‘Camboya, 1978’: el fin del sueño comunista en una charla con el diablo genocida Pol Pot
Rithy Panh relata la entrevista real que la escritora y periodista Elizabeth Becker realizó al dirigente de los Jemeres Rojos, después de una gira por el país custodiada por militares


Entre 1975 y 1979, el régimen de los Jemeres Rojos acabó con la vida de un millón y medio de personas, un cuarto de la población de Camboya. Al frente de esa maquinaria de la muerte estaba el genocida Pol Pot, primer ministro de corte maoísta de lo que entonces se llamó Kampuchea Democrática, y figura tristemente indispensable en la negra crónica política del siglo XX en el mundo.
Rithy Panh, el cineasta camboyano más relevante, nacido en 1964, vivió el sanguinario régimen siendo un niño y en primera persona. Toda su familia murió en la masacre, y él fue ingresado en un “campo de rehabilitación”, sistema comunista de reeducación con el que eliminar “los vicios burgueses”.
Para no pocos cinéfilos, entre ellos este crítico, la Kampuchea de Pol Pot es el cine de Panh. Casi todo lo sabido sobre aquel país y su terrorífico periodo, que tenía como objetivo la implantación del comunismo agrario, acabar con el comercio y el dinero, la desaparición de las ciudades y el exterminio de los intelectuales en su sentido más amplio (cualquiera con capacidad crítica y sed de conocimientos), lo hemos aprendido con obras maestras del documental como S-21: La máquina roja de matar (2003) y La imagen perdida (2013). Con al menos ocho trabajos entre documentales y ficciones dedicados al infausto periodo, Pol Pot siempre fue el eje de la carrera de Panh. Una filmografía a la que ahora se suma Camboya, 1978, película en principio menor en comparación con sus obras más prestigiosas, aunque desde luego estimable, interesante, emocionante y hasta poética. Como suele ser su cine.
Su título original en francés ya dice mucho: Rendez-vous avec Pol Pot (Cita con Pol Pot). Basada en un libro de memorias de la estadounidense Elizabeth Becker, Camboya, 1978 relata la entrevista real que la escritora y periodista realizó al dirigente en diciembre de ese año, después de una gira por el país custodiada por militares, y acompañada por otros dos reporteros. Esa expedición y esa entrevista final con el diablo (al que solo se oye, como un hombre sin rostro) son la base de un ejercicio que, en todo caso, nunca fluye ni se visualiza como una ficción al uso.

Los ramalazos documentales son constantes, así como dos de las esencias del cine de Panh: la utilización de figuritas de arcilla, como una animación sin movimiento, pero con sonidos reales de fondo, para representar el exterminio y los trabajos forzados de los ciudadanos masacrados; y la magistral utilización de las pocas imágenes documentales del periodo y de la barbarie, así como la desolación del país y de las ciudades, como insólito contracampo de distintos momentos de la ficción y como curiosas transparencias durante el viaje en coche de los tres periodistas. Es decir, en montaje, tras un plano de ficción del fotógrafo del grupo observando algo terrible, viene el contraplano (real, documental y en blanco y negro) de un niño desnutrido lleno de moscas al acecho. El conjunto, en tono de thriller político, adquiere así un tono misterioso, desasosegante y casi onírico, aunque de todos modos palpable. Y Panh, como siempre, reflexiona sobre lo (ir)representable y lo (ir)reproducible de aquel exterminio.
Aunque quizá lo más interesante de Camboya, 1978 esté en su parte final, ya en la entrevista, cuando el más cercano a Pol Pot de los tres reporteros, tanto en lo vital como en las ideas marxistas (el dictador estudió en París), medita sobre las ideologías que aniquilan cualquier rastro de humanidad, sobre la ceguera ideológica que acaba con toda moral. Y no solo desenmascara la utopía genocida de Kampuchea, sino que culpa a su mesías de haber acabado con la posibilidad de cualquier sueño futuro de cambiar el mundo a través de la igualdad.
Camboya, 1978
Dirección: Rithy Panh.
Intérpretes: Irène Jacob, Grégoire Colin, Cyril Guei, Bunhok Lim.
Género: drama. Camboya, 2024.
Duración: 112 minutos.
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