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Entrevista

Belén González del Amo: “En un escenario, dejo de ser la pobrecita ciega”

La actriz protagoniza, junto a un elenco de personas con discapacidad visual, el montaje teatral de ‘La gaviota’ en el Centro Dramático Nacional

La actriz Belén González del Amo posa en el teatro Valle-Inclán de Madrid, el 4 de octubre.
La actriz Belén González del Amo posa en el teatro Valle-Inclán de Madrid, el 4 de octubre.Pablo Monge
Rocío García

Es una mujer decidida y vital, con un compromiso activista muy definido. Ella lo llama “mi yo reivindicativo”. Belén González del Amo, ciega de nacimiento, se estrena como actriz profesional protagonizando La gaviota, el clásico de Anton Chéjov, que lleva a escena la directora Chela de Ferrari en el teatro Valle Inclán de Madrid tras su exitosa presentación, el verano pasado, en el Festival Internacional de Aviñón, el escaparate teatral más importante del mundo. Con estudios en Noruega e Irlanda, González del Amo, madrileña de 25 años, sueña con no dejar nunca de pisar un escenario. Esta versión libre de La gaviota, retrato icónico de Chéjov de unos personajes insatisfechos y cegados ante su realidad, sube al escenario a 11 actores, ocho de ellos ciegos totales o con discapacidades altas de visibilidad. El montaje estará en la sala del Centro Dramático Nacional desde el 9 de octubre al 10 de noviembre.

Pregunta. ¿Cómo llegó el teatro a su vida?

Respuesta. Desde pequeña he hecho teatro. Con cinco años me apunté a teatro en el colegio, pero no me dejaban salir sola al escenario, tenía que salir siempre acompañada, me daban muy poco papel. Todo era porque no me enseñaban a manejarme en el escenario. Con 8 años yo seguía en el colegio normal, pero me apunté a una actividad de la ONCE y de repente me cambió la vida. “¡Ostras!”, dije, “aquí puedo hacer un montón de cosas”. Volví cuatro años más tarde a este taller y me di cuenta de que me encantaba, que me hacía súper feliz, me daban cada vez más papel. Me enseñaron a moverme por el escenario y yo empecé a verme mejor. Lo definitivo fue en Noruega porque cogí la asignatura de teatro y estudié dirección, historia, creación, hicimos un proyecto colaborativo. Cuando ya volví a Madrid, después de mi paso por Irlanda, entré en un grupo aficionado, donde nos exigían como si fuéramos profesionales.

P. ¿Qué le aporta y le ofrece el teatro?

R. Me ofrece la posibilidad de contar historias. Me encantan las historias sobre un escenario. Me gusta empatizar con el público y que le llegue lo que estoy contando, intentarlo al menos. Me encanta transformarme en otra persona, hacer papeles que no tengan nada que ver conmigo, por ejemplo, me encantaría hacer de asesina en serie. Y luego, y aquí sale mi yo reivindicativo, el teatro me permite dar la vuelta al orden social establecido con los ciegos. Cuando la gente me conoce o me ve por la calle, noto un cierto lamento de pena, pobrecita, es ciega. Y aquí le doy la vuelta a todo ello y puedo hacer que se sienten en una butaca durante dos horas o una para que me vean actuar y que de pobrecita nada.

P. ¿Cómo le cambia un escenario?

R. En un escenario dejo de ser la pobrecita ciega. Yo nunca me he sentido eso. Huyo de ello, aunque sé que, a veces, es inevitable. Cuando me ven por la calle y me dicen: “¿Necesitas algo?” [y aquí pone una voz entre mustia y penosa]. Nunca lo digo, pero lo primero que me gustaría decirles es que me hablaran normal. Sé que es inevitable que, a veces, la gente tenga esa mirada. Pero aquí, en el teatro, eso no se lo pueden permitir, no encaja. Bueno, es mi sensación. Igual me siguen viendo igual y me estoy montando yo una peli, pero…

P. O sea, ¿se vive bien en un escenario?

R. Mucho. Cinco minutos antes de salir, me pregunto que qué hago aquí, que porque no me voy a mi casa con lo a gusto que estoy en el sofá. Pero cuando salgo al escenario, siento de verdad que este es mi sitio. Me ha costado mucho llegar a esta conclusión. Nunca me planteé ser actriz como medio de vida, no sentía ni que fuera una opción. Ni en mis sueños más locos, estaba esto. Y el hecho de haberlo encontrado me hace tan feliz.

