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Universos paralelos
Columna
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Dicen que son los mejores elepés de los sesenta

La prensa musical británica sigue intentando imponer su canon. Es muy peculiar el correspondiente a esta década

The Velvet Underground & Nico, cuyo disco homónimo es el mejor de los años sesenta, según los redactores de la  revista 'Uncut'.
The Velvet Underground & Nico, cuyo disco homónimo es el mejor de los años sesenta, según los redactores de la revista 'Uncut'.
Diego A. Manrique

Los llaman bookazines, combinación de book (libro) y magazines (revistas). Y las publicaciones musicales británicas han encontrado allí un filón, editando monográficos habitualmente dedicados a las superestrellas. Productos que pivotan sobre la doble hélice de la nostalgia y el coleccionismo. La fórmula es apetitosa: fotos poco vistas que dominan la maqueta, reportajes de época procedentes de desaparecidos semanarios londinenses, textos que rellenan los huecos de la narración, despieces con curiosidades (¡los discos más coleccionables!). Y precios altos, equivalentes a los de muchos libros de tapa blanda.

Con todo, se compran por impulso y un servidor suele picar. Lo he hecho con 500 Greatest Albums Of The 1960s. Con cierta curiosidad malsana: ¿de dónde se sacan esos 500 discos fantásticos? El long play, concebido como creación autónoma, no adquiere entidad en el pop hasta 1966, tras la publicación de Rubber Soul, donde los Beatles exploraban diversos estilos y las posibilidades técnicas de Abbey Road.

Anteriormente, los elepés solían confeccionarse por acumulación: se juntaban ambas caras de varios singles anteriores con algunas grabaciones dispersas y, zas, un álbum más para el mercado (que era limitado, por el reducido poder adquisitivo de los jóvenes). El formato sí estaba bien establecido en otros campos, como el folk y el jazz, ambos con gran presencia en 500 Greatest Albums Of The 1960s. De hecho, una décima parte de esta relación son discos de jazz; el que más tuvo impacto entre la tribu del rock —A love supreme, de John Coltrane— alcanza un muy respetable número 19.

Antes de seguir: ¿son fiables esas clasificaciones? No lo juraría: aquí han “olvidado” detallar quiénes han votado. Se supone que son los colaboradores del mensual Uncut, pero no se específica si, volviendo a lo anterior, se ha consultado a muchos especialistas en jazz o si asistimos a ese fenómeno generacional de los críticos de rock que, con la edad, se acercan a las cumbres del jazz.

La lista está disponible en Internet. Como selección, tiene varias funciones. Primero, recuperar títulos poco celebrados, algunos de los cuales ni figuran en los servicios de streaming. Segundo, evidenciar cómo evolucionan los consensos estéticos. Hace pocos años, un listado similar hubiera sido encabezado por Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, que cristalizaba el zeitgeist de 1967. Ahora, ni siquiera aparece entre los 10 primeros, donde sí están otras obras de los de Liverpool: Revolver (n.º 2), el conocido coloquialmente como Doble blanco (cuarta) y Abbey Road (octava).

Y tercera función: enmendar la plana a las cajas registradoras. En el Top Ten destacan discos que apenas pisaron los charts de ventas. Como Forever changes (n.º 3), el luminoso álbum de Love; en el mismo sello, Elektra, salió el debut de los Stooges (n.º 10). De hecho, en lo alto, previsiblemente, se sitúa The Velvet Underground & Nico.

Por lo demás, la nómina es asquerosamente anglocéntrica. Se salva Brasil, gracias a la difusión internacional de la bossa nova y el tropicalismo. En Europa la balanza se inclina hacia Francia, con presencia doble por parte de Françoise Hardy, Serge Gainsbourg y Brigitte Fontaine. ¿Y nada español, oigo preguntar? No. Lo más cercano es The Art of Guitar, de Manitas de Plata. Un flamenco pero, vaya, nacido en Occitania.


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