‘Wicked’, el fenómeno que ni sus protagonistas esperaban: “Todos sentimos en algún momento que no encajamos”
EL PAÍS habla con las actrices que dan vida a las brujas de ‘El mago de Oz’, ante el estreno de la segunda parte de un proyecto que cosechó un éxito apabullante en EE UU pero que no se replicó fuera

La guerra se ha desatado en Estados Unidos. Nadie está a salvo, todos tienen que escoger un bando. Y la decisión está muy empatada. La pregunta es solo una, sencilla y directa: ¿rosa o verde? ¿Glinda o Elphaba? ¿La bruja buena y rubia o la malvada (o no tanto) verde bruja del Oeste? La cuestión se expande por ciudades y pueblos. El empate era real en los disfraces de Halloween, la gran fiesta patria no oficial estadounidense. Los colores se dejan ver en cientos de productos de merchandising, desde coches de lujo especialmente customizados hasta ollas, zuecos, cosméticos, sudaderas o (en serio) macarrones precocinados, los populares mac&cheese. La fiebre de Wicked es una invasión imparable. El último estreno mundial, la premiere americana, tuvo lugar en un Lincoln Center customizado en rosa y verde, lleno de flores y fotografías y con colas kilométricas desde horas antes, en una Nueva York en la que hasta su célebre pista de hielo navideña estaba patrocinada por cortesía de Wicked, llena de banderas. Sí. Rosas y verdes. Su popularidad americana es explosiva, pero ¿qué pasa con el resto del mundo?
Wicked (y ahora Wicked: parte II o, en el original, Wicked: For Good, un juego de palabras entre “para bien” y “para siempre”, remarcando su final) es un fenómeno arrasador en Estados Unidos. Sin embargo, en el resto del mundo no logra calar tanto. Las cifras hablan solas. La primera parte, estrenada en noviembre de 2024, fue un taquillazo, con 760 millones de dólares de recaudación, pero normalmente estos blockbusters lo son gracias a su éxito más allá de Hollywood. Wicked, no. En su país recaudó 475 de esos millones; fuera, 285. De hecho, en EE UU logró recuperar sus 150 millones de presupuesto en apenas cinco días. La forma en la que la película arrasa en la cultura popular y resulta ubicua en la conversación es total. Y ni siquiera sus protagonistas o su director, Jon M. Chu, logran entender los motivos de este éxito.
Cynthia Erivo es la protagonista de la película, sobre la que gira la trama, más todavía en la segunda parte. Con poquita voz, a causa de la larga promoción, atiende a EL PAÍS durante unos minutos por videoconferencia. La británica de 38 años asegura que no cree que, ni ella ni nadie, fuera capaz de prever lo que Wicked está siendo. “Creo que fue una gran sorpresa para nosotros ver cómo se aceptó a nivel mundial, pero me siento muy orgullosa de ello. De que la gente nos haya acogido de esta manera, se vean reflejados en estos personajes y conecten con esta película, con la historia, con los personajes y con quiénes son. Creo que es algo muy especial poder formar parte de ello, poder hacer algo así y, en cierto modo, sacudir al mundo de alguna manera, es maravilloso”.
En concreto, para ella la historia de Elphaba cala, resuena en tanta gente porque son muchos los que sienten, como la bruja verde, que no están en el lugar adecuado, que no son parte del mismo. “Muchos de nosotros, si no todos, sentimos en algún momento de nuestras vidas que no encajamos, que somos diferentes y que nos malinterpretan, y creo que Elphaba es una especie de representación de todas esas cosas”, reflexiona la actriz y cantante. “Poder verlo en la pantalla, ver algo que describe adecuadamente lo que sentimos por dentro, creo que es algo realmente especial y a lo que podemos aferrarnos”. Charlando en el día en que se estrena la película, Erivo reconoce sentirse orgullosa al máximo de un proyecto al que no sabe si podrá decirle adiós. “Creo que será parte de mí durante el resto de mi vida, es más un ‘nos vemos pronto”, reconoce. “Pero es bonito poder entregárselo a todo el mundo por fin, ya sabes, hemos vivido con él durante tanto tiempo solo nosotros y ahora podemos compartirlo con todo el mundo resulta algo maravilloso”.

“No, no teníamos ni idea”, explica Ariana Grande sobre esta popularidad apabullante. “Nos encantaba Wicked, claro, para nosotros no hay nada más grande, mejor o más bonito que Wicked, éramos súperfans antes de esto. Pero, claro, nunca puedes esperar eso del todo, ya sabes, el poder compartirlo de esta manera y recibir la respuesta que hemos recibido, no hay forma de prepararse realmente para eso", reconoce la protagonista en una conferencia de prensa ante la pregunta de EL PAÍS.
“También creo que, en lo que respecta al trabajo, no podía permitirle a mi mente que pensara en cómo iba a ser recibido, solo quería enterrarme en trabajo y ni siquiera pensar en ello. Así que no teníamos forma de evaluar o prepararnos para lo que había al otro lado de esto, y ha sido realmente abrumador, muy hermoso. Mira, podemos compartir esto con los fans, y la forma en que nos quieren y abrazan a estos personajes”, explicaba la también cantante, que ya se coloca en las quinielas de los medios especializados como una de las más posibles candidatas al Oscar. “Espero que el amor y el perdón que [las protagonistas] comparten, y su empatía mutua, incluso en los momentos más desgarradores, puedan permanecer en la gente. Espero que sean capaces de tomar eso y aplicarlo a sus propias hermandades, amistades y amores”.

