Robadas cuatro obras maestras arqueológicas de Dacia en un asalto con explosivos en Países Bajos
Varios tesoros procedentes de Rumanía valorados en miles de euros, entre ellos el casco de oro de Cotofenesti, han sido sustraídos esta madrugada del Museo Drents de Assen
Al menos cuatro obras maestras arqueológicas procedentes de Rumanía fueron robadas anoche del Museo Drents, de Assen, al este de Países Bajos, tras una explosión. Se trata del denominado casco de oro de Cotofenesti, y tres brazaletes femeninos del mismo metal. Formaban parte de una muestra de más de 50 piezas dedicada al antiguo reino de Dacia, abierta desde julio pasado y que cerraba sus puertas este mismo domingo. La policía neerlandesa investiga los hechos y el director de la sala, Harry Tupan, ha calificado lo sucedido de “día negro” para ellos y para el Museo Nacional de Historia, de Bucarest, con el que habían organizado la exposición.
Hacia las 03.45 de la madrugada, el Museo Drents ha sido alcanzado por una fuerte explosión. La onda expansiva ha roto los cristales de varias ventanas y los edificios circundantes también han resultado dañados. Según ha explicado la policía en una rueda de prensa, “hay varios implicados y el robo estaban bien preparado”. No se han efectuado detenciones por el momento, pero los presuntos autores del asalto aparecen en las grabaciones de las cámaras de videovigilancia. También se ha encontrado un coche quemado y los agentes consideran que puede existir una relación entre ambas cosas. “Es posible que cambiaran de vehículo al coche luego incendiado”, han dicho. La fiscal Debby Homans ha pedido la colaboración de los vecinos por si tuvieran imágenes exteriores del suceso. Por su parte, Ernest Oberlander-Tarnoveanu, director del Museo Nacional de Historia de Bucarest, espera que los objetos sean devueltos. “Es mi única esperanza. Son tan importantes que es imposible venderlos”, ha declarado a la televisión pública neerlandesa, NOS.
La muestra, comisariada por ambas salas de arte, incluye elementos de una quincena de colecciones museísticas de Rumania. El yelmo de oro desaparecido, conocido como de Cotofenesti, fue descubierto en 1928. Es de oro macizo, pesa unos 770 gramos y está casi intacto excepto por la calota, la parte que recubre la bóveda craneal. Artur Brand, apodado el detective del arte por su labor en la recuperación de obras sustraídas, explica, al teléfono, que “hay muchas explosiones delictivas en Países Bajos en los últimos tiempos, y los ladrones de arte han podido aprender o copiarlas”. Esta vez, se trata de patrimonio cultural nacional rumano, “reconocido en todo el mundo y que puede valer cientos de miles o millones de euros”. Cree, sin embargo, que robaron las piezas por el oro, “para fundirlo y luego venderlo”.
Brand recuerda que algo así ocurrió en otro suceso “parecido”, en Berlín, en 2017. Se refiere a la sustracción de la moneda de oro más grande del mundo, llamada Gran Hoja de Arce. Desapareció en marzo de ese año del Museo Bode y había sido creada por la Real Casa de la Moneda, de Canadá. De 100 kilos de peso y 53 centímetros de diámetro, estaba valorada entonces en unos cuatro millones de dólares (3.800.000 euros). De oro macizo, Brand sostiene “que fue fundida”.
Titulada Dacia, el imperio del oro y la plata, la exposición del Museo Drents presentaba tesoros procedentes de Rumanía “del siglo XX antes de Cristo hasta el siglo III después de Cristo”. Contaba así el devenir de los dacios, “uno de los pueblos olvidados” de la historia mundial, que habitaban gran parte de la actual Rumanía. Dada su situación geográfica, “entre la estepa euroasiática al este, el mundo mediterráneo al sur, y Europa central al oeste”, la zona fue una encrucijada de culturas. El museo se había centrado en el periodo anterior a la conquista romana —en el año 106 después de Cristo—, y en la identidad y tesoros dacios.
La muestra recuerda que el escritor griego Herodoto habló de los dacios como de “un pueblo cubierto de oro”. La región que ocupaban era la más rica en oro de Europa, y esa fue una de las razones de los romanos para conquistarlos. De ahí que en esa parte se siga hablando una lengua romance en un entorno de lenguas eslavas. La sala neerlandesa señala a su vez en sus documentos que habla de los dacios, “aunque sea un nombre datado en el periodo de la amenaza romana, cuando surgieron los primeros grandes reinos” de este pueblo. La primera mención escrita conocida de los dacios “procede de De Bello Gallico, de Julio César, alrededor del año 50 antes de Cristo”, en datos del museo. Esta obra narra las campañas de César en las Galias e incluye sus incursiones en Britania y Germania.
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