P. La gaviota es su primer trabajo profesional ¿Qué supone para usted?

R. Cuando me llamaron para confirmarme que iba a ser Nina, dudé porque no me lo creía. “¿Pero lo quieres?”, me preguntaron de producción ante mi silencio. Y, cuando a continuación, me dijeron el sueldo que me iban a pagar… espero que no sea el último. No solo es importante para mí, es un ejemplo para que el teatro con personas con discapacidad se profesionalice. Creo que el hecho de que esto se haga en el CDN, con todos los medios que se ponen, es una manera de decir que esto no es un proyecto de caridad, que es un trabajo que demuestra que uno puede vivir de esto siendo ciego. Otra cosa que encanta de estar en un espacio con tanta visibilidad es que nos convertimos en referentes. Me encantaría pensar que una niña ciega de ocho años a la que le guste hacer teatro pueda pensar en la posibilidad de ser actriz.

Belén González del Amo, ante los ventanales del teatro Valle-Inclán.
Belén González del Amo, ante los ventanales del teatro Valle-Inclán.Pablo Monge

P. ¿Qué sentimientos le provoca el texto de Chéjov?

R. Me leí La gaviota en su día porque la trabajamos en un grupo de teatro en el que estuve y me costó. Es verdad que la entiendo, que es un texto clásico y es importante, pero buff… La versión de Chela de Ferrari en la que estamos trabajando aquí es muy libre. Tiene la esencia de Chéjov, pero es muy diferente y divertida. Y, además, da una visión de la ceguera no romantizada, que para mí es muy importante. Claro que ser ciego tiene sus complicaciones, pero esta gaviota da una visión de que es otra forma de vivir y de que hay muchas cosas que son más difíciles, pero también otras en las que puedes sacar ventajas y reírte. Yo, por ejemplo, utilizo mucho la palabra ver y está claro que no veo. Eso sale en la obra. También que me choco con las cosas y salgo con bastón. Como dice uno de los actores, esta es una oportunidad para el público de comprobar de verdad como es la ceguera y como se vive y no como te lo cuentan.

P. ¿Y Nina, su personaje?

R. Nina es cualquier mujer joven luchadora con un sueño y una pasión.

P. ¿Sus sueños se centran ahora en la actuación?

R. Sí. Mi sueño es llegar a ser actriz y ser un referente.

P. En este espectáculo, la ceguera es algo que suma y no resta.

R. Así es. Aquí la ceguera no se oculta y no es algo habitual en el teatro. Ojalá ocurra más porque es la mejor manera de normalizar la ceguera. Este montaje puede ayudar a desmontar los tabúes sobre la ceguera, mucho más que una campaña que también que hay que hacerlas. La realidad es que tenemos marcas en el suelo, en los diferentes accesos al escenario, que hay más cosas que adaptar y trabajar con actores ciegos o con poca visibilidad, pero muchas menos de las que parecen. Esta obra se ha hecho con las mismas horas, los mismos ensayos y los mismos recursos que con cualquier obra del CDN y somos ocho personas ciegas o con baja visibilidad sobre el escenario.

P. ¿Cree que esta obra puede acabar con algunos tabúes en torno a la ceguera?

R. Sí, son pasos importantísimos. Es una forma de demostrar que sí, somos ciegos pero no inválidos y que queremos participar en la sociedad. Cuando conozco a alguien lo primero que hago es intentar conseguir que entienda que soy ciega, no extraterrestre. La mejor manera de acabar con el tabú de la ceguera es estar en espacios y medios como el festival de Aviñón. Fue un escaparate increíble. Me pararon por la calle, pero de una manera diferente. No se acercaban a mí por el hecho de ser ciega, sino para hablar de mi trabajo como actriz.

P. Colabora con muchas organizaciones sociales ¿Qué quiere aportar?

R. Siento en general que soy una persona con muchísima suerte. Tengo una familia que me ha apoyado siempre. Soy ciega en un país en el que no te esconden en tu casa, algo que pasa en muchos países. Por eso, siento que debo dar algo a cambio. Espero ser referente, no porque yo sea especial, sino porque yo no he tenido referentes de personas ciegas de pequeña y me hubiera gustado.

P. ¿Cómo se ve en el futuro?

R. Estoy algo perdida. Antes de esta obra estaba buscando trabajo y la verdad no me salía. Estaba un poco desesperada porque me he preparado mucho. Todo cambió con La gaviota. Tengo la sensación de que esto es el inicio de una nueva vida. No sé si saldrá bien, pero siento y espero que esto sea mi vida.

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