‘Rubber Soul’: Un deleite de pop elevado
Obviando el ostentoso, experimentador Sgt. Pepper’s, el álbum universalmente aceptado como cima histórica de los Beatles sería el inmediatamente anterior a este, Revolver (1966). Pero los incondicionales de la ambrosia liverpuliana tienen un cariño especial por su predecesor Rubber Soul.
En su sexto elepé, el famoso conjunto dejaba atrás una etapa de sólido aprendizaje como intérpretes de rock and roll y baladas —también huían del ensordecedor griterío de un ejército de jovencitas con tendencias histéricas— para manifestar plenamente su inigualable singularidad y prodigiosa capacidad de evolución musical. Primero de sus trabajos registrado de modo continuo, sin interrupciones para salir de gira, primero también que elude las versiones ajenas y se concentra en un afinado repertorio, el álbum que les muestra distorsionados en portada —obra del fotógrafo Robert Freeman— era ya una colección coherente, perfeccionista en su deleitosa conjunción vocal e instrumental, sin el relleno de discos anteriores.
Paul McCartney está exultante en la pegajosa I’m looking through you y en la rabieta contra su novia Jane Asher You won’t see me, pero es John Lennon quien da un paso al frente y abre su cancionero a la intimidad personal en las autobiográficas Nowhere Man e In my life, sentido recuerdo de su desamparada infancia y rabiosa adolescencia. Rubber Soul es el álbum de las baladas melancólicas: la afrancesada Michelle, la nostálgica Girl de ecos griegos (Eurochistes, como las llama Ian McDonald en su inveterado estudio Revolution in the mind. The Beatles’ records and the Sixties). El elepé explora la dualidad ante las bendiciones y tropiezos del amor que separan el leve cinismo de It’s only love del proselitismo que impulsa The word, con su mantra universal ‘’dí la palabra, la palabra es amor’’. Del infantil ‘’quiero tomar tu mano’’ viajan a un concepto abstracto. Chicos simpáticos con rumbosos cortes de pelo, acaban de descubrir la marihuana.
Ringo tiene su momento country en What goes on, y George Harrison se impone. Logra incluir sus composiciones Think for yourself y la brillante, drónica If I needed someone, y toca el sitar en la memorable Norwegian Wood, señalando su uso por vez primera en un contexto pop. La letra camufla una fallida relación de John con una periodista. Han elevado cualitativamente el pop innato en ellos, por su enérgica jovialidad y fresco virtuosismo, y otean el soul. El título procede de la expresión plastic soul, así llaman los afroamericanos a los blancos que emulan su sonido. El primer corte, Drive my car, se arregla bajo la inspiración de Otis Redding.
Rubber Soul desbancó a Sonrisas y lágrimas del primer puesto de ventas de discos a finales de 1965. El mundo estaba cambiando. No hay nada más excitante que sentir esa transformación, aun en diferido.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.