van más lejos. Me parece un guion complejo, una dirección potente, la evidencia de que existe un autor haciendo cine de verdad. O al menos, el que a mí me gusta. Con sobriedad muy efectiva, en el que nada falta ni sobra, sin guiños para el querido público. Exagero. Hay algún personaje que me sobra. Por ejemplo, el novio andaluz de la protagonista. Y tampoco me entusiasma su jefe.
A cambio, aparecen dos mujeres que me provocan mucho miedo. Por su cálculo, su fanatismo frío, la gelidez de su expresión, su determinación. Una es madre de dos criaturas, profesora en una ikastola, en algún momento dubitativa (parece que le cuesta levantar la mano para aprobar el asesinato de Miguel Ángel Blanco), inicialmente recelosa ante la nueva activista pero progresivamente seducida. Y la otra, gran jefa, inspira terror. Habla poco y en tono bajo, posee una expresión implacable, completamente desmaquillada, endurecida en su expresión hasta crear efectos inquietantes. Lo más curioso es que la interpreta Ariadna Gil, mujer transparentemente hermosa y un ser humano con mucho encanto. Si alguien guardaba la imagen de una asesina etarra asociándola a Idoia López Riaño, libertina y amante de los bares y discotecas nocturnas, con las mujeres que aquí representan a la organización se encontrará a témpanos de hielo, solo atentas a su misión sagrada, también bendecida por bastantes curas patrióticos.
Estoy dentro de la trama y expectante ante lo que va a ocurrir durante toda la película y también me queda cierto poso. Es un trabajo sentido y muy profesional de un director que me conmovió hasta lo más hondo con la desgarrada, perturbadora, violenta, compasiva Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto y de una brillante adaptación de las aventuras del capitán Alatriste, aquel hombre valiente. Díaz Yanes siempre ha puesto esmero dirigiendo actrices. La actuación de Victoria Abril en Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto es probablemente la interpretación femenina que más me ha impresionado en la historia del cine español. Aquí está tan sobria como expresiva Susana Abaitua, compaginando seguridad y miedo. Y qué mosqueo y temblor provocan Iraia Elias y Ariadna Gil. Tan seguras de su infame causa, tan implacables. Y también constatas en Un fantasma en la batalla que la organización de ETA fue modélica, que eran grandes profesionales del terror. El trabajo que hicieron las infiltradas es impagable.
Un fantasma en la batalla
Dirección: Agustín Díaz Yanes.
Intérpretes: Susana Abaitua, Iraia Elias, Raúl Arévalo, Andrés Gertrúdix, Ariadna Gil.
Género: drama. España, 2025.
Duración: 108 minutos.
Estreno: 3 de octubre de 2025.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
