77.000 libritos de poesía para repartir en verano: el festival Agosto Clandestino cumple 20 años
Una inopinada cita poética sale al territorio rural en pleno verano y reúne a público fiel en Logroño, testigo de los fenómenos poéticos
En 2006 el poeta Roger Wolfe, practicante del realismo sucio y con merecida fama de maldito, llegó a Logroño y cenó con los organizadores del festival Agosto Clandestino en la plaza Martínez Zaporta. Luego se recogió en el hotel, donde le esperaba la ardua tarea de firmar y numerar los 300 ejemplares del librito de poemas que el certamen publica de cada invitado. Al día siguiente se celebraba la rueda de prensa. Pero al día siguiente Wolfe no estaba en su habitación, ni en el vestíbulo, ni en ninguna parte: se había fugado.
En el escritorio una extraña nota de despedida y solo ciento y pico ejemplares firmados, como si el agobio de tanta rúbrica hubiera vencido y empujado a la huida al poeta. Todo colaboraba, por lo demás, al personaje extremo y nihilista creado por el autor. La organización entró en honda preocupación, le buscaron en estaciones y hospitales, le telefonearon con insistencia, sin resultado. Solo al filo de la medianoche recibieron un mensaje: “Sacabao lo que se daba. Sacabao el mundo. Sacabao todo. Os he dejado cuadernillos en chabolo hotel (…) No habrá más contactos”.
Esos “cuadernillos”, la colección Planeta Clandestino, de edición austera, pequeño formato y tapas marrones, como de cartón y espíritu fanzinero, son el hecho distintivo del festival logroñés, que cumple ahora 20 años. Se han hecho muy populares en el mundillo poético: algunos son inéditos, otros antologías, otros cosas raras, los poetas quieren ir al festival y tener su librito (algunos no esperan a ser invitados: lo piden directamente, sin complejos). Luego se utilizan a modo de tarjeta de presentación, de portafolio, como objeto de regalo. “No solo son los libritos, es que nos gusta tratar bien a la gente, como se hace en La Rioja”, dice el coordinador Enrique Cabezón, “es decir, dándoles bien de comer y, sobre todo, de beber”.
Cuando acabe la edición actual del festival, el 14 de septiembre, habrán publicado 267 títulos (más tres fuera de colección) y repartido 77.000 ejemplares. Algunos de los variopintos autores publicados: Luis Antonio de Villena, Miriam Reyes, Fernando Beltrán, Olvido García Valdés, Escandar Algeet, Elena Medel, Ana Gorría, Mariano Peyrou, Camilo de Ory, Sofía Castañón, Jaime Siles, Pilar Adón, Ben Clark, Raquel Lanseros, Lara Moreno… “Por aquí ha pasado casi todo el mundo”, dice Cabezón. Es un pequeño orgullo formar parte de este plantel. Lo malo es que, como le pasó a Roger Wolfe, a la llegada a Logroño uno tiene que encerrarse a firmar los libritos en el hotel, con la única compañía de una botella de vino de La Rioja, claro, cortesía de la organización.
De hecho, el mundo de la edición precedió al festival. Un grupo de amigos empezó a publicar fanzines y libritos en Logroño, hace más de 20 años. “Nos compramos una imprentilla y empezamos a sacar las cosas de los colegas, cosas que difícilmente les iban a publicar en otro lado, a visitar festivales de poesía, a conocer gente”, recuerda Cabezón. Así nació Ediciones del 4 de Agosto. Y un agosto como el que ahora corre decidieron publicar un poemario de Eva Vaz. En la rueda de prensa no esperaban demasiada repercusión, dado el estío... pero se petó de medios. Eureka, vieron la ventana de oportunidad. “Pensamos: tenemos que hacer algo en agosto, que es cuando nos hacen caso”, dice Cabezón, miembro del grupo de artífices que completan Carmen Beltrán, Sonia San Román, Adrián Pérez, Antonio Alfaro y Odón Serón.
Desde entonces el festival se extiende durante todo el mes (con incursiones en otros meses circundantes), con un público fiel, coleccionista de los libritos que se reparten, y con excursiones a eso que llamamos mundo rural. “Ahora está de moda, pero nosotros desde siempre hemos sacado actividades de la ciudad, debemos haber recorrido el 70% de los pueblos riojanos, con recitales sencillos y dejando el micro abierto para la gente del lugar”, señala Cabezón. Plazas populares, pantanos secos, viejos teatros… “Cuanto más pequeño es el sitio, más agradecen las actividades culturales”, añade el coordinador.
Hay algunas anécdotas e hitos en la historia de la colección Planeta Clandestino. Por ejemplo, ahí publicó Miren Agur Meabe, en 2019, el poemario Hogei urte hutsa dira | Veinte años no es nada (en la editorial son muy proclives a las ediciones bilingües), un adelanto del que luego, en 2021, fue Premio Nacional de Poesía. Hubo polémicas: a Luis Antonio de Villena se le acusó de “fraude” porque algunos de los poemas de La prosa del mundo (luego publicado en Visor), distinguido con el premio Viaje al Parnaso, no eran inéditos: ya habían aparecido en el librito logroñés del mismo título, publicado en 2006 con el número 38 de la colección.
El número 224 es Tierra y luna, la reconstrucción, 87 años después y a partir de su índice, de un poemario inédito del ciclo estadounidense de Federico García Lorca. De esta obra, realizada en colaboración con Hilario Jiménez, no se tiraron 300 ejemplares, sino 4.000: es el best seller de la colección. También ahí, en el número 163, se publicó por primera vez la poesía completa de Luis Buñuel, con el permiso de su hijo Juan Luis, cuando solo se encontraban poemas sueltos. Y lo mismo con la poesía del logroñés universal Rafael Azcona, en el número 107.
Agosto Clandestino es uno de los pilares (el pilar poético) de una nutrida oferta cultural en la capital de La Rioja, sorprendente para su tamaño, donde también se encuentra el festival literario Cuéntalo, el Concéntrico, de arquitectura y diseño, o el Actual, de música y artes escénicas, entre otros. Por no hablar de editoriales independientes de renombre nacional y honda mirada como Pepitas de Calabaza o Fulgencio Pimentel.
En la colección Planeta Clandestino, y en el historial del festival, se encuentra, pues, una vasta radiografía de la poesía española contemporánea de los últimos dos decenios. “Hemos visto cosas como el reconocimiento de las mujeres poetas, que aquí vinieron desde el principio, por la paridad que hay en la organización. También el auge de la poesía escénica, el poetry slam, etc., que, aunque no ha sido nuestro eje principal, aquí siempre ha tenido sitio”, apunta Cabezón.
Babelia
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