El Joker se postula como alcalde del Madrid de Almeida y Ayuso
El dibujante David Rubín convierte el episodio español de una antología global sobre el payaso del crimen en un duro e irónico alegato contra las políticas que gobiernan la capital
Tomar algo en una terraza al sol. ¡Menudo placer! Eso sí que son vacaciones. En Gotham, por desgracia, nunca se puede. El cielo no ayuda, con su eterno gris. Aunque tampoco es que la gastronomía local ofrezca atractivos irresistibles. Menos mal que Madrid es justo lo contrario. Una mesa al aire libre, un buen vino, picoteo rico. Y sin embargo, mientras disfruta del tardeo desde la plaza de Cascorro, el Joker no puede parar de fijarse en los parecidos con su hogar. Se ha marchado a descansar a miles de kilómetros, pero todo le resulta familiar. Los débiles, aplastados. Las mentiras, celebradas. Corrupción y violencia, a sus anchas. “¡Es el mundo al revés!”, constata el payaso en una viñeta del cómic Spring Break, de David Rubín. En el tebeo, el delirio que parece gobernar la capital española deja boquiabierto hasta al criminal más enloquecido. Tanto como para concluir: “Si siguiera una semana más aquí me elegirían alcalde”.
El primer asombrado, en realidad, fue el propio Rubín. Ante todo, de que le encargaran ser el representante español para Joker. El mundo (ECC), una antología que saldrá a la venta en septiembre. En ella, guionistas y dibujantes de 13 países llevan al príncipe del crimen a sus terrenos creativos y también geográficos, de Turquía a México, pasando por Camerún, Argentina o Corea del Sur. Un proyecto idéntico al que en 2021 envió a Batman por medio planeta. Y a Benidorm, de la mano de Paco Roca. Ahora, sin embargo, se trataba del reverso oscuro, de viajar con su némesis. El autor de El fuego aceptó encantado, y asumió en solitario los lápices y la trama del episodio español. Y aquí le llegó la mayor sorpresa. “Cuando envié mi propuesta, pensé que la iban a rechazar y buscar directamente a otra persona”, se ríe. Una vez leída la historieta, de la que EL PAÍS adelanta alguna imagen, se entiende fácilmente por qué.
A menudo se ha acusado a los cómics de superhéroes de facilones, inanes o superficiales. Cultura de segunda, como mucho para niños. A Spring Break, si acaso, alguien podría culparle de lo contrario. Pero otros la adorarán, precisamente, por ello. Rara vez una obra ambientada en mundos de capas y poderes descomunales se ha mojado tanto con la política. Puede que el tebeo genere polémicas, divisiones. Difícilmente, eso sí, indiferencia. “No pretendía ser el más político de la historia. Pero sí hacerlo muy político. Espero molestar a un cierto tipo de gente, no quedarme en medias tintas, así de claro. Habrá lectores que no vuelvan a leerte, aunque tu punto de vista se base en respetar los derechos humanos. Pero voy a dar en la herida. No es un ataque contra Madrid, España o sus habitantes, sino contra los que considero que están aprovechándose y haciendo daño a los madrileños”, apunta Rubín.
Spring Break tiene una trama, un principio y un final. En sus páginas aparecen la Gran Vía o el Prado. Y guiños tanto para los seguidores habituales de Batman y compañía como para los aficionados españoles. El protagonista, por supuesto, es el Joker. De eso va la antología, al fin y al cabo. Y el personaje se mantiene fiel en todo momento a su esencia de delincuente sin empatía ni escrúpulos. Hasta aquí, lo esperable.
Pero justamente la mirada tradicional del payaso sirve como trampolín para el salto creativo del autor. El Joker define Madrid como “un paraíso” para alguien con sus “inquietudes”. Confiesa que ciertas cosas superan incluso su imaginación. Solo logra conciliar el sueño cuando abre la ventana de su hotel para escuchar los gritos de dos pobres diablos machacados por unos pijos con chaleco y palo de golf. Y más viñetas y alusiones que conviene no desvelar.
Esos “fachalecos”, como fueron bautizados con sorna, pudieron verse también en los días de protestas ultras contra la amnistía para los encausados por el procés catalán ante la sede del Partido Socialista en la calle Ferraz, donde tuvo que intervenir la policía. Y justo en ese momento Rubín recibió el encargo del cómic. Las “manifestaciones fascistas”, como las define él, le sirvieron de chispa para incendiarlo todo.
Se había planteado una trama en su Galicia natal. Y dice que la habría mantenido con un héroe como Batman o Superman. Pero Joker es un villano. Para bucear en la sombra tuvo claro que debía elegir la capital. Y no solo como telón de fondo: la elevó a coprotagonista. “Con ese caldo de cultivo enseguida se me fue la cabeza a lo que sucedía. Si existiera un psicópata así, alguien que disfrute cuando peor esté todo, Madrid sería su Disneylandia. Me parecía una herramienta para dar mi opinión sobre la política muy preocupante que se está llevando a cabo. Y mostrarle al mundo que España no solo son castañuelas y toros. Incluso un lugar tan emblemático como Madrid puede ser bajo determinados prismas como Gotham o peor”, agrega el artista.
