La historia viva del archivo de Lorca
El rescate de manuscritos, fotografías, cartas o dibujos del poeta sigue en marcha desde 1936 pero su voz sigue siendo una incógnita


En el verano de 1936, tras conocerse la noticia del fusilamiento de Federico García Lorca, arranca el rescate de papeles, manuscritos, cartas, fotografías y dibujos del poeta. Una historia a la que, en los casi 90 años transcurridos desde su asesinato, apenas un mes después del levantamiento militar contra el gobierno de la República y el estallido de la Guerra Civil, siguen sumándose páginas. El acceso a los fotogramas originales y la digitalización en alta resolución del documental sobre la compañía teatral La Barraca que rodó Gonzalo Menéndez-Pidal en 1932 (que se conserva en su archivo particular en la localidad segoviana de San Rafael y está disponible en Youtube) han permitido al cineasta Manuel Menchón tratar las imágenes hasta descubrir el rostro del poeta en uno de los camiones. También ha destacado con más claridad la cara de Lorca en otra imagen en la que aparece sobre el escenario en la representación de La vida es sueño en el papel de Sombra. Menchón trabaja en el documental sobre Lorca, La voz quebrada, que tiene previsto su estreno en el primer semestre de 2026, y explica en conversación telefónica que ha consultado multitud de archivos en España y fuera para elaborar su película.
Ese documental de Gonzalo Menéndez Pidal sobre el que ha trabajado Menchón es una de las dos filmaciones conocidas en las que aparece Lorca. La otra la realizó en Montevideo en 1934 Enrique Amorim, quien mucho tiempo después fue contactado por Isabel, la hermana pequeña del poeta, y preparó una copia para la familia Lorca a finales de los cincuenta. Hoy esa grabación se encuentra en el archivo de la Fundación Federico García Lorca, fundado por la familia en 1984 y depositado en la Residencia de Estudiantes hasta 2018 cuando fue trasladado al Centro Federico García Lorca de Granada. La exposición Lorca y el archivo. Memoria en movimiento, presentada en ese mismo centro este 2025 y que viajará en abril de 2026 a la Residencia de Estudiantes de Madrid, ha reconstruido la larga y compleja historia de la documentación relativa al creador, trágicamente desaparecido.

Fruto de cuatro años de investigación, la muestra, comisariada por Christopher Maurer, Andrew A. Anderson y Melissa Dinverno, consta de 460 piezas, muchas de ellas inéditas o poco conocidas, tras el estudio de cerca de 50 archivos personales, familiares y estatales de Argentina, Uruguay, México, Puerto Rico, Estados Unidos y España. El archivo lorquiano está compuesto por “miles de documentos y un sinnúmero de lagunas que evocan al poeta ausente”, escribe Maurer en la publicación de la muestra, y prosigue: “Un sobre, un baúl, una caja bancaria, un cuarto cerrado con doble llave, el cajón de una mesita de noche, un paquete lacrado —objetos y espacios asociados con los manuscritos del poeta— evocan de alguna manera el sepulcro vacío”.
La historia de esos papeles, dibujos, manuscritos, documentos y fotografías que se han ido sumando capa a capa desde 1936 es también la de quienes los conservaron y de los distintos vericuetos por los que han ido emergiendo. “Con la llegada de los exiliados en los años setenta y ochenta aparecieron abundantes inéditos, luego disminuye lo que se encuentra. Salen muchos dibujos falsos, eso sí”, apunta por videoconferencia, y no descarta que haya en el futuro nuevos descubrimientos epistolares o fotográficos, e incluso que haya materiales en algún depósito en alguna caja fuerte.

¿Qué materiales importantes siguen perdidos? Andrew A. Anderson destaca la ausencia hasta la fecha de ningún registro de la voz de Lorca, así como de partituras escritas por él. “Hay constancia de su participación en programas de radio, pero esos materiales no han aparecido”, explica el académico. “Cuando Lorca estuvo en Buenos Aires dio charlas en tres emisoras: Radio Stentor (cuyas oficinas estaban en el Hotel Castelar donde se hospedaba), Radio Prieto y Radio Splendid. Y cuando volvió a Madrid, también dio alguna charla por Unión Radio”. Algunos de los textos que leyó en esas emisoras sí han sido encontrados, no las grabaciones.
Entre los materiales perdidos, Anderson y Maurer, en relación al epistolario, destacan las cartas con Salvador Dalí. También hay eslabones perdidos en la cadena textual de algunas obras, como la versión manuscrita de La casa de Bernarda Alba y las versiones más avanzadas y revisadas El público (el borrador que se conoce fue comprado por la Biblioteca Nacional a Rafael Martínez Nadal en 1997), o directamente textos perdidos como La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón, obra representada en un guiñol en 1923 en Granada por Lorca, acompañado por la música de Manuel de Falla y los decorados y títeres de Hermenegildo Lanz. El original de uno de los dibujos de Lorca, Busto de hombre, incluido en la edición de Poeta en Nueva York que hizo José Bergamín en ediciones Séneca, tampoco está localizado, ni el original de Así que pasen cinco años, que Martínez Nadal publicó en facsímil en 1979. Las cartas de Lorca al crítico Juan Ramírez de Lucas, con quien mantuvo una relación íntima poco antes de morir, aún no han sido mostradas públicamente.

“Una carta te lleva a otra y es muy probable que sigan apareciendo”, explican Maurer y Anderson, que trabajan en una nueva edición del epistolario del poeta. En esa conexión entre archivos y epistolarios incide Alicia Gómez Navarro, directora de la Residencia de Estudiantes, institución que conserva una copia digital del archivo de la Fundación Federico García Lorca: “En nuestro centro de documentación se establece un diálogo cruzado con otros archivos, como los de Rosa García Ascot, Luis Cernuda, Gustavo Durán, Juan Gutiérrez Gili, Benjamín Jarnés, José Moreno Villa o León Sánchez Cuesta, entre otros”.
“Los archivos que pueden tener cosas lorquianas están por todo el mundo, y esto es efecto natural de la guerra y del exilio”, explica Melissa Dinverno, quien trabaja en un mapa que permita trazar los caminos de estos materiales. “Es una tarea de detectives, porque cada archivo tiene su historia, su sendero de exilio y de amistad. Que sigan saliendo cosas no debe sorprender, es fruto de las vicisitudes de esas vidas. Es interesante lo que se encuentra, pero también la historia de cómo acabó ahí. Lorca de alguna manera siempre está en construcción porque la forma en que se recibe su obra y su historia cambia”. Quizá por esto, Laura García Lorca, presidenta de la Fundación Federico García Lorca y responsable de la programación del centro en Granada, destaca la conversación constante que artistas contemporáneos entablan con el legado del poeta y que hacen de su historia “memoria viva”.
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