El director de la cinta, Jon M. Chu, tampoco esperaba este éxito apabullante. “Es que, ¿quién podría? Puedes aspirar a hacerlo, puedes esperar que suceda, también porque quieres que la gente se interese por el trabajo que hacemos", reconoce. “Sabíamos que Wicked era Wicked, así que iba a tener una cierta base de fans. Pero, ¿podría ir más allá? ¿Podríamos influir en la cultura de alguna manera?“, reflexionaba el director, que terminó de rodar este proyecto hace ya casi dos años. ”Ha sido realmente bonito ver que a la gente le importaba, que se sentía conmovida con todo esto y que les daba algún tipo de esperanza en estos tiempos difíciles. Pero también sabíamos que teníamos una segunda parte en camino, que era en realidad lo más importante. El objetivo de hacer Wicked. Así que una parte de nosotros pensaba: ‘No puedo esperar a que vean la segunda parte’. Porque una vez que ves la segunda parte, no hay vuelta atrás“.
Esa disparada popularidad, en cambio, es complicada de trasladar fuera de Estados Unidos. Tampoco están muy claros los motivos; de hecho, quizá no los haya, o no claros. Quizá, simplemente es un fenómeno cultural no tan fácil de exportar como otros. No es Barbie, que recaudo 1.400 millones y 800 fueron fuera de Estados Unidos; ni Avatar, que de sus casi 3.000 millones —que cortan la respiración—, 2.100 fueron en todo el mundo y 800 en EE UU. El par de brujas cantantes tiene ciertos elementos que no son fáciles de exportar, entre ellos, precisamente que cantan. Y la música, por mucho que se pueda traducir al español, no es igual que pegadiza que cuando la crea el talentoso Stephen Schwartz, nueve veces nominado al Oscar (y ganador de tres estatuillas). El profesor responsable de Cine y Estudios de Medios en la universidad de Penn State, Matt Jordan, compara al fenómeno con el fútbol americano: por mucho que se traduzca y se exporte, es tan implícitamente estadounidense que no consigue entrar. Además, que la película tenga dos partes tampoco favorece a la conexión, opina.

Quizá sea la historia; al final, el corazón de la película. Hay quienes apuntan a que es una película sobre el triunfo del individualismo sobre la amistad, aunque esta perdure, de personajes que buscan alcanzar objetivos diferentes y lo hacen por encima de todo y de todos; por tanto, una historia muy American style. Al final, también son dos mujeres (blanca y negra, o rubia y verde), enfrentándose a un hombre blanco, charlatán, dictador. Algo con lo que el país puede identificarse con facilidad. Y también, por siempre, es la base de El mago de Oz, historia estadounidense allá donde las haya y de inmenso impacto cultural. “Sin duda, la inclusión de un gobierno fascista y represivo a cargo de Oz en la trama podría tener un impacto en el público objetivo de la película: las mujeres jóvenes”, opina el catedrático. “El público busca escapismo en las superproducciones. Que la realidad que satura nuestros medios de comunicación —donde a diario nos vemos inundados de noticias sobre un charlatán que destroza el tejido social ignorando la ley, atacando a chivos expiatorios y acosando a los vulnerables— se filtre en Wicked podría ser excesivo".
“Wicked conecta con el público estadounidense porque el universo de personajes de El Mago de Oz existe desde 1900 y ha tenido múltiples adaptaciones musicales", reflexiona el profesor Jordan, de Penn State. “Wicked, el musical, tomó a la villana de la película de 1939 y ofreció una nueva perspectiva sobre su desarrollo. Desde 2003, el público lo ha convertido en una institución cultural neoyorquina. Por eso, cuando la película se estrenó con un nuevo elenco y se añadieron más efectos especiales en tecnicolor, fue todo un éxito. Es una historia de amistad femenina frente a un grupo engañado por un líder charlatán y poderoso que utiliza trucos y engaños para aparentar poder en lugar de basarse en el mérito. Esta idea tiene resonancia en nuestro contexto cultural actual, donde nuestro sistema mediático dificulta discernir la realidad y nuestra política está dominada por un embaucador. Su éxito de taquilla también se vio impulsado por el poder de una enorme campaña publicitaria internacional", reconoce Jordan.
Razón no le falta. El impacto de Wicked se siente en taquilla, sí, pero también en la calle. Las estrategias de marketing han ido a todo gas, con espectaculares estrenos por todo el mundo. Además, la cadena NBC (parte de Universal, la responsable de Wicked) emitió en noviembre un especial, grabado en septiembre en directo en el teatro Dolby de Hollywood, con una producción digna de los Oscar que se celebran en ese mismo recinto. Logró casi cuatro millones de espectadores, convirtiéndose en el segundo especial más visto del año en la televisión estadounidense, solo por debajo de la SuperBowl.

El fenómeno también ha supuesto la máxima explotación en cuanto a imagen y redes sociales de sus protagonistas, Ariana Grande y Cynthia Erivo, hermanadas hasta niveles que, para algunos, rozan lo inquietante. En Singapur, Grande fue atacada por un supuesto fan y Erivo corrió a defenderla antes incluso que sus guardaespaldas, en una imagen que se hizo viral. También la popularidad de ambas ha logrado dispararse con este proyecto, haciendo que Grande sea parte de American Horror Story y de la próxima entrega de la saga de la comedia Los padres de él. Erivo, por su parte, ganadora del Tony, el Emmy y el Grammy, tiene media docena de proyectos y se ha subido a las tablas en Los Ángeles para Jesucristo Superstar (como Jesús) y en Londres para hacer, ella sola, una veintena de papeles en Drácula. Wicked ha impulsado sus carreras y, aunque a punto de empezar a ser historia, todavía les queda un último empujón: la temporada de premios. Se esperan nominaciones, y puede que hasta galardones. Aunque ni ellas mismas ni un buen pedazo del mundo terminen de comprenderlo.
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