El dibujante ha volcado una y otra vez opiniones parecidas en las redes sociales o en entrevistas. Posicionarse nunca le ha dado miedo, incluso de forma extrema. Ha llamado “subnormal” al expresidente del Gobierno Mariano Rajoy o “repugnante” al presentador Pablo Motos. Quien siga su trayectoria y perfil público reencontrará aquí viejas certezas. La diferencia es que, esta vez, su visión de la ciudad puede llegar a millones de lectores de todo el planeta. Una enmienda total a la postal que venden sus gobernantes: Madrid, el lugar donde el Joker se sentiría en casa. A saber si desalentará algún visitante internacional. Aunque, para Rubín, hasta supondría una victoria: otro problema que ve en la ciudad es justamente el colapso turístico.
En apenas 10 páginas, el dibujante vuelca temas para debatir durante meses. La editorial, DC, únicamente le vio un problema: en la versión original el Joker fumaba. Hubo que quitar el cigarrillo. Cabe prever que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde, José Luis Martínez Almeida, le encuentren más pegas. Igual que sus votantes. Rubín está preparado para que le acusen de manchar la imagen de España y su capital. Tiene incluso ya lista la respuesta: “No me preocupa. La daña quien genera bulos racistas, fomenta el machismo o niega el maltrato a las mujeres”. Y apunta a la “normalización del odio por parte de la extrema derecha”. “También aquí se podría llegar a los extremos de Reino Unido [una oleada de agresiones islamófobas a raíz de la difusión de una noticia falsa], porque el camino es el mismo”, continúa Rubín.
Lo cierto es que nadie miente tan bien como el Joker. Su propia historia se basa en el caos y la falsedad. Se sabe que debutó en abril de 1940. Pero, 84 años después, ni siquiera está claro aún cómo se convirtió en un ser tan terrorífico. Entre las escasas certezas, está la fascinación que genera. Basta con ver la expectación que rodea Joker: Folie à Deux, la película con Joaquin Phoenix y Lady Gaga que se estrena en dos semanas en el festival de Venecia. Rubín también ha estado siempre intrigado por el personaje. Y, para homenajearlo, ha intentado ser fiel a su independencia: “Toda labor creativa se debe desarrollar sin miedo, sin pensar si gustará más o menos. La historia manda y hay que seguirla hasta las últimas consecuencias”. Quizás al menos en esto estarían todos de acuerdo: viva la libertad. Cada uno, eso sí, con la suya. Creativa. De tomar una caña en una terraza. O de abrazar el caos.
84 años de crueldad y locura
Tiene 84 años. Cualquiera le conoce. Y, sin embargo, nadie sabie quién es de verdad el Joker. Ni siquiera su origen está claro del todo. El más acreditado lo escribió Alan Moore en La broma asesina: un pobre diablo, un comediante fallido, que terminó sumergido en productos químicos. Pero el tipo que salió cambiado para siempre de ese tanque adora la mentira, así que vete tú a saber. Lo cierto es que sus otras pasiones también se antojan discutibles: asesinar, aterrar, reventar cualquier orden, desatar el caos y reírse de ello. Quería ser un clown. Se volvió el Príncipe payaso del crimen. Y, seguramente, uno de los villanos más carismático de la historia.
“Su falta de empatía y escrúpulos lo vuelve peligroso, pero también atractivo. No tiene superpoderes, salvo una inteligencia extraordinaria enfocada únicamente al mal. Y el hecho de que su historia esté basada en la falsedad hace que sea permeable y elástico a la hora de jugar con él y contar tu propia visión”, señala David Rubín, autor de Spring Break.
En 1940, en su primer enfrentamiento con Batman, el Joker terminaba muriendo. Pero DC se dio cuenta de que aquel gánster de pelo verde creado por Bill Finger, Bob Kane y Jerry Robinson merecía más. Así que se añadió una viñeta donde un doctor afirmaba: “Sigue vivo”. Desde entonces, ha sido hacker, hippy, terrorista o químico. Le han considerado marxista o existencialista. Jack Nicholson confesó que interpretarlo en el cine le perturbó. Heath Ledger falleció el mismo año en que lo encarnó en El caballero oscuro, lo que aumentó la leyenda negra del personaje. Joaquin Phoenix vuelve a llevarlo a la gran pantalla en pocas semanas, en Folie à deux.
Justo su anterior versión fílmica molestó a los fans más empedernidos del cómic, pues el Joker termina convertido en antihéroe revolucionario. En los tebeos, en cambio, sublima una mezcla de crueldad, locura e imprevisibilidad absolutas. Por eso lo ama Harley Quinn, lo teme hasta Batman y, en el fondo, lo adora el público. En 1988, la eterna lucha entre payaso y murciélago dejó a Robin en manos del Joker. DC entregó el destino del chico maravilla a una encuesta entre lectores. Podían salvarle. O votar a favor de su verdugo. La historia se tituló Una muerte en la familia. Fácil imaginar quién ganó